Más allá del decorado pintoresco --el estilo gym de la presidenta de facto, el tamaño del Nuevo Testamento-- el gobierno de Jeanine Añez toma decisiones a gran velocidad. Combina el terror y los asesinatos con la dilación electoral. Mientras, alinea a Bolivia con la línea dura continental del secretario general de la OEA. No es poco: Luis Almagro parece resuelto a disputarle a Donald Trump el papel protagónico como el más duro de los norteamericanos.
Ante ese plan de hechos consumados, el Movimiento al Socialismo boliviano busca articular una reacción. Según pudo saber Página/12 por dirigentes del MAS que pidieron reserva de su identidad, la prioridad uno es salvar vidas. La segunda, con Evo en México, preservar la organización en el territorio. La tercera, evitar que el nuevo gobierno pueda transmitir sensación de perpetuidad dentro y fuera de Bolivia. El MAS recibió con alegría la noticia de que el secretario general de la ONU Antonio Guterres envió a Bolivia para garantizar una salida pacífica al experimentado Jean Arnault, con antecedentes de mediación en Colombia.
Añez pegó un volantazo en 24 horas. Rompió relaciones con Venezuela y Cuba, retiró a Bolivia del acuerdo del ALBA con Venezuela, Cuba y Nicaragua y se desligó de la ya moribunda Unasur. Al mismo tiempo imitó a Mauricio Macri y reconectó la economía interna a las exportaciones. Con Evo había un cupo destinado al mercado interno para azúcar y para soja, que alimenta a los pollos. Solo si ese cupo mínimo quedaba garantizado, el Estado liberaba la exportación. Añez ligó otra vez el mercado interno al externo y podría desencadenar una ola de subas en azúcar, soja, aceite y pollo. Otra de las medidas iniciales fue dictar una amnistía para los acusados de terrorismo por Morales.
La presidenta por golpe pertenece a un sector minoritario. Obtuvo el 4,4 por ciento de los votos el 20 de octubre. Es la derecha tradicional que estuvo representada por el general Hugo Banzer, dictador entre 1971 y 1978 y presidente por votos entre 1997 y 2001. Añez se apoya, por ahora, especialmente en el paraguas internacional de Almagro y las fintas de la Organización de los Estados Americanos. El secretario general, un ex canciller uruguayo expulsado por el Frente Amplio, visitó Bolivia en mayo de 2019 junto con su asesor dilecto, el argentino Gustavo Cinosi. No cuestionó la candidatura de Evo pese a los reparos, ya existentes entonces, por el referéndum de 2016 que Morales perdió y desconoció. Al contrario. Dijo que sería “discriminatorio” negarle la participación. Luego vendrían las elecciones del 20 de octubre y otras jugadas de Almagro. Primero cuestionó los comicios por supuestas “irregularidades”, tal como señala un documento, y después por boca de Almagro habló de “fraude”. Primero pidió a Morales una nueva convocatoria y cuando Evo accedió se sublevó la policía y apareció el ejército para pedirle la renuncia.
Geopolítica
La disputa por minerales valiosos sobrevuela la crisis boliviana y el golpe del 10 de noviembre, el 10-N. Bolivia tiene las mayores reservas del mundo en litio junto con la Argentina y Chile. Desde 1970 hay exploración de uranio en Cotaje, departamento de Potosí. El 21 de noviembre de 2014 la periodista Jimena Paredes publicó en el diario La Razón de Bolivia un documento oficial. Habría uranio en siete de los nueve departamentos del país.
La visión simplista es que la Casa Blanca alentó el golpe para que empresas de los Estados Unidos se quedasen con el litio y el uranio. Puede ser, pero el tablero es más complejo. La presencia china es la mayor hipótesis de conflicto de los EEUU en América Latina. Washington quiere tomar prevenciones desde ya y alambrar la zona para cuando, en décadas, China sea otra superpotencia militar y dé pelea en ese terreno fuera de su área de influencia asiática. El gobierno de Evo venía avanzando en amplios acuerdos con Beijing.
En cuanto al uranio, la sola existencia convierte a cualquier país en un blanco de observación o de operaciones por parte del club nuclear que integran, entre otros, los Estados Unidos, Rusia, China, India, Francia, el Reino Unido e Israel. Ese blanco se hace más nítido en momentos de crisis abierta como éste, de confrontación entre Irán e Israel, y en medio de negociaciones con altibajos entre los iraníes y el club.
Otra parte de la estrategia puesta en práctica por Añez y su canciller Karen Longaric es polarizar con el presidente electo Alberto Fernández para presentarlo a los ojos de la opinión pública no como el dirigente político que pide normalidad democrática sino en un monstruo que ataca la bolivianidad. “El señor Fernández debería informarse más antes de hablar de golpe de Estado”, dijo Añez.
Fracciones
Según pudo establecer este diario por consultas entre el Gobierno, la oposición y diplomáticos extranjeros, el objetivo de máxima de Añez es quedarse en la presidencia el mayor tiempo que pueda. Uno de los métodos para lograr la permanencia es el terror. Mientras arrecian los asesinatos en La Paz y Cochabamba, la Presidencia emitió un decreto que promete un imposible: impunidad penal a los militares que repriman “en estado de necesidad”.
El reflejo inicial de Añez fue proscribir no solo a Evo sino al MAS. Lo cambió 24 horas después. El sábado por la tarde le recomendó al MAS que escoja un candidato para las próximas elecciones. Es una forma de decir que no podrán ser postulantes ni Evo ni su vice Álvaro García Linera pero sí otros.
El que quiere elecciones rápido es el ex presidente Carlos Mesa, que salió segundo el 20 de octubre con el 38 por ciento de los votos.
Otro aspirante al poder es el ascendente Luis Fernando “El macho” Camacho, representante de los comités cívicos de Santa Cruz de la Sierra, la zona petrolera y agrícola del país.
Sin candidatura a la vista en reemplazo de Evo, el MAS tiene líneas internas pero no se fracturó. La línea más dura propone extender el conflicto, confiando en una reacción popular indetenible y en la percepción de que las Fuerzas Armadas no desean un genocidio. La línea más flexible quiere elecciones lo antes posible. Lo dijo a Página/12 la diputada Isabel Alanez, que denunció 15 muertos comprobados y 300 heridos. Otra legisladora, la senadora Adriana Salvatierra, participa en negociaciones con el gobierno. La acompaña Teresa Morales.
Uno de los desafíos del MAS, si hay elecciones pronto, consistirá en seducir otra vez a las clases medias urbanas y a etnias quechuas como las del norte de Potosí, que se habían distanciado de Evo.
Para todos, izquierda y derecha, MAS o Mesa, Añez o Camacho, rige una frase de los pueblos originarios muy conocida en la política boliviana: “Puedes traicionar, porque traicionar es humano, pero no vuelvas por aquí que ni tu perro te va a querer”.