Hace unos días, mientras aviones militares sobrevolaban La Paz, y la biblia entraba al Palacio de Gobierno de la mano de Jeanine Áñez
, autocoronada presidenta boliviana, en el Cine 6 de agosto se reunían a sesionar más de cuarenta oradoras participantes de un evento que llamaron Parlamento de mujeres. No fue para hacer catarsis, aclara una de sus organizadoras, María Galindo, sino análisis político. No obstante, las expresiones quebradas de las expositoras pueden verse en los videos, presentirse el dramatismo en la transcripción de los discursos.
Al cierre de la primera jornada, Galindo resumió todo en una frase contundente: La machocracia no es democracia. Esta definición rimada, especialidad poético – política de la agrupación Mujeres creando, remite a un estado de situación para ella previa al golpe orquestado por el derechista Camacho. Que un mandatario, Evo, haya dicho a una ministra públicamente que no quería pensar que era lesbiana o que aconsejase no comer pollo para que sus hormonas no afectaran el ser del “hombre” y no se volviera marica, es decir, que su machismo fuera así de explícito, sería suficiente evidencia para Galindo, y no solo para Galindo, del fracaso de la representatividad democrática. Pero por otra parte, durante estos 13 años los gobiernos de Morales, que también contaron con funcionarias mujeres, posibilitaron derechos como los que garantiza desde 2016 la ley de identidad de género. “Cuando nos enteramos que Evo estaba renunciando, lloré un mar de lágrimas –dijo Antonella durante la sesión en el Parlamento de mujeres-. Y muchas otras chicas trans me llamaron igual, llorando. Porque sentíamos que se había ido nuestro protector”. Pero esta protección no configura una meta para la mayor parte de las participantes de las jornadas del 12 y 13 de noviembre.
Para la feminista Silvia Rivera Cusicanqui, por ejemplo, la recuperación de la gran pluralidad simbolizada por la wiphala indigenista debiera ser el objetivo, en las antípodas de todo paternalismo presidencial. Sobre el escenario del amplio cine paceño, Galindo presentó a Rivera Cusicanqui como una hermana suya, con total orgullo, unidas por una perspectiva que, por otra parte, no circunscribe el problema al perímetro local. “Lo que se está jugando en Bolivia, es una respuesta a un problema absolutamente regional”, dice la organizadora del Parlamento.
¿Quién es la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez, cómo la describirías?
Es una figura completamente funcional y útil a este esquema fascista. Nosotras hemos planteado hace muchos años la idea de la cuota de las mujeres dentro de los partidos que nos ha vendido las Naciones Unidas como la máxima expresión de participación política de las mujeres, donde el único dato que importaba era la condición biológica y no el contenido político de la representación. Jeanine se alinea en la ficha perfecta de esa mujer biológica en la política. Es por supuesto corresponsable y se la puede ver claramente disfrutando de forma directa del papel que está jugando. Ella ha sido senadora en varias gestiones e incluso desde el proceso constituyente boliviano desde el 2009. Proviene de una región tropical, con estructura social feudal, terrateniente, ganadera. Es una figura periférica de la derecha boliviana, no tiene mucha formación ni carisma. No es conocida ni reconocida en la sociedad boliviana, pero probablemente lo haya sido en su región. En ese sentido, está en el lugar que está por azar. Lo que ha sucedido es que cuando Evo Morales renunció y se fue México, desde mi punto de vista de forma prematura, dejó un gigante vacío de poder porque después hubo una renuncia en cadena, de prácticamente todo el ejecutivo, incluso renunció la presidenta del Senado del massismo que era Adriana Salvatierra. No entiendo, me cuestiono porqué lo hizo. Y entonces por azar en la asamblea legislativa plurinacional, el Movimiento al Socialismo le deja como sucesión constitucional el mando a Jeanine Añez.
¿Pero no pensás que Adriana Salvatierra renunció porque corría corriendo riesgo su vida si seguía en su cargo?
De todos y de todas se debe precisamente la renuncia a un acto de temor. El abandono de Evo Morales del país y de Álvaro García linera, también se debe un acto de temor. Yo quiero que tú entiendas hermana que la situación en Bolivia no mejora, se complica y se descompone día por día y hora por hora. Hay muchas noches que nos dormimos, la gente que vive en El alto pues ha dormido la semana entera. Yo vivo en la ciudad de La paz y varias estaciones de TV han sido quemadas. Es una situación de psicosis generalizada, por eso mismo es muy importante la gente que no se ha ido, la gente que no ha renunciado. Yo no voy a juzgar a nadie por querer salvar su vida, pero si voy a valorar a quién asume responsabilidades como es el caso de Eva Copa, es una mujer jovensísima qué no ha terminado la carrera y qué es salteña.
Hubo otra presidenta boliviana también relacionada como Jeanine a los sectores de derecha, ¿verdad?
