Ya no se hacen películas así: es posible que a alguien se le venga a la mente esa frase frente a Contra lo imposible, y puede que tenga bastante razón. Como si la película misma fuera consciente de esa cualidad anacrónica, de cine clásico hecho de primeros planos de expresividad medida y personajes secundarios memorables y tópicos universales envueltos en una historia que es toda particularidad, todo en ella está bañado por la luz de otra época tal como quedó plasmada en imágenes publicitarias que ya son míticas: esa luz solar plena del oeste norteamericano en los sesenta, las sonrisas blancas en los rostros curtidos por el sol, las personas felices con su botella de Coca Cola. Contra lo imposible —que en realidad se llama, más atinadamente, Ford vs. Ferrari— es la nueva película de James Mangold, el director de las disímiles Inocencia interrumpida (1999), Walk the line (2005) y Logan (2017), y cuenta, como todas las grandes películas, varias cosas a la vez: en primer lugar, el intento de la empresa Ford por ponerse al día con los gustos de una nueva generación, la de los baby boomers, que buscaba aventura, glamour y velocidad donde sus padres habían buscado solidez y confiabilidad. Henry Ford II (un brillante Tracy Letts, en el muy norteamericano papel del hombre mediocre con suerte, que ha heredado la empresa de un visionario y no puede estar a la altura) necesita buscar la manera de cambiar el perfil de su marca y pasar de los aburridos y previsibles autos familiares a nuevos modelos que compitan en el deseo de lxs compradorxs con los de Ferrari.
Para eso la Ford se propone construir autos de carrera que puedan vencer a la escudería Ferrari en Le Mans, y convoca al ex piloto y dueño de una pequeña fábrica de autos Carroll Shelby (Matt Damon), quien a su vez reclama que lo dejen trabajar con el mejor piloto que conoce, Ken Miles (Christian Bale). La misión no es tan trascendente como la expedición lunar retratada, entre otras, por El primer hombre en la luna (2018), pero Mangold consigue que lo sea. En primer lugar, porque se toma su tiempo para construir a sus protagonistas y la relación entre ellos, una de esas grandes amistades masculinas que parten de la desconfianza mutua y una admiración secreta. Carroll Shelby es un texano tosco, tanto como puede serlo Matt Damon, pero que no se ensucia las manos, y Christian Bale es un británico independiente y terco acostumbrado a trabajar solo en su taller mecánico de Los Angeles, siempre de overol engrasado y un trapo colgando del bolsillo, un laburante que podría pasar la vida sepultado en su taller si no fuera porque se cruza con alguien que ve más allá, justo la clase de tipo que puede negociar con una empresa. Porque un tema de peso en la película es justamente la genialidad en el contexto de un negocio donde facturar y poner a la marca por sobre los individuos es lo que se impone; en ese sentido, hay algo heroico en los protagonistas pero también un malestar permanente que se deriva de la necesidad de moverse en el estrecho marco que les da la Ford, muy inteligentemente apuntalado por dos subalternos de la empresa más bien mediocres y mezquinos.
Ese es el punto en el que quizás cualquier espectador, más allá de que alguna vez haya estado al volante de un auto, puede empatizar con los protagonistas (y también, claro, el punto autorreferencial de cómo hacer buen cine dentro de la industria) porque se trata de esa cuestión de supervivencia de conquistar ciertas libertades en el contexto de un sistema que nos excede y aplasta, pero también nos habilita. Contra lo imposible no idealiza ni el mundo empresarial ni la tradición fabril de Estados Unidos, sino a estos personajes que pueden conseguir algo grande en ese contexto trabajando en equipo, y es una película tan generosa que cada aspecto —la familia de Ken Miles, la esposa que interpreta Caitriona Balfe, de Outlander, cada escena de Ken Miles con el hijo en las pistas, el ruido de los motores y el esfuerzo físico de dominar a una máquina que también puede ser un arma mortal— es una experiencia tan entrañable como una especie de Cars de acción en vivo.