Los rugbiers desaparecidos se acercan a su demorado homenaje, el de carácter institucional que les debe la UAR. Pero hay otro homenaje que es un torneo por la memoria y se viene realizando desde hace cuatro años. Se organizó por última vez en Bariloche hace una semana y giró alrededor de varias actividades con partidos entre infantiles, veteranos, mujeres y jugadores con discapacidad. También estuvo el crédito local y pilar de Los Pumas, Juan Pablo Zeiss. El reconocimiento que todavía no les hizo la Unión Argentina de Rugby a sus 152 deportistas federados víctimas del terrorismo de Estado es una asignatura pendiente. Una iniciativa de Charly Pisoni de H.I.J.O.S Capital y del abogado y poeta Julián Axat, cuyo padre Rodolfo jugaba en La Plata R.C y continúa desaparecido, permitió dar el paso inicial. El primero explicó que “ante el pedido de reunión realizado por los organismos de derechos humanos, el presidente de la Unión Argentina de Rugby, Marcelo Rodríguez, respondió accediendo a que se realice el encuentro”.
Ahora solo restan dos cosas. Que se ponga fecha a la reunión y posteriormente al homenaje. La iniciativa fue acompañada con la firma de los organismos de derechos humanos: Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, H.I.J.O.S. Capital, Liga Argentina por los Derechos Humanos, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de Zona Norte, la Fundación Memoria Histórica y Social de la Argentina y Familiares y compañeros de los 12 de la Santa Cruz.
El sanjuanino Rodríguez que preside la UAR, al responder al pedido había solicitado que el encuentro con los organismos de Derechos Humanos se produjera una vez finalizado el Mundial de Rugby en Japón. La nota que recibió sostiene: “A 43 años del Golpe cívico militar, motiva el pedido la necesidad de poder transmitir a las nuevas generaciones de deportistas lo sucedido en el pasado reciente para que no vuelva a suceder ni a repetirse NUNCA MÁS”. El texto es la ratificación de una idea que ya se comunicó en 2013 y 2014 a las anteriores autoridades de la Unión. Hasta ahora no había prosperado. Parece que sería posible esta vez.
“No hay mejor homenaje para un rugbier que jugar al rugby”, comentó Martín Trebbino, el organizador del torneo en Bariloche, el reconocimiento a los deportistas desaparecidos que es una realidad. La iniciativa, que nació de una idea de Carola Ochoa, la sanjuanina que fue reuniendo en torno al evento a familiares de los rugbiers durante los últimos años, contó con el apoyo de la Municipalidad de Bariloche, la Secretaría de Derechos Humanos de Río Negro, la Universidad Nacional del Comahue, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) Bariloche, la Red por la Identidad Lagos del Sur y la Carrera de Miguel. Además, fue declarada de interés por el Senado de la Nación, la Legislatura de Río Negro y el Concejo Municipal de Bariloche.
Esos respaldos no fueron acompañados por un sector minoritario de la comunidad patagónica vinculada al rugby, según el concejal barilochense, médico y andinista Ramón Chiocconi. Lo hizo visible en declaraciones al diario local El Cordillerano: “hubo dos actitudes que empañaron el homenaje, por parte de la Unión Argentina de Rugby, que se niega a reconocer, y por parte del presidente del club Los Pehuenes que negaron la posibilidad de participar a entrenadores y jugadores”. En este último caso se refería a Diego Tyslak, un ex rugbier del club Deportiva Francesa que está al frente de Pehuenes.
El partido homenaje también recibió críticas en privado de Tomás Petersen, ex integrante de Los Pumas que vive en San Martín de los Andes y que integra la comisión de Competencia y Desarrollo de la UAR en la Patagonia. Sus comentarios llegaron a oídos de los organizadores del torneo bajo el argumento de que era un hecho político. El destacado jugador del SIC y del seleccionado nacional en las décadas del 70 y 80 quedó así en entredicho con su participación en un partido disputado en Sudáfrica el 3 de abril de 1982, cuando apenas comenzaba la Guerra de Malvinas.
En aquel momento Petersen jugó para un combinado llamado Sudamérica XV que enfrentó a los Springboks violando el boicot que Naciones Unidas y el Comité Olímpico Internacional le habían impuesto al régimen del Apartheid. En rigor, eran Los Pumas más dos rugbiers uruguayos y uno brasileño. Aquel día le ganaron al seleccionado sudafricano 21 a 12 y todos los puntos los marcó Hugo Porta. El medio apertura de Banco Nación, considerado el mejor jugador argentino de la historia, fue después embajador en Pretoria durante el gobierno de Carlos Menem.
En un artículo de La Nación del 2008, Serafín Dengra -compañero de equipo de Petersen y Porta aquella tarde en Bloemfontein, la capital jurídica del país- recordó una anécdota que pintaba la situación: “Me acuerdo de que el test coincidió con el comienzo de la Guerra de las Malvinas y de lo chocante que me resultó ver tribunas para blancos y tribunas para negros”. En esas condiciones se disputó el partido que es una mancha viscosa en la historia del deporte argentino. Aunque no lo fue para la revista El Gráfico que consagró la victoria deportiva en su tapa con la foto de Porta ingresando a la cancha con una camiseta que no era la de Los Pumas. Los quince titulares sí integraban la selección.
Eliseo Branca jugó aquel 3 de abril del 82 y recordó una vez: “Yo tenía 20 años, no sabía nada de política, estaba en otra cosa. Lo único que pensaba era en el rugby y en ganarle a los Springboks”. Hoy es uno de los principales apoyos que recibe Carola Ochoa cuando recorre el país tratando de organizar el torneo homenaje. El año próximo se realizará la quinta edición en Mar del Plata por iniciativa de los familiares de rugbiers desaparecidos de la ciudad. Si la UAR define que el reconocimiento a los deportistas coincida en el 2020 será un mojón más en la búsqueda de memoria, verdad y justicia. A la Unión le ha costado tener empatía con esa histórica lucha. Pero ahora se la recuerdan los compañeros, amigos y parientes de las víctimas. Como lo hicieron los All Blacks cuando visitaron la Ex ESMA antes de su último encuentro en la Argentina y se interesaron sobre lo que ahí pasó durante la dictadura cívico-militar. Transcurrió mucho tiempo desde su primer viaje a la Argentina. Fue en 1976, cuando se produjo el golpe de Estado.