Desde Roma
Pocas horas antes de partir a Tailandia y Japón (19-23 de noviembre) donde cumplirá su séptimo viaje al exterior de 2019, el papa Francisco concluyó el domingo una semana particular en la que no sólo nombró como virtual ministro de la economía del Vaticano a un jesuita, sino que además compartió el domingo un multitudinario almuerzo con pobres en la sala Paulo VI normalmente dedicada a las audiencias vaticanas.
“Mi pensamiento está dirigido a todos los que han promovido inciativas de solidaridad para dar una concreta esperanza a las personas más necesitadas (…) Esto debe ser un testimonio de que la atención no debe faltar jamás en relación a nuestros hermanos y hermanas. He visto recientemente algunas estadísticas sobre la pobreza en el mundo. Me ha hecho sufrir mucho la indiferencia de la sociedad hacia los pobres...”, dijo Francisco en su mensaje desde el balcón del palacio Pontificio, en ocasión de celebrase el domingo la Jornada Mundial de los Pobres. Poco después, Francisco compartió el almuerzo en el aula Paulo VI con unos 1500 participantes, algunos refugiados y familias gitanas y muchas personas que viven en la calle entre ellos.
En cuanto al nuevo ministro, algunos comentaristas coinciden en sostener que el nombramiento del jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves como prefecto –virtual ministro– de la Secretaría de la Economía de la Santa Sede, es un hecho significativo y curioso. Luego de los escándalos por el mal uso de fondos vaticanos que salieron a relucir en octubre y dos años después de que quien fuera el encargado de las finanzas, el cardenal australiano George Pell, debió abandonar su cargo para defenderse en Australia en los juicios por abusos sexuales, el nombramiento de un jesuita que nada tiene que ver con la curia vaticana, resulta particular. En efecto el papa Francisco prefirió al jesuita, Licenciado en Economía y con una buena experiencia en materia de administración de bienes de la Santa Sede, y no a un cardenal o un obispo.
Padre Guerrero Alves fue hasta ahora delegado del Padre General de la Compañía de Jesús, el venezolano Arturo Sosa Abascal, para la administración de casas y obras en Roma confiadas a los jesuitas por la Santa Sede. Pero también, entre otros cargos, se desempeñó en Castilla, donde tuvo que administrar recursos escasos y contribuir al proceso de integración y reorganización de las provincias jesuitas españolas.
Nacido en Mérida, España, en 1959, Guerrero Alves entró en la Compañía de Jesús a los 20 años. Es licenciado, además de Economía, en Filosofía y Teología. En 2014 fue destinado a Mozambique donde se desempeñó como economista y coordinador de proyectos de la Compañía de Jesús y desde 2017 vive en Roma.
“Como jesuita es una alegría recibir una misión directamente del Papa. Es un modo privilegiado de realizar mi vocación”, dijo Guerrero Alves a la agencia vaticana Vatican News. “‘Sorpresa’ fue la palabra usada cuando me llamaron desde Mozambique a Roma para ser delegado del Padre General. Para este nuevo servicio debería buscar otra palabra, porque no entraba en modo alguno en mi ámbito de posibilidades. Ha sido algo absolutamente inesperado. Al comienzo me asustó y me tuvo varios días aturdido. Pero lo recibo con humildad. Daré lo mejor de mí”, agregó.
“Obviamente, soy una persona que viene de fuera de la Curia Vaticana y que entra en un mundo nuevo. Necesitaré un tiempo de adaptación y aprendizaje, de conocer y familiarizarme con las personas, con los procedimientos, con las relaciones con los otros dicasterios. Y lo haré entregándome plenamente a la tarea que se me encomienda”, concluyó, no sin antes destacar que esperaba “poder contribuir a la transparencia económica de la Santa Sede y a hacer un uso eficiente de los bienes y recursos que están al servicio de la importante misión evangelizadora de la Iglesia”. El padre Guerrero ocupará su cargo en enero de 2020.
La Secretaría de la Economía de la Santa Sede fue creada por el papa Francisco en 2014 como parte de la reforma financiera que él impulsó en el Vaticano y que pretendía lograr total transparencia en ese campo, ya que había dudas y acusaciones sobre el funcionamiento, entre otros, del banco vaticano IOR (Instituto para las Obras de Religión). Como prefecto fue nombrado en ese momento el cardenal Pell. Pero en junio de 2017, acusado en su país de abusos sexuales de los que él se declaraba inocente, el pontífice lo obligó a viajar a Australia para defenderse. Pell fue condenado a seis años de cárcel, aunque actualmente hay todavía una apelación de su parte que deben evaluar los jueces. Desde entonces la Secretaría de la Economía fue administrada provisoriamente por monseñor Luigi Misto.
Al escándalo de Pell, aunque no estaba relacionado con las finanzas vaticanas, se le agregó otro que salió a relucir en octubre por el mal uso de fondos de la Santa Sede de parte de empleados de la Secretaría de Estado vaticana, es decir la oficina del virtual primer ministro, cardenal Pietro Parolin. Pero el cardenal no está implicado.
La investigación se refiere al período que va de 2011 a 2018. Se investiga en particular sobre algunas no muy claras operaciones financieras y la compraventa de inmuebles super millonarios en el exterior. Cinco empleados están acusados y fueron suspendidos. También se investiga sobre el uso indebido del llamado Obolo de San Pedro, las donaciones que hacen los cristianos y que deberían usarse a favor de los pobres.
La prensa italiana ya empezó a hacer elucubraciones sobre el nombramiento de Guerrero. Hay quien sostiene que su misión será casi imposible, dado que cuando ocupará el cargo habrán pasado casi siete años de la elección del papa Francisco y la situación de la economía vaticana sigue siendo inestable. Otros en cambio ven como muy positivo el nuevo nombramiento ya que Guerrero cuenta con la completa confianza del papa y de la Compañía de Jesús y el hecho de no pertenecer a la curia vaticana, es decir al conjunto de sacerdotes, obispos y cardenales que trabajan dentro del Vaticano, le permitirá salvarse de las presiones y condicionamientos que éstos podrían ejercer sobre él.