Carol Duarte tiene 28 años, empezó a estudiar actuación a los 15 y muy pronto entendió que ella tenía un privilegio: ser blanca y flaca. Fue en uno de esos primeros castings que hacía para publicidades y a los que, aunque el aviso no lo explicitara, solo llegaban blancas y flacas. ¿Qué es esto? ¿Dónde están todas las demás? Ahora lo dice sobre el escenario del Foro de Cine y Perspectiva de Género del Festival de Cine de Mar del Plata. Vino a presentar su primera película, La vida invisible, que ganó el premio “Una cierta mirada” en el Festival de Cannes y es la elegida por Brasil para representar al país en los premios Oscar.
Se trata de una adaptación de la novela de Martha Batalha La vida invisible de Eurídice Gusmão (Seix Barral, 2017) que la colocó como una de las promesas de la nueva literatura brasileña. Y está dirigida por uno de los realizadores más prolíficos y reconocidos de las últimas dos décadas en Brasil, Karim Aïnouz. Y es un gran melodrama que pone en foco el machismo y el clasismo de la sociedad brasileña en la Río de Janeiro de los años '50 a través de la historia de dos hermanas separadas por el padre, una desterrada por ser madre soltera (Julia Stockler) y la otra obligada a casarse aunque lo que quería era ser pianista. “Esta película fue mi llegada a la industria del cine, porque yo soy más que nada una actriz de teatro, así que descubrí un poco cómo se mueve este mundo. Y fue clave saber que la directora de fotografía era una mujer. Eso me dio seguridad y libertad. Eso no es común si miras los números del cine: los jefes de equipo son siempre hombres. Siempre, abrumadoramente”, dice sobre el escenario. Y al bajar agrega: “Todavía no sabemos ni hemos pensado sobre la cantidad de mujeres que fueron violentadas en los sets de cine por directores que todavía aplaudimos por su rol”.
Con más de una docena de obras de teatro, Carol se volvió popular en su país en 2017, cuando interpretó a un varón trans en la telenovela más vista de Rede Globo, "Querer sin límites" –de la ganadora del Emmy Internacional y autora de "El clon", Gloria Pérez- que tuvo 130 capítulos y una audiencia con picos de 100 millones de personas. “Es que Brasil es esta gran contradicción, porque mientras tenemos la mayor fiesta LGBTIQ del mundo, tenemos las mayores cifras de violencia contra el colectivo y la mayor incidencia de travesticidios. Y tenemos esta novela y luego elegimos a Jair Bolsonaro. Creo que el fachismo y todas sus formas crecen mientras crece también el feminismo y el activismo de las disidencias”. Y, claro, el nombre de Marielle Franco es el emblema: concejala de izquierda, negra, pobre y lesbiana. “La muerte de Marielle fue desoladora. Tuve el placer de conocerla, hablamos sobre su lucha diaria. Yo no había conocido a una mujer más valiente. Y la asesinaron. Es que Brasil está andando para atrás”, dice. Como había dicho apenas fue asesinada, en marzo de 2018: “Está muy claro lo que sucedió. Tenemos un Estado militarizado que ejecuta a una concejala negra, femenina, lesbiana y de barrios marginales. Su lucha amenazaba directamente los objetivos de un Estado asesino, racista y misógino. Y Marielle se sentó en la misma mesa que los ‘hombres’ y ocupó su espacio. Pero para decir algo más profundo: estaba levantando el polvo, revelando el genocidio negro”.
El mercado te quiere blanca y flaca o negra y desnuda
“¿Cuántas películas brasileñas has visto en los últimos años protagonizadas por mujeres negras?”, pregunta Carol. Y responde que ninguna. “En un país con más de la mitad de la población negra, el cine y la televisión reproduce como nadie el clasismo y el racismo”. Lo dice con cifras de la Universidad de Río de Janeiro: las mujeres negras tienen 5 por ciento de los papeles, las mujeres blancas el 35 por ciento, los varones blancos el 55 por ciento y los varones negros 15 por ciento. Y no quieran saber cómo se le paga a cada uno. Pero además: “Los pocos cuerpos de mujeres negras que aparecen, además de los roles asignados por el clasismo, son mucho más erotizados en las películas que los de las mujeres blancas. Y ellas, las negras, son a la vez son las más violentadas en esta sociedad. No se puede decir que no hay relación en esto. ¿Qué piensan quiénes hacen castings? La ecuación es así: si quieres trabajar en cine debes ser mujer-blanca-flaca o mujer-negra-desnuda”.
No hay casualidades aquí. “Entendí siempre que el cine es una industria que, a diferencia del teatro, involucra muchísimos actores y es una gran estructura en la que una pone su cuerpo a disposición. Y mi cuerpo es un cuerpo que en la sociedad es más vulnerable, porque tiene una vagina, y por eso es objeto de más violencia. Pero no por la vagina, sino por el dominio de los hombres. Así como son jefes de equipo, mayoría de directores y guionistas, también domina una perspectiva en la construcción de una narrativa que es masculina”.
Con el patriarcado no se dialoga
“La vida invisible habla sobre patriarcado y machismo. No hay ahí diálogo posible. Sólo puede haber barbarie. Eso es lo que se ve en la película. No hay una salida de eso. No hay salvación. Son vidas arruinadas, las de tres mujeres, porque la madre de esas hermanas también lo va a sufrir”, dice la actriz.
A pesar de que la historia habla de los '50, Carol no cree que sea muy diferente hoy para muchas mujeres en muchos lugares del mundo y en buena parte de Brasil. Además de la opresión del padre y de la mirada social, la película también habla de la violencia sexual intramarital: “Eso es algo que todavía hoy cuesta hablarlo y que te lo crean. Es insólito. Yo creo que nada ha cambiado tanto como a veces creemos. Las leyes las siguen haciendo los hombres. Y mientras eso no cambie, nada va a cambiar. Las leyes las siguen haciendo los blancos y entonces no hay fin del racismo”.
Carol acaba de grabar su segunda telenovela, "El séptimo guardián", donde va a interpretar a una prostituta. “Claro que creo en el poder de la ficción para transformar la realidad. Pero también creo en visibilizarme lesbiana y creo sobre todo en la educación, en la información, en una cultura del respeto y la libertad. No hay película ni novela que alcance cuando desde el Estado no se lucha contra la violencia, sino que se la fomenta.