Ganarle a Brasil bajo cualquier circunstancia y en el deporte que sea, siempre despierta una sonrisa. Pero si es en fútbol y con claridad, la alegría es mayor. Algo de eso sería el resumen de la victoria de ayer de la Selección Argentina en Arabia Saudita, donde el equipo de Lionel Scaloni derrotó y muy bien al campeón de América, con un 1-0 que pudo haber quedado corto tomando en cuenta el juego exhibido por ambos.

El primer cuarto de hora dejó en claro la idea central del juego que pretende Scaloni y a la vez expuso las debilidades de esa estrategia si no se ejecuta con criterio y precisión. Fueron tres veces las que Argentina se equivocó en la salida y la sacó barata, pero lo pudo haber pagado carísimo: la primera terminó con un nudo entre Andrada y Otamendi que casi aprovecha Gabriel Jesús, la segunda finalizó con un disparo del delantero del Manchester que controló el arquero y la tercera, una pisada fallida de Foyth, concluyó con el penal de Paredes que el goleador brasileño remató afuera.

Antes de saber si el propio equipo iba a solucionar esa falencia, fue la audacia de Messi y la ingenuidad de Alex Sandro la que aportó herramientas que facilitarían la tarea del conjunto argentino. El crack del Barcelona forzó un penal, que no pudo convertir en el primer intento, pero que sentenció en el rebote para poner el 1-0.

Con la ventaja, el conjunto nacional pudo pararse de la manera que más cómoda se siente: regalando la pelota al rival, presionando en el mediocampo con jugadores de mucha dinámica y sacrificio, y aprovechando espacios para contragolpear. Por esa vía pudo aumentar con una corrida de Messi, que no pudo vencer a Alisson con un zurdazo cruzado. Y con esas armas bien ejecutadas, Argentina fue neutralizando a un Brasil inofensivo, pese a que acumuló nombres y probó diferentes variantes (Gabriel Jesús, Firmino, Richarlison, Rodrygo) sin éxito. A pesar de la peligrosidad del rival en los papeles, Andrada pasó una noche muy tranquila.

Con el correr de los minutos, Argentina fue ganando confianza. Sus volantes tomaron más el balón y descansaron con la tenencia, ante un rival que lucía incómodo y que no podía encontrarle la vuelta al juego. Cada vez más dominante y seguro, el equipo de Scaloni fue acumulando méritos y ocasiones de gol como para aumentar la ventaja.

Así se sucedieron dos tiros libres de Messi que controló el arquero brasileño, un cabezazo del ingresado Nico González que encontró bien ubicado a Alisson y un espectacular remate de Paredes que el guardavallas del Liverpool desvió del ángulo. Ya el análisis empezaba a quedar en un segundo plano, porque los cambios que imponían los dos entrenadores desvirtuaban el desarrollo del juego.

Pero a pesar de esas circunstancias, Argentina siguió siendo mejor, mantuvo la tranquilidad y esperó su momento para asegurar el triunfo. La ocasión más clara la tuvo Lautaro Martínez, que tras un corner bajó muy bien la pelota, pero disparó muy alto desde una buena posición. Y casi de inmediato, Guido Rodríguez, otro de los ingresados, estuvo a punto de aumentar con un disparo que se desvió en un defensor y descolocó a Alisson.

Lo de Brasil quedó reducido a algún pelotazo o alguna maniobra de inspiración individual, que nunca llegó. Así se llegó al cierre, con un examen superado y una victoria justa y clara ante el rival más querido, con el plus que significó el regreso Messi tras la suspensión que le impusieron en la Copa América.