Sonia Bermúdez tenía nueve años cuando miraba la pantalla del televisor y soñaba en su casa. Los ojos abiertos y concentrados reflejaban las luces del aparato, que le devolvía imágenes de futbolistas raspando y luciéndose con el objetivo de alzarse con la Copa del Mundo. Mientras veía a Brasil consagrarse en aquella edición de Estados Unidos 1994 y alentaba a la Selección española, imaginaba otro mundo (que ella hizo) posible: jugar un Mundial con la camiseta de la Roja. Aunque en su destacada carrera haya ganado 12 títulos de Primera División (con el Atlético de Madrid, el Barcelona y el Rayo Vallecano) y haya salido máxima goleadora de la liga en cuatro temporadas, la experimentada delantera recuerda aquella escena con la felicidad del sueño cumplido: Bermúdez jugó para su país el Mundial de Canadá 2015 y señala aquellos días como el mejor momento que le dio el fútbol.
Pero el fin de semana el deporte no la encontró demoliendo redes sino luchando por la igualdad: este sábado, la capitana del Levante debió haber enfrentado al Sporting de Huelva, por la novena jornada de la liga española, pero no lo hizo. Estuvo en su casa, acatando un paro histórico -el primero del fútbol de mujeres en el país ibérico- junto a sus compañeras futbolistas, que consiguieron suspender todos los partidos de la fecha en reclamo por un convenio colectivo de trabajo que les garantice sus derechos mínimos y que se les viene negando en su negociación con la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino desde hace más de un año.
“Estuve triste a la hora del partido porque para nosotras es vital jugar, pero tampoco podemos olvidarnos de que el fútbol un día se acaba y hay que pensar en el futuro. Ojalá esta lucha sirva para que tengamos mejores condiciones para las jugadoras que vengan”, le cuenta a Página/12 Bermúdez, quien además integra el comité de fútbol femenino de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato que nuclea a las jugadoras.
-¿Qué sensaciones tenés luego de este fin de semana de huelga?
-Tristeza, porque después de un año y medio de reuniones estamos en el mismo punto que hace mucho tiempo. No quisimos llegar a esta situación: el fútbol es nuestra vida y no jugar un fin de semana es sinónimo de tristeza para nosotras.
-¿Cómo hicieron efectiva la medida de fuerza?
-Una vez que supimos que no se firmaría el convenio tampoco esta vez, yo se lo comuniqué al equipo y la jugadora que no estuviera de acuerdo podía presentarse al lugar de trabajo. También estuvimos en contacto con el resto de los equipos. El viernes nuestra entrenadora nos citó como cada fin de semana y ninguna jugadora acudió. El otro equipo tampoco y entonces supimos que se haría efectiva la medida de fuerza.
-¿Qué edades tienen las jugadoras de la Primera del Levante?
-Tenemos jugadoras desde los 18 años hasta los 35, que es mi caso porque soy la mayor.
-¿Desde las más experimentadas se ha ido transmitiendo la importancia de esta lucha a las más jóvenes, que quizás sólo anhelan jugar en Primera?
-Todas hemos ido aprendiendo en esta lucha. Las más jóvenes han sido concientizadas de que el futuro es de ellas. Es verdad que, cuando eres joven, no eres muy conciente de lo que te espera porque tu ilusión es jugar, pero ya cuando eres más mayor, te das cuenta de que no todo es jugar y que es necesario tener garantías para el futuro. Ese mensaje es el que intenamos dar. De mi equipo, sólo dos jugadoras no acudieron a la última gran asamblea, donde hubo 250 futbolistas y se definió la huelga. En mi vestuario ha habido un gran recibimiento a la medida y las jóvenes se han concientizado de que la lucha también es esencialmente por ellas, para que mañana tengan mejores condiciones que las que tenemos hoy.
-Como capitana, ¿esta lucha también te ha dado satisfacciones desde ese rol?
-Sí, me siento acompañada, pero esto no es cuestión de ser capitanas o no sino de defender nuestros derechos. En el vestuario siempre hay una jugadora que está más o menos de acuerdo, pero ver que todas vamos por lo mismo te hace sentir feliz. Tenemos claro que, siendo mujeres, si no trabajamos y luchamos juntas, no conseguiremos nada.
-¿Recordás las condiciones del fútbol en el que debutaste?
