La Argentina cuenta con la primera ley a nivel mundial que establece un cupo femenino para eventos musicales. Así lo asegura la principal impulsora del proyecto, Celsa Mel Gowland. Proyecto empujado en los últimos dos años por nada menos que 700 músicas de todo el país y aprobado el miércoles por la noche por la Cámara de Diputados. Determina un piso de 30 por ciento de participación de mujeres y disidencias en eventos tanto públicos como privados. “Necesitamos escenarios más igualitarios. Van a ser más representativos de los géneros y sexualidades. Siempre tuvimos en claro que la convivencia que se creará entre trabajadores y trabajadoras nos permitirá luchar más rápidamente contra violencias, abusos, la misoginia y los destratos que nos afectan como sociedad”, expresó Mel Gowland.
En mayo, el proyecto había recibido la media sanción de Senadores. En Diputados fue aprobado con 133 votos afirmativos, cinco negativos y seis de abstención. A partir de ahora, los eventos organizados de forma pública o privada que convoquen a un mínimo de tres artistas y/o agrupaciones en una o más jornadas o programaciones anuales deben respetar un cupo femenino de 30 por ciento. Este número abarca tanto a solistas como grupos de mujeres y mixtos. En este último caso, la composición de la banda también debe cumplir con un cupo del 30 por ciento. La presencia femenina no se computa en caso del acompañamiento a un varón solista. La autoridad de aplicación es el Instituto Nacional de la Música (Inamu), que impondrá sanciones y multas (de hasta un 6 por ciento de la recaudación de los shows) a productores, curadores, organizadores y responsables comerciales que no se adecúen a la normativa. Aunque el documento no menciona el aspecto de las disidencias y diversidades, de ello se ocupará el Instituto en la normativa de fiscalización.
Este resultado es “la culminación de dos largos años de trabajo” por parte de artistas de distintas geografías, generaciones y estilos, que emprendieron investigaciones, obtuvieron estadísticas propias y confeccionaron el texto original. Para ellas fue fundamental el acompañamiento de Mercedes Liska, investigadora del Conicet especializada en música popular. “La ley surgió de la discusión en las redes sociales en la primavera de 2017. Por suerte salió de las redes. Si no ponemos el cuerpo no logramos acciones que modifiquen la realidad. Esta no es la solución completa para la desigualdad, porque hay muchas formas de ser músicas en la Argentina, por fuera de los escenarios. Pero va a achicar la falta de representatividad”, dijo a Página/12 Mel Gowland, vicepresidenta del Inamu entre 2014 y 2018.
La Argentina es uno de los países más desiguales en términos de género en los eventos musicales. Se da en todos los estilos, pero es más notorio en el rock. Un estudio de la publicación chilena La Ruidosa reflejó que la participación femenina en escenarios argentinos era menor al 13 por ciento. Las integrantes de la Campaña Más Músicas en Vivo arribaron a una conclusión aún peor. Hicieron un estudio “más abarcativo”, en torno a 46 festivales, las seis regiones culturales y las 24 provincias. “El porcentaje en promedio fue de 9,96”, indicó la cantante.
En relación al trayecto legislativo de la iniciativa, Mel Gowland destaca el empuje de artistas que no precisaban para sí más posibilidades laborales, pero que “al ser conocidas y referentes” mantuvieron diálogos con legisladores para plantearles la “realidad”. El proyecto llegó al Congreso de la mano de la senadora kirchnerista Anabel Fernández Sagasti. Si bien a nivel mundial no existe una ley semejante a la recientemente sancionada, al comenzar a perseguir su objetivo la Campaña supo que la Unión Europea había firmado hacía poco una carta de intención para que en 2022 se alcanzara la paridad en los escenarios. Por su parte, Francia impone una penalidad para proyectos que aplican a becas o subsidios sin perspectiva de género. “Tomamos como espejo la ley de cupo en la política. Nos parecía un caso de discriminación positiva excelente para tomar como ejemplo”, contó Mel Gowland. A mediados de este mes, hubo una buena noticia en Rosario: el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza para promover la equidad en festivales de la ciudad. Músicas de otras ciudades --Mendoza y Santiago del Estero, por ejemplo-- batallan en la misma dirección.
En los fundamentos del proyecto legislativo se plantea como “histórico” el reclamo de intérpretes, autoras y compositoras por la falta de espacio para “exponer su visión del mundo a través del arte”. “Si para los músicos en general cada vez se achican más los espacios para tocar, en el caso de las mujeres esta estrechez alcanza la imposibilidad de dedicarse a la música como medio de expresión y como fuente de trabajo”, se lee en el documento. También: “El campo artístico-musical es un ámbito de gran visibilidad que construye modelos y representaciones sociales significativas. Es importante que los festivales contribuyan a construir imaginarios de los géneros y las sexualidades más equitativos”. En lo concreto y en lo simbólico: las músicas esperan que la norma derribe prejuicios en torno a la generación de ganancias en la industria cultural y permita la “necesaria” multiplicidad de miradas y voces.
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