Sí, la primera presidenta mujer fue en el año 79, Lidia Gueiler, también del oriente boliviano. Por azares del destino y debido a una serie de vacíos de poder, terminó asumiendo ese cargo y siendo una presidenta sometida al ejército, al punto que cuando el ejército no la necesitó, amenazada de muerte la hizo firmar su renuncia. Fue una de las dictaduras más sangrientas de la última etapa del siglo XX boliviano.
¿Y no leés en esta coyuntura actual un regreso del plan cóndor setentista?
Yo soy muy crítica con los intelectuales de izquierda, especialmente con los que se llaman progresistas, en la necesidad de interpretar los procesos. Creo que el proceso que está enfrentando Latinoamérica tiene características propias y es muy importante en lugar de aplicar viejas categorías y viejos lentes, aprender de los errores de nuestro pasado, pero ser muy sensibles y entender las novedades que este proceso tiene. Lo que estamos enfrentando es más que un golpe de Estado, no quiero quedarme con ese análisis pequeño: hay un golpe de Estado, pero también hay un conflicto político, que son dos cosas diferentes que están sucediendo simultáneamente. Desde el punto de vista político, estamos ante el agotamiento de la forma partidaria como forma de ejercicio político y ante el vaciamiento de la democracia y el agotamiento de la democracia liberal representativa. Estamos enfrentando la transición del neoliberalismo al neoliberalismo de corte fascista. Está en acto un modelo de plan cóndor si tú quieres, porque es una ofensiva regional.
Una ofensiva que en esta vuelta tiene como uno de sus ejércitos privilegiados al evangelismo…
Personalmente, he sido testigo de cómo buena parte de las iglesias fundamentalistas o sectas fundamentalistas cruceñas, por ejemplo, forman a su gente en Brasil, a la par de todas esas sectas que están apoyando el gobierno de Bolsonaro y que están trayendo a Bolivia sus mismas lógicas de manejo de masas. También las he visto muy presentes en Buenos Aires la última vez que he estado, especialmente en las periferias y en las áreas rurales, como en Bolivia. Este proceso es diferente que el que caracterizó al plan cóndor de los años 70, porque las libertades sexuales y las mujeres como sujeto político no estábamos entonces en el momento en que estamos ahora. Ahora es una obsesión de esta ofensiva fascista la satanización de las libertades sexuales y la oferta a la masculinidad hegemónica de la retoma del control de los cuerpos y el trabajo de las mujeres. Y digo retoma porque en realidad han perdido ese control y esta es una oferta que de manera muy subterránea está volviendo activar la base social para este proyecto fascista. Les están prometiendo que van a poder controlar otra vez a las mujeres.
Mujeres creando organizó un evento que se llama La BIBLIA (así con mayúscula) como instrumento de manipulación…
Ahorita uno de los elementos icónicos más importantes de esto que estamos viviendo en Bolivia, es el uso dela biblia como sustitución del discurso político, justificación de todos los odios. El uso de la Biblia como santificación de los bandos fascistas, entonces en ese sentido nos interesa a nosotras hacer una descomposición de la Biblia, de su valor desde el punto de vista de la ironía, del humor, porque nosotras sí creemos que los lenguajes de lucha son muy importantes.mente se está viendo en estos días, el mismo desplazamiento de la escena política a una escena religiosa similar a la que vimos en Brasil, la consumación de un fachismo dispuesto a arrasar…
Lo qué se está haciendo con la sociedad boliviana es un conflicto que nace con un conflicto político, que tiene como escena y contenido una escena política, desplazarlo a la escena del fanatismo religioso, racista, de la misoginia y la homofobia para fascistizar y despolitizar la discusión y la deliberación. Estas medidas están sirviendo para que la escena se convierta en policíaco – militar, controlada por fuerzas armadas. Una escena ya no dirimida por la población, por la deliberación, por la discusión de argumentos, sino por la ley del más fuerte y del más violento. Por eso las Fuerzas Armadas y el pasto policíaco militar se han convertido en el eje de resolución, entre comillas, principal del problema.
¿Cómo caracterizarías lo que se está viviendo en estos momentos en el Alto y en La Paz, cuál es la situación en las calles?
Se está desplegando una violencia policial y militar muy fuerte, contra cualquiera que esté queriendo organizarse, que esté queriendo impugnar la transferencia de mando hoy ya perpetrada con el mando de Yanine Añes, como presidenta del país. Esto es muy grave. Y en ese contexto de sofocar el derecho a la palabra y el derecho a que permanezca en el plano de un conflicto político, Mujeres creando ha lanzado el Parlamento de las mujeres. Todas las personas nos dijeron: No, María, no lo hagan, se puede llegar a incendiar el cine, porque ahora el revólver que tienes en tu mano es tu celular, hay una guerra de fake news, de desinformación y de establecimiento de un clima de pánico. Por eso la instalación y la deliberación del parlamento de las mujeres ayer fue algo importante, un mensaje de una estrategia política para el conjunto de la sociedad boliviana que fue transmitido por radio, por Facebook, con intervenciones muy importantes. Porque además fue la prueba de que hay una guerra de amedrentamiento para que la gente se silencie, se quede en sus casas, no salga la calle, no tome la palabra. Entonces, la más efectiva manera de contrarrestar ese terror fascista ha sido sesionar en este parlamento de las mujeres.
