Hace pocos días, el presidente electo de los argentinos, Alberto Fernández, pronunció un notable discurso latinoamericanista en México, nada menos que desde la capilla colonial de San Ildefonso, el corazón histórico de lo que hay se conoce como la Universidad Nacional Autónoma de México.
Se sumó a un antecedente, a otro discurso en 1928, otro argentino, éste uniformado y con el grado de general del Ejército y como titular y fundador de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), empresa creada por los gobiernos radicales. Mosconi, formado no solamente en el Colegio Militar de la Nación Argentina sino en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, viajó por esas épocas por América Latina para explicar la política petrolera nacionalista argentina.
Habló en el Colegio Militar de México, pero el discurso de San Ildefonso fue notable. Dijo entonces: ”En la República Argentina han iniciado hace algunos años sus actividades dos grupos, el anglo-holandés Royal Dutch y el norteamericano Standard Oil, que se disputan la posesión y el control de la producción mundial de petróleo. Tanto el grupo europeo como la Standard Oil, el poderoso norteamericano de funesta tradición ante la Justicia de su país, son indeseables para toda nación que quiera fecundar en paz su trabajo creador. Por lo general intenta perturbar y ejercer influencia sobre la labor legislativa o resisten y violan la aplicación de las leyes y reglamentos que tiene a su cargo el poder administrador. Con cierta aproximación, ambas organizaciones son equivalentes entre sí. Harto conocido es, y en poco se diferencia, el catecismo de penetración y de dominio que ponen en práctica para realizar sus planes. La Standard Oil donde se instala se convierte, no ya en un Estado dentro del Estado, sino en un Estado sobre el Estado”.
Dos años después un golpe militar, no casualmente llamado “con olor a petróleo” por el escritor norteamericano Waldo Frank, derrocaba al gran presidente radical Hipólito Yrigoyen. Mosconi fue despojado de la dirección de YPF, fue pasado drásticamente a retiro de las filas militares. Murió enfermo y sin ser reconocido en los duros años 30 de la Argentina. Pero ese discurso latinoamericano y universitario, argentino y mexicano, ha quedado inserto en la mejor tradición de unidad entre México y Argentina.
Diez años después, otro joven general mexicano, ya como presidente de la República, Lázaro Cárdenas, nacionalizaba el petróleo de su país y fundaba Petróleos Mexicanos (Pemex). El discurso de Mosconi estaba allí, vivo, repicando en la Capilla Alfonsina de la UNAM cuando Alberto Fernández rescataba lo mejor de las políticas y tradiciones comunes regionales en ésta hora dramática de América Latina, como lección para todo ciudadano del continente, en especial a los que tienen el privilegio y asumen la obligación de ostentar las armas de la Patria Grande.
* Bernetti es licenciado en Ciencias Políticas, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM.