La situación que recibe el próximo equipo económico es compleja. El consumo y la industria acumulan caídas desde hace 17 meses. Los salarios reales registran pérdidas por segundo año consecutivo y el nivel de desocupación superó por primera vez en muchos años el 10 por ciento. Las reservas del Banco Central son débiles y el mercado de capitales internacional está cerrado para nueva emisión de bonos.

El panorama parece realmente alarmante y muchos analistas del exterior aseguran que el nuevo Gobierno no tiene margen para recuperar un sendero de crecimiento económico con estabilidad del mercado interno. Pero los cambios en la configuración macro de las últimas semanas permiten pensar que no sólo existe margen, sino que una estrategia bien implementada puede recuperar el orden económico sin la necesidad de continuar afectando el ingreso de los sectores vulnerables.

El nuevo esquema económico tiene diferencias principalmente en tres variables. Las reservas internacionales, los pasivos monetarios (Leliq y Pases a 24 horas) y el tipo de cambio. Los datos duros permiten observar  los cambios registrados desde fines de agosto y en noviembre comenzaron a ganar potencia.

Reservas

El Banco Central desde el 29 de octubre volvió a comprar divisas en el mercado cambiario. En lo que va de noviembre lleva acumuladas compras por casi 1000 millones de dólares. El refuerzo de los controles para los ahorristas fue la clave para permitir a la autoridad monetaria empezar a embolsar buena parte de los dólares del superávit comercial.

Esto permite sumar recursos genuinos en las reservas internacionales en lugar de inflar el patrimonio del organismo con divisas de la deuda que más temprano que tarde deben pagarse y provocan fuertes presiones para la estabilidad financiera. También equivale a que los dólares queden en el país en lugar de salir del sistema por fuga de capitales.

Pasivos monetarios

La deuda de corto plazo en letras del Banco Central (Leliq y Pases) es otro de los cambios importantes de estas semanas. Las Leliq siguen preocupando pero lucen cada vez menos radiactivas. Los datos de la autoridad monetaria muestran que a mediados de noviembre el stock de letras y pases se ubica en 1 billón de pesos. La última semana de agosto este monto era 250 mil millones de pesos más elevado (había 1,25 billones de pesos).

Estos datos muestran que en algo más de dos meses los bancos desarmaron 1 de cada 4 pesos invertidos en Leliq y en Pases. La causa no fue el retiro de plazos fijos que obligó a las entidades financieras a cancelar inversiones en letras para devolver los depósitos. Los plazos fijos se mantuvieron relativamente estables.

El motivo de la reducción del 25 por ciento de los pasivos monetarios es que los bancos comenzaron a usar los pesos para ofrecer préstamos. Esto implica que volvieron a hacer lo que deberían hacer por naturaleza. Las líneas de crédito al sector privado sumaron 200 mil millones de pesos entre el 20 de agosto y el 11 de noviembre. Las líneas de financiamiento que más subieron fueron los adelantos a solar firma y tarjetas.

Tipo de cambio

El dólar es el tercer elemento que muestra cambios importantes estas semanas. La cotización del tipo de cambio comercial mostró estabilidad e incluso requirió la intervención del Central para evitar que baje de precio. No fue magia. Fue la nueva administración cambiaria que pudo reducir la demanda de divisas y mantener la oferta. Esta estabilidad es clave para colaborar en frenar la inercia cambiaria y junto a políticas de ingreso del sector público empezar a recuperar el poder de compra de los sectores desprotegidos de la sociedad.

La preocupación sobre lo que pueda pasar con la brecha cambiaria y la cotización de los tipos de cambio financieros es válida. En un contexto de incertidumbre la brecha cambiaria puede ubicarse en valores impredecibles. Pero la contracara de este argumento es que mientras no se dispare la carrera entre precios y salarios la cotización de los dólares financieros tiene poco margen para subir. Un dato es suficiente para justificarlo: el salario mínimo de la Argentina medido en moneda extranjera se ubica por debajo de 200 dólares cuando históricamente fue mayor a los 500 dólares. ¿Cuánto más puede devaluarse?