¿El público se animó a concurrir o ganó el amedrentamiento?
Sí, se animó. Hubieron mujeres transexuales, indigenistas, mujeres como nosotras decimos, cholas, chotas y señoritas, indias putas y lesbianas, juntas y revueltas y hermanadas hablando contra la estereotipación y contra el escaneo de los cuerpos, de los colores de piel y de las posiciones políticas. También estuvieron presentes personas que defienden al movimiento al socialismo, porque es una defensa que nos parece legítima, esa defensa como cualquier otra defensa e ideas y de posturas políticas. Hoy estamos luchando para que el escenario de fascistización no gane y el escenario político permanezca en el plano de la deliberación política.
Salió en varios medios bolivianos que habías querido llevarle a Camacho una carta en nombre de Mujeres Creando que él rechazó. ¿Me podrías hablar de esa carta?
Camacho es el presidente del Comité cívico Pro Santa Cruz, la cabeza visible de esta fuerza racista y misógina que hoy controla la escena en Bolivia. Él activó la estrategia de entregar una carta de renuncia en el palacio de Gobierno junto con una biblia, en persona, a Evo Morales, entonces lo que hicimos es intervenir esa retórica planteando que si él, en nombre de la democracia quería entregar una carta a Evo Morales, no lo hiciera en nuestro nombre y que además reciba una carta de nuestras propias manos, para que si pide entregar una, sea capaz de recibir otra. Lo hicimos vía medios de comunicación y luego cuando llegó a La paz, nosotras, Yolanda Mamani y yo, fuimos a la puerta del hotel cinco estrellas, donde estaba reunido con todos los comités cívicos del país, a entregarle la carta. En la carta hablábamos del ecocidio de la región oriental, de la quema del bosque Chiquitano, del discurso de misoginia, del estado laico en Bolivia y del discurso de los pueblos indígenas como derecho a la representación directa y al territorio. Camacho lo que hizo fue suspender la conferencia de prensa programada, mandar al rector mayor de la Universidad mayor de San Andrés a hacer una declaración distractiva, para huir mientras tanto por la puerta de atrás y evadir así nuestra presencia física. Quedó palpable que esa era una retórica antidemocrática de su parte. Creo que fue una acción muy interesante y a la carta estamos viendo de colgarla en nuestra página web, que está intervenida lamentablemente hace varios días.
En qué situación te parece que podrían quedar las agrupaciones de activismo de género si efectivamente, como parece que puede ocurrir, la derecha se establece en el poder…
Hay que decir claramente que nosotras no hablamos de organizaciones de género, sino de feminismos, de transfeminismo, de la despatriarcalización. Hay que entender que el brazo derecho de Camacho es el abogado de lo que se consideró la manada boliviana, un grupo de jóvenes que violó a su propia amiga en una noche de discoteca. Es el abogado de los violadores cuya estrategia jurídica era la descalificación de la víctima. Una de las ofertas políticas por las cuales este hombre tiene éxito es para devolverle a los hombres el control sobre las vidas, los cuerpos y el erotismo de las mujeres que por la despatriarcalización habían perdido o están perdiendo. Lo están perdiendo no por la fuerza de lo que hizo el gobierno de Evo Morales, sino por esa rebeldía feminista que viene desde abajo. Te puedo asegurar que mientras no haya una nueva constituyente en Bolivia que nos haga retroceder, nosotras tenemos un marco constitucional dónde es importante que nos vayamos a mover. Yo no daría por sentado que vamos a perder el no sé qué, porque en realidad los derechos proclamados han sido derechos retóricos, frente a los cuales desde la organización nosotras hemos actuado y vamos a continuar actuando. Lo que va a cambiar es que va haber una represión más brutal y más directa, no contra las organizaciones de género que son en muchos casos tecnocracia de género neoliberal que nunca está en las calles. El discurso misógino contra nuestras libertades tenemos que ser capaces de revertirlo a nuestro favor, como lo está haciendo de hecho el movimiento indígena.
La voz indígena se ha alzado estos días de un modo impresionante…
Hay un discurso racista y entonces el movimiento indígena está entendiendo en muy pocas horas y de forma muy intuitiva la necesidad de revertirlo. Haberles obligado ayer a todos a colocar la wiphala en todos los sitios habidos y por haber, ha sido un mero juego simbólico, sí, pero es que no se trata sólo de eso: es una fuerza a nuestro favor. Las mujeres cis y trans debemos hacerlo también.