"¡Esto es lo mas bizarro que he visto en este programa!" Esto exclamaba Louis Tomlinson, ex miembro de la boy band One Direction y ahora en su rol de jurado, cuando su comodidad de twink hegemónico era claramente perturbada por el show de Ivo Dimchev: peluquita rubia, camisa rosa desabotonada, pezones y cuello tatuados. El año pasado, lo habían invitado a participar en The X Factor, ese programa mainstream donde cantantes de todas partes del mundo se desviven por la aprobación del jurado. Y él, poniendo como condición que sólo cantaría sus propias composiciones, interpretó Lucky Day, una canción que, según explicaría más tarde, “habla de cuando terminás con alguien y te sentís libre así que salís con mucha gente y aunque no sean las personas indicadas intentás dejarle a cada una un pedacito de tu corazón”.
Bailó dando saltos entre sus cuatro bailarinxs que iban arrastrándose por el suelo y peinándose amorosamente entre sí. Logró conmover a Ayda Field, miembra del jurado que declaró: "A mí me gustan las cosas diferentes". Así, con mayoría de público paki (hetero) escandalizado, 3 aprobaciones del jurado y un Louis que aún insistía en que ¨su show era demasiado raro¨, Ivo pasó a la siguiente edición del programa al que se refiere como “ese show de karaoke al que jamás hubiese ido por motus propio”.
TODO SOBRE IVO
A diferencia de quienes suelen aparecer en The X Factor, Ivo no era un novato esperando a ser descubierto. Tiene 43años, es coreógrafo y ha dedicado gran parte de su vida a la performance. Se enfoca, en particular, en la interacción de su cuerpo con la audiencia, en el quiebre de la jerarquía artista-expectador que separa a quien está sobre el escenario de aquellos que se limitan a mirar desde abajo.
Por ejemplo, en Facebook theatre invita al público a escribir, vía posts de facebook, el guión de una obra que sucede en ese mismo instante. En I-cure, otra performance, tiene como objetivo resolver nuestros problemas psicológicos y físicos, bajo el lema de ¨no pierdas tu tiempo en el teatro intentando ser más culto, aprovechalo para ser más sano¨. Con una peluca rubia larguísima, nos muestra imágenes que remiten a las ideas new age de sanación, playas y cascadas que terminan mezclándose con con violencia y suciedad. En P Project el público sube al escenario a escribir poesía a partir de palabras con P: pussy, popper, poetry. Ivo, tocando el piano, transforma esos poemas en canciones. Además, quien lo desee puede subir a escena para recrear pequeñas tareas performativas como bailar, besarse, tener sexo o escribir críticas. Por haber participado en esta obra, se le paga a les participantes.
Muchas de tus perfos se basan en la relación entre tu cuerpo y la audiencia...
Todas estas performances las hice para crear estructuras dramatúrgicas más complejas, para invitar a que los demás contribuyan en la creación. Si cien personas colaboran en una estructura, seguro que va a ser más compleja. Quería perder un poco el control. Cuando hacía perfos, a veces me encontraba siendo controlador, generando un espacio seguro para mí. Así que me pareció interesante invitar gente, crear espacios menos seguros para mí como artista. Y, a la vez, conectar a otro nivel con la audiencia, activar su imaginación y su creatividad.
Selfie Concert deconstruye la posición sagrada del cantante y unifica, lo conecta con el público. Cuando se acercan a sacarse selfies conmigo a veces me abrazan, o nos movemos a la par. El fenómeno de la selfie, algo tan barato y egoísta, se convierte en un acto muy íntimo, casi sexual, en comparación con la selfie egoísta que solo habla de vos mismx y de tu idea acerca de cómo deberías verte.
¿Esta intimidad siempre fue agradable? ¿Tuviste experiencias negativas?
A veces la gente se acerca y son un poco misterioses, yo estoy en una posición muy vulnerable así que prefieren no hacerle caso a la gente que ven alrededor. Pero es como un doble juego: la gente se ve forzada a interactuar porque la condición del show es que no canto si no se acercan a sacarse selfies. Así que a algunas personas no les gusta, y otras son muy felices. Se crea una complejidad en torno a la canción, cada persona que se acerca me trae su historia así que finalmente una canción se compone por todas las historias acerca de cómo la gente se acerca a mi. ¿Están avergonzados, miedosos, son orgullosos, son exhibicionistas, me tratan mal, son dulces conmigo? Todo esto se transforma en parte de historia de la canción. Y la gente no está acostumbrada a esto, la gente está acostumbrada a percibir las cosas de la forma más simple.
