Una vez más, en Central los barras ganaron la pelea por mantener el control de la tribuna y el fútbol del club. Los violentos de Arroyito que coparon el vestuario en la práctica del primer equipo, previa al partido con Godoy Cruz, no serán castigados. Porque aunque todos condenan a los violentos, nadie los denuncia. Eso ocurrió en Arroyito y habrá impunidad ante la falta de una causa abierta. “No hay delito sin denuncia”, se lamentan desde el área de Seguridad de la provincia. A pesar de la repercusión pública, tampoco se actuó de oficio, lo que añade la indiferencia de la Justicia al actuar de la barra por el club.
Días antes del partido que Central jugó con Godoy Cruz, por la fecha 12º de Superliga, una docena de barras irrumpió en el vestuario de los jugadores y los intimaron a “ganar” el partido con los mendocinos. El día del encuentro, la barra colgó banderas ratificando el mensaje de amedrentamiento que la policía exigió que se retiren antes del comienzo del encuentro.
"El público en general aprobó el apriete porque el equipo ganó, y eso genera un clima de que lo sucedido no estuvo tan mal".
El Ministerio de Seguridad de la Provincia convocó a las víctimas y a las autoridades del club, y nadie negó los hechos. Pero el relato de lo sucedido tuvo un tono de “amistad”, insostenible para cualquiera que conoce el proceder de los hombres de la popular. Los jugadores y el cuerpo técnico se negaron a reconocer la visita como una “intimación”, complicidad que los violentos también encontraron cuando se les ofreció a los dirigentes esclarecer lo sucedido.
Cualquiera que ingresa a las instalaciones del club como lo hicieron los barras sale detenido. Pero como sucedió con asiduidad en los años en que el equipo militó en el Nacional B, los hombres que responden a Andrés “Pillín” Bracamonte volvieron a demostrar su ascendencia en la institución con una visita al vestuario que desnudó los bajos niveles de seguridad con que entrena el plantel. La vulnerabilidad que sintieron los jugadores los aleja de cualquier planteo posible de denunciar a los violentos. ¿Y después quién los cuida?
Por eso fracasó la iniciativa del ministerio de Seguridad por aplicar sanciones a los barras identificados. “No se presentó ninguna denuncia y ahí encontramos un freno a la investigación. Además, no había imágenes tomadas en el club en el momento en que fueron los barras”, reconoció un colaborador del ministerio. Tanto los jugadores como el cuerpo técnico y los directivos se negaron a dar cuenta de lo sucedido, por lo cual es inevitable que volverá a pasar. “Lamentablemente, lo que hicieron los barras encontró luego la aprobación del público en general porque el equipo ganó, y eso también genera un clima de que no está mal lo que sucedió”, acotaron en Seguridad.