Un contingente del Ejército boliviano se instaló ayer en el pueblo de San José de Pocitos, que linda con Profesor Salvador Mazza de lado argentino.
El arribo de los militares, en horas del mediodía del domingo, provocó gran inquietud de ambos lados de la línea que separa a ambos países. Es que, como recordó un habitante boliviano, hace 14 años, “desde que entró Evo Morales, no había militares” en la frontera.
La patrulla que llegó hasta al límite internacional dejó guardias en la oficina de Migraciones y ocupó la sede de la Policía boliviana, donde sentó su centro operativo.
El periodista argentino Raúl Costes, residente de Salvador Mazza, difundió la novedad en su perfil de Facebook. Consultado por Salta/12 sobre el alcance de la presencia militar en Pocitos, contó que el domingo solo consistió en la ocupación de las dependencias y en la guardia a pocos metros del límite internacional. Se espera que hoy, día laborable del lado boliviano, se sepa, en la práctica, si el Ejército tiene previsto hacerse cargo del control migratorio.
Costes describió que llegaron camionetas del Ejército boliviano con “una importante cantidad de soldados con armas largas”.
Dos se colocaron en las puertas de las oficinas de Migraciones de Bolivia, tres tomaron posición en la avenida a metros del puente internacional, el resto ingresó a la dependencia policial, donde fijaron una base operativa en conjunto con la Policía. Consultado por Costes, un jefe policial dijo que estaba “todo normal”, y que la presencia militar era solo en prevención.
“Ahorita están sacando a todos los que son de la línea de Evo Morales” de Migraciones, relató un ciudadano boliviano que dijo sentir "lástima" por los muertos y sus familias en la represión en las principales ciudades de su país.
Otros informaron que en la plaza de Pocitos hay una presencia militar más numerosa.
Costes destacó que la oficina de Migraciones está al lado del canchón que usan los bagayeros bolivianos (unos 1.500, organizados institucionalmente) para acopiar mercaderías, por lo que los conocedores de la zona de frontera anticipan que podrían darse situaciones de tensión si es que los militares no permiten el desarrollo de las actividades habituales.
El movimiento habitual entre Salvador Mazza y Pocitos, dos pueblos que en la práctica funcionan como uno solo, se resintió desde que se cometió el golpe. La avenida que sigue al paso fronterizo, de común llena de compradores y vendedores, está prácticamente desolada, con unos pocos visitantes.
Es que el golpe de Estado y la represión desatada por el gobierno de facto que encabeza Jeanine Añez han despertado el temor de los habituales visitantes argentinos.
Por otro lado, de ambos lados de la frontera hay buena cantidad de camiones a la espera de que se les permita el paso.