Decís que sos bueno escribiendo canciones de amor. ¿Alguna vez te enamoraste?
Obvio. Tuve muchas relaciones y muchas fueron un combustible para mis letras. En este momento no estoy enamorado, o tal vez sí lo estoy, no lo sé. No confío mucho en mis emociones, a veces es más bien un juego, otras veces elijo estar enamorado y explorar esos sentimientos y llenarme, convertirme en un recipiente para esas inseguridades, esas dudas. Otras veces decido que no necesito esto y me enfoco en mi trabajo.
Hablemos de esos tatuajes. ¿Cuales son permanentes y cuales te dibujás? ¿Tienen algún significado?
Empecé a dibujarme el cuerpo hace un año o más. Disfruto los elementos tribales, me gusta su esencia primitiva porque hay una parte de mí que es muy primitiva, muy salvaje. Este tipo de tatuajes representan esa parte mía. Me los dibujé por meses y meses hasta que un día me di cuenta de que ya no quería ver mis brazos sin esos tatuajes y me los tatué. Todavía me dibujo el cuerpo, el pecho. Tal vez algún día me tatue el resto.
¿Y las pelucas que usás?
Siempre usé pelucas en mis shows. No tengo pelo y eso me limita, no quiero verme esclavizado por una sola imágen. Las peluquitas rubias me hacen ver más amigable y más suave, y esa imágen encaja mejor con mis canciones, que suelen ser muy amorosas. Usar pelucas también trae mi femeneidad, y mi energía femenina. Es una gran parte de mi sensibilidad.
¿La masculinidad también aparece en tu construcción escénica?
En mi vida diaria, me considero esclavizado por mi masculinidad. Exploro mi lado femenino en escena, porque aún creo que el cuerpo performativo no debería tener un género definido. También disfruto ser masculino, jugar con eso, pero sé que mi lado femenino siempre va a subsistir ante mi masculinidad, y es un balance natural que debería mostrar cuán complejos somos como seres humanos. Aunque queramos estar de un solo lado, siempre va a ser más complejo.
¿Cómo se vive esa exploración del género en tu país? ¿las políticas en relación a la comunidad LGBTQ?
Es una sociedad bastante conservadora. Tenemos una marcha gay todos los años, y obviamente los nacionalistas se oponen. Estamos avanzando, espero que estemos avanzando. Tenemos bares gays y lugares, pero creo que podría ser mucho mucho mejor. En Europa en general y en todo el mundo los nacionalistas se están haciendo más fuertes, en los últimos años la comunidad LGBT se volvió más vulnerable, pero no nos rendimos. Hay organizaciones políticas en Bulgaria que nos apoyan. Si la gente me pregunta sobre mi sexualidad o mi estatus de HIV voy a hablar de eso, pero no me considero un gran activista.
No ves la performance como una forma de activismo…
Creo que es, por sí misma, una forma de activismo. Ser honesto con quien sos, y poder articularlo y compartirlo de una forma honesta y valiente es un acto político. Pero no me gusta cuando la declaración política se vuelve más importante que la declaración artística.
¿Tu inclinación por la performance comienza en la niñez?
Fui muy queer en mi infancia. Me vestía con la ropa de mi mamá, y todo el tiempo hacía shows para los invitados que venían a casa. Mis padres me apoyaban mucho. A veces hasta iba a la escuela vestido completamente como una niña, y hacía un show en la escuela. Si bien en esos años comunistas todo era muy conservador, es probable que como era un niño de alguna forma estaba a salvo y nadie me lastimaba. Pero en la escuela yo era muy teatral y raro para mucha gente, así que me hacían mucho bullying y me pegaban todos los días. Más adelante me mudé y empecé a desafiar la creatividad en el escenario, y de alguna forma todo encontró su lugar y ya no tuve problemas.
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Con la seguridad de haber contribuido lo suficiente al mundo del arte contemporáneo, Ivo decidió unir en un concierto todas las pequeñas canciones que inventaba antes de sus shows, probar si podían sobrevivir por su propia cuenta. Y lo hicieron: durante los últimos años se ha dedicado a la música, a habitar ese ¨pequeño espacio¨ que son para él las letras de canciones. Su voz seductora, donde confluye un sonido grave estilo hollywood golden age y un falsete agudo, habla de la fragilidad, del amor y de la muerte. Esto y mucho más promete darle a Buenos Aires.
La cita es miercoles 27 de noviembre, 20.30 hs. Niceto Club, Niceto Vega 5510