“Se vienen cosas buenas. Está Wosito , están Catriel y Paco , está el tío Dárgelos”, decía Duki entrada la noche del tercer día del festival La Nueva Generación, flotando sobre ese pedo de verborragia que lo caracteriza y lo convierte en un artista pop para consumir con o sin canciones, al punto de que recién ahora sacó su primer disco, Súper Sangre Joven. Su frase no solo remarcaba la enumeración bien taquillera de la grilla sino que también exponía el vértigo de distancias entre varios de los universos que la compusieron. Con un show completamente digital, veloz y efectivo, aunque también algo frágil –“Saltamos de más, ¡desenchufamos todo!”, dijo en medio de un hiato técnico, como si acabara de bardear con sus amigos en un living–, el Duko sincronizaba relojes con un presente exacto, donde el trap marca el pulso del ahora y bandas como Babasónicos son elementos de evocación de un pasado donde el tiempo era una medida indudablemente mucho más laxa.

Duki dio un show completamente digital, veloz y efectivo, aunque también algo frágil (Foto: Cecilia Salas)

 

Y es que si algo quedó cristalizado en esta edición de La Nueva Generación, eso fue la aceleración vertiginosa de los procesos simbólicos, la propulsión de figuras de consumo que se vuelven grandes en cuestión de días. El crecimiento instantáneo de Nicki Nicole, colmando la capacidad de uno de los escenarios techados del predio como una estrella pop solicitada por todos –cantó con Duki y atajó selfies como pudo–, a solo seis meses de la publicación de su primera canción . La celebración del primer año de vida del dúo entre Ca7riel y Paco Amoroso , ese bólido de trap-rock que ya es uno de los proyectos jóvenes más fuertes de la escena argentina, a punto de debutar en Obras. O la confirmación de Wos como el artista argentino del año, alcanzando el porte de nobleza con apenas su primer disco recién editado y dos Luna Park por venir. Son todas partes de un gran rompecabezas que suma y quita piezas con la facilidad de acción de un algoritmo.

El mayor logro del festival –que contó con una jornada gratuita, además de charlas y workshops– fue la sensación de un acá y ahora preciso. Porque no había duda: durante el fin de semana, lo más caliente de la cultura joven parecía hacer base en Córdoba, tanto arriba como abajo del escenario. Personalidades pop como Ofelia Fernández , Pedro Rosemblat , Orco –el director de videos de la escena– o el clan Spinetta casi completo (shows de Dante y el dúo Flu Os, y Vera como público), eran parte de una celebración joven de carácter federal que, acorde a su dinámica veloz, estuvo colmada de principios y finales.

Para

 

Juan Mango debutó como solista en un trance sintético de elipsis espinetana, y en banda también despidió II, el segundo disco de Usted Señálemelo , con uno de los mejores shows del festival. Los actores de El Ángel, Toto Ferro y Malena Villa, pusieron a prueba sus incipientes proyectos en una búsqueda iniciática que se da a la vista de todos. Y Florián le dio aire a su plan solista y estrenó su último simple junto a Zoe Gotusso, que un rato más tarde le dio un final definitivo a Salvapantallas , el dúo que empezó como un juego de versiones para YouTube y que la terminó transformando en una de las cantantes más importantes de la última camada.

Entre shows sólidos de Juan Ingaramo , que subió al escenario en moto y desplegó un concierto de corte romántico y bailable en su propia tierra, o el paquete de hits de Conociendo Rusia , digitados por la elegancia guitarrera de Mateo Sujatovich, fueron llamativamente pocos los artistas que buscaron contextualizar el festival en medio del caos político y social que atraviesa al continente.

Wos liberó su lengua filosa al frente de plan clásico de power trío, con Ca7riel en guitarra. (Foto: Cecilia Salas)

 

“Los medios hegemónicos que nos mienten, nos hicieron votar a un millonario que no sabe ni hablar. Nos mienten con lo de Chile, lo de Bolivia…", dijo eufórico Julián Kartun, en medio del show de El Kuelgue , levantando una ovación cerrada. Después fue Wos el que apuntaló en la misma dirección, en medio de un lapso de freestyle. “Los poderosos corruptos que están jodiendo Latinoamérica. Está demostrado que con unión los podemos sacar a la mierda”, tiró con su lengua filosa, dentro de un entramado clásico de power trío, con Ca7riel en guitarra.

Desde el otro extremo de la parábola generacional, en un festival cargado de glitter y pelos multicolores, la banda de Dárgelos, aquel tío de Duki, generó un contraste apasionante. Portadores de otros tiempos, el show de Babasónicos chocó contra el efecto de instantaneidad que sobrevoló el festival, en un recorrido narrativo de ensamble ascendente, con un inicio casi dubitativo que fue ajustándose de forma progresiva hasta alcanzar un clímax de plenitud exquisito, flameando la vigencia de un pop que ya es de vieja escuela.