¿Qué hacemos con lo que hicieron de nosotros? En la respuesta que pueda darse subyace lo que somos, según definió Jean-Paul Sartre, y responder a esa pregunta es lo que intenta hacer Elena, en un cuartito en penumbras, como en un confesionario, con un zapato de taco en una mano, el pelo revuelto y el labial rojo corrido. En Piel marcada, escrita e interpretada por Lucía Steimberg, y dirigida por Alejandra Marino, se revela su historia. Sólo un par de bombitas que cuelgan del techo la iluminan mientras habla, se cambia de ropa y sumerge sus pies en un tacho metálico. De fondo, una mujer envuelta en una túnica negra –interpretada por Marino– parece ser la única testigo de su confesión. Elena, la menor de tres hermanas, amante de las empanadas de arroz y del color rojo, fue abusada cuando tenía 6 años y ese instante brutal marcó su vida para siempre.
“Lo que le pasa a ella es lo que le pasa a muchas mujeres”, señala Marino, y Steimberg agrega: “La obra toca una temática muy difícil y no plantea que hay que ser felices a pesar de lo que nos pasa, sino que muestra a una mujer que pasa por distintos estados de su vida, y que no cree que lo que le pasó la haga mejor”. Elena decide hacer algo con lo que hicieron de ella, y es en esa decisión, que es su identidad, donde radica la dimensión sartreana de la historia. La víctima decide dejar de serlo. Ríe, llora, ama, odia, se empodera y se hace cargo de las marcas que otros imprimieron en su cuerpo.
“Lo que se cuenta en escena entra en el orden del surrealismo, pero existen tres cuestiones que son reales: ella fue abusada, luego intenta conocer y conseguir el amor como puede, y al final también intenta liberarse como puede. Todo lo teatral, que luego aparece en el medio, puede ser cierto o puede ser construido por ella”, señala la dramaturga. Ambas hurgan de forma minuciosa en el sentir del personaje. “Ella busca el afecto, pero nunca va a buscar ni la pena ni la lástima. El sufrimiento no la hace mejor, sino más ladina y más jodida”, reflexiona la directora, al mismo tiempo que reivindica el sentido dramático de la puesta: “Soy una gran elogiadora de la tristeza, porque creo que permitirse este sentimiento es un vehículo para el cuerpo y para el pensamiento. La tristeza nos lleva por un camino más real hacia nuestro propio deseo, porque si pretendemos la felicidad de forma permanente, nos frustramos. Por eso, me interesó el camino dramático que el personaje hace, porque Elena no entra de una manera y sale igual, sino que sale transformada, y ese es el poder del arte”.
Documentalista y guionista, Marino ha trabajado largamente para poner en escena la problemática creciente de la violencia de género. Dos de sus trabajos más significativos son El sexo de las madres, película que también aborda un caso de abuso, y Sin miedo, un documental realizado para el ciclo televisivo 30 años de democracia, a través del que se visibiliza la lucha contra la violencia de género dentro de las Fuerzas Armadas. “Escribo sobre estas cosas, pero el tema del abuso me parece troncal, y se me hizo más necesario pensar en esto porque soy mujer y tengo hijos varones. En El sexo de las madres traté el caso de un abuso y de una mujer que queda estéril a causa de un aborto mal practicado, y cuando estaba investigando para hacer la película, todas las mujeres con las que hablaba me contaron que habían vivido una experiencia similar”, cuenta la realizadora.
El 8 de marzo tendrá lugar un Paro Internacional de Mujeres, hecho inédito en la historia mundial del movimiento feminista, que sintetizará en una misma jornada la lucha contra la violencia machista en todas sus formas, y el reclamo de una acción estatal que promueva los cambios culturales necesarios para revertir la desigualdad de género. Steimberg y Marino también paran, y lo hacen saber con la lectura de un texto del colectivo Ni Una Menos al final de cada función. “Es fundamental hablar y discutir mucho sobre lo que nos pasa a las mujeres, para que los varones logren entenderlo y nos acompañen”, sostiene al respecto la actriz.
“Estamos viviendo un momento en el que la crónica de la realidad nos expone de una manera espantosa, para luego concluir en que es culpa nuestra el hecho de que seamos abusadas, porque luchamos contra este problema”, argumenta Marino. “Esta obra es una oportunidad y eso es lo que las mujeres necesitamos: oportunidades. Porque podemos tener leyes, pero esa letra está muerta si no hay una apertura y una posibilidad de desarrollar este tipo de temáticas”.
* Piel marcada puede verse en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), hoy a las 21. Funciones especiales: miércoles 8 de marzo, en Ushuaia; y el jueves 9, en Río Grande.