En la segunda visita que hicieron en la zona, funcionarios del gobierno provincial se reunieron con los campesinos que cortaban las rutas. Negaron la existencia de una emergencia agropecuaria y sostuvieron que la afectación de la producción por la muerte de animales llega a un 13 por ciento en promedio. Los campesinos decidieron suspender el corte de la ruta nacional 81 a la altura de Establecimiento Finca El Yuto, de la familia Macri, hasta el miércoles próximo cuando realizarán una nueva asamblea.
“El Chaco Salteño es muy dispar”, fue la reflexión de Daniel Burgos, campesino de la Asociación Criolla Guardianes del Monte (ACGM). El referente fue uno de los que se reunió con el director general de Agricultura de la provincia, Juan Garay, y el director general de Ganadería, Ignacio Chavarría. Ayer fue la segunda vez que los funcionarios visitaron la zona pero sin llevar soluciones concretas.
Este viernes se cumplieron diez días de campamento al costado de la ruta. El jueves los pequeños productores iniciaron el corte total de la arteria nacional. Los funcionarios solicitaron suspender la medida para continuar con el diálogo. El encuentro tuvo lugar en una “casa del campesino” instalada en Dragones (en el departamento San Martín).
“No vienen a vivir lo que vivimos día a día bajo una carpa y calores que llegan a los 40 grados. En donde no hay ventiladores, ni tampoco agua fresca a la cual acceder”, fue la reflexión de Mónica Burgos. Ella se quedó en la ruta junto a otros referentes de la Asociación de base del Frente Nacional Campesino (FNC), mientras se desarrolló la reunión en el pueblo.
Daniel Burgos contó a Salta 12 que los funcionarios indicaron que se debe realizar un relevamiento en el departamento San Martín y Rivadavia a fin de hacer el listado de las personas que están con animales muertos o en vías de morir.
Entendió que entre el 15 y el 20 por ciento de animales de las producciones campesinas fallecieron desde julio cuando inició la sequía. En algunos casos eso implica la pérdida de 30 animales. “En general todo el rodeo está flaco. Si no actuamos pronto entonces vamos a llegar a la emergencia agropecuaria”, dijo al ironizar sobre el 50 por ciento que necesita la provincia para actuar en ese marco. “Se está dilatando demasiado” la ayuda. Respecto de la suspensión del corte afirmó que “no es que nos resignamos, vamos a luchar hasta el final”, pero precisan mostrar su apertura al diálogo. La suspensión será acompañada por el acampe que continuará al costado de la ruta.
Los campesinos no logran ahora vender los animales que están “cuero y hueso. Hay familias que ya no tienen ni siquiera para comer”, dijo Mónica Burgos.
“Se pueden ver las osamentas”
Por su parte, los referentes de la Coordinadora Zonal de Tierra de la Ruta Nacional 81, que es otra asociación campesina de la provincia, se solidarizaron con la ACGM. Afirmaron que es verdadera la muerte de animales por “la grave sequía que azota nuestra zona” y la falta de agua y forraje. “Se puede ver a lo largo de la ruta 81 las osamentas de nuestros animales que caen muertos por falta de agua y comida, sin tener hasta la fecha ninguna respuesta del gobierno provincial, nacional o municipal, a pesar de que funcionarios de la provincia han realizado reuniones con las organizaciones campesinas en las localidades de Dragones, Morillo y Los Blancos, no hemos recibido ningún tipo de ayuda que nos permita hacer frente a esta crítica situación”, dijeron en un comunicado.
Un pozo, casi tres millones de pesos
Según las explicaciones que dieron algunos técnicos para obtener agua que sea suficiente en el departamento San Martín se debe perforar como mínimo de 30 a 60 metros. Indicaron que hasta 2012 el metro de perforación de un pozo tenía un costo de 1500 dólares. Los parámetros indican que se debe contar con casi 3 millones de pesos para tener un pozo en la zona de San Martín donde el agua todavía es dulce.
La situación varía un poco en Rivadavia en donde dijo, se hicieron pozos de hasta 100 metros sin lograr captar agua de calidad. Ello sucede por la cantidad de sales en algunos casos, y arsénico, en otros, propios del agua de la zona. Ante ello la única alternativa que encontraron hasta ahora es contar con cosecha de agua de lluvia. En principio esta se mezclaría con el agua que sale de los pozos para llegar a niveles de potabilidad, y estirar el agua en el tiempo de sequía.
Los campesinos cuentan con pozos que con suerte llegan a los 20 metros de profundidad en San Martín. Las condiciones del suelo combinadas con el clima generan inconvenientes y los pozos se terminan hundiendo o tapando con tierra y no sirven más.