Finalmente, Alberto Fernández no realizará ningún viaje al exterior antes de asumir y se quedará en el país para terminar de delinear su equipo de colaboradores y las primeras medidas de gobierno. El presidente electo diagramaba una reunión para la semana próxima en París con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y otras en Roma con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, y con el presidente, Sergio Matarella. Pero surgieron problemas con el armado de las agendas, así que los encuentros quedarían postergados para cuando ya esté en funciones.
"Yo voy a ir a todos lados donde me inviten porque necesitamos que nos escuchen y que nos ayuden", había comentado Fernández a propósito de este viaje, que quedaba muy justo antes de la asunción. Con Macron había tenido una conversación telefónica --que Fernández calificó como "muy buena"--, en la que había prestado atención al cuadro de situación que le planteó sobre el país, en especial la urgencia por conseguir un nuevo acuerdo con el FMI, algo en lo que Francia puede tallar. En esa charla también conversaron sobre el golpe en Bolivia y el asilo político a Evo Morales, que Fernández por esas horas intentaba facilitar. Macron entonces lo invitó a reunirse en Francia.
Alberto Fernández luego mantuvo un encuentro con los embajadores de los países de la Unión Europea. En ese diálogo comentó la conversación que un par de días antes había mantenido con Macron y la invitación a reunirse, que seguramente concretaría. El embajador italiano en Buenos Aires, Giuseppe Manzo, extendió entonces la invitación para que en el mismo viaje se reuniera con las autoridades de su país, dados los lazos históricos entre Argentina e Italia.
En las primeras conversaciones quedó establecido que los encuentos se harían, en principio, el próximo lunes 25 y martes 26. Se barajó incluso la posibilidad de sumar un tercer encuentro con Angela Merkel en Berlín. Pero empezaron a surgir complicaciones en las agendas. Lo de Merkel enseguida se pospuso para el año próximo y desde París nunca terminó de llegar la confirmación de la reunión. Fernández no podía correr el viaje porque estaba muy apretado con la fecha de asunción, así que resolvió, en principio, quedarse en Buenos Aires y suspender su gira europea para cuando ya sea presidente en ejercicio.