-Debuté con 16 años en el club Pozuelo. Lo único que me importaba era jugar al fútbol y lo que menos, si cotizaba o no como jugadora. En esa época yo estudiaba, trabajaba y entrenaba, pero eso supuso muchas lesiones en mi carrera, porque si quieres dedicarte 100 por cien al fútbol, hay que dedicarse literalmente. El fútbol para nosotras era muy distinto entonces: se jugaba en campos sin gradas, la Selección no iba a Mundiales ni Eurocopas y las sociedad no estaba concientizada sobre el fútbol jugado por mujeres. Ha cambiado muchísimo. Con los años, los clubes de Primera han apostado y han empezado a conformar sus equipos de fútbol femenino. Por eso, nosotras también queremos aclarar que no tenemos nada en contra de los clubes; simplemente creemos que merecemos unos derechos mínimos en pleno siglo XXI, a nivel salarial, social y de igualdad.
-Al ser seguidas por muchas chicas que miran fútbol, ¿también quieren ser referentes de la igualdad, en virtud de lo que representan?
-Sí, yo también tenía referentes cuando empecé y el fútbol femenino no era conocido. Hoy se televisan cuatro partidos, se abren estadios y la gente se vuelca; es un deporte que ha ido creciendo. Por eso exigimos que se nos reconozca como lo que somos: futbolistas las 24 horas.
-¿En Primera y Segunda división todas las jugadoras de cada plantel cobran su sueldo?
-En Primera creo que sí, pero en Segunda no todas las jugadoras. Pedimos que haya un mínimo entre las que no llegan a 16 mil euros, con un 75% de parcialidad que hace que como mínimo la remuneración sea de 12 mil euros anuales. Ese es el salario mínimo que aceptamos.
-¿Qué implica ese 75% de parcialidad?
-Lo que pedimos inicialmente eran 40 horas semanales, que es lo que tienen nuestros compañeros futbolistas. Como ellos, somos futbolistas las 24 horas, que juegan, entrenan, van al gimnasio para prevenir lesiones, comen bien, hacen dieta, no pueden ir a hacer deportes de riesgo porque al día siguiente trabajan, y así... De ese pedido inicial, nos rebajamos al 75%, que equivale a unas 32 o 35 horas. La Asociación de Clubes comenzó sin ofrecer nada, ahora propone un 50% y por eso estamos encallados ahí. Además, cumplimos con creces las horas que pedimos: nomás cuando viajamos a Bilbao a jugar un partido, salimos un sábado en autobús a las 11 de mañana y volvemos a Valencia a las 22 del domingo. No entendemos por qué se ha encallado aquí la negociación.
-¿Por qué es tan importante ese punto?
-Es muy importante para cuando las jugadoras se retiren. Cuando sales del fútbol, sales sin experiencia en otros trabajos y no queremos que una jugadora que dio todo por sus equipos, se encuentre con una mano delante y otra atrás. Sabemos que muchas ya no llegaremos a ese mínimo para cuando terminen nuestras carreras, pero sí luchamos para que las que hoy son jóvenes se retiren con mi edad en mejores condiciones.
-¿Cómo ha sido la recepción de la sociedad de su reclamo?
-Tengo la percepción de que hay mucha gente desinformada, que cree que pedimos el salario de los chicos. La frase clave en Twitter hacia nosotras es: 'no puedes ganar lo que no generas'. Pero nosotras no pedimos el salario de los chicos, porque para llegar a eso pasarán muchísimos años, o nunca lo veremos; sólo pedimos los mismos derechos. Hay jugadores como Borja Iglesias o Iniesta que nos están apoyando y que el fútbol masculino nos apoye es importantísimo porque ellos son los que realmente mueven este deporte.
-¿El apoyo de los futbolistas varones ha sido masivo o de casos aislados?
-Ha sido más bien aislado. Echamos de menos que se pronuncie algún capitán de Selección o algún jugador más mediático. Sabemos que no están muy informados, pero para nosotras un minuto de su tiempo es vital. Es un tema de igualdad, como dijo Iniesta. Sabemos que ellos ganan cifras estratosféricas y nuestros salarios son normales y no queremos que ellos dejen de ganar lo que ganan; sólo pedimos igualdad de derechos y los mínimos dignos. Yo les he visto en apoyo a la lucha por nuestras reivindicaciones, ojalá en estos días se terminen de pronunciar. Igualmente, sabemos que tenemos que pelear por nosotras. Y el fútbol femenino está unido.
-Más allá de lo difícil de estos meses, ¿destacás algún momento feliz en este tiempo de lucha?
-Sí, me quedo con el día de la última asamblea, cuando se votó la huelga. Encontrarnos a las jugadoras de todos los equipos luchando por lo mismo fue muy bonito. Es triste que lleguemos a esta medida porque el conflicto no se solucionó, pero es bonito encontrarnos unidas con compañeras de otros equipos. Al final, tú no tienes amigos en el terreno de juego porque defiendes tu escudo, pero afuera todas queremos que el fútbol femenino crezca y que las jugadoras del futuro tengan condiciones mejores donde desarrollarse. Y todas lucharemos a muerte por ello.