"No hay más lugar para el cinismo señores", dijo el Presidente.
Dijo muchas cosas más, muchas inconcebibles, ofensivas hasta para las posverdades PRO. Ese neologismo con el que se enmascaran las mentiras seductoras, persuasivas, aquellas que permiten dar como cierto aquello que uno quiere creer. En el relato de Macrilandia es esa definición la que sigue repiqueteando.
"El problema de Mauricio es que es franco", declaró hace unos días su vicepresidenta Gabriela Michetti, ajena a las sutilezas de las asociaciones ¿Macri cumple con el popular refrán: 'Dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces'? ¿O por primera vez es franco? Es verdad, el cinismo se quedó sin lugar, Cambiemos lo ocupó todo.
Se necesita un antídoto para recuperar el valor de las palabras.