Uno de los máximos referentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en temas de reproducción advirtió que la humanidad enfrenta una seria epidemia, de la que todavía no hay registro claro sobre las secuelas que traería aparejada a nivel poblacional. El obstetra y epidemiólogo argentino Fernando Althabe, investigador principal del Conicet que se desempeña en las oficinas que el organismo tiene en Ginebra, se refiere a la epidemia de cesáreas, con tasas que crecen a un ritmo de dos por ciento anual y supera la cifra del 50 por ciento en algunos países. El médico brindó su diagnóstico para la Argentina y explicó cuáles son las características de los sistemas de salud que lograron las tasas más bajas.
La advertencia de la OMS sobre el aumento del índice de cesáreas no es nueva. Ya en 1985 el organismo estableció que la tasa ideal de cesáreas –las que están justificadas desde el punto de vista médico y son fundamentales para prevenir la morbimortalidad materna y perinatal- debería oscilar alrededor del 15 por ciento.
Sin embargo, las tasas de cesáreas triplican la recomendación de la OMS y en muchas regiones superan el 40 o 50 por ciento. En Argentina, según datos reunidos por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad a partir de registros oficiales, el índice de cesáreas rondaría el 45 por ciento, con picos de más del 60 en algunas instituciones privadas.
Según Althabe, el sistema de atención de nacimientos en países de ingresos medios como la Argentina se rige por “una hegemonía obstétrica clara”, donde el médico obstetra es el que decide qué hacer y qué no con respecto a un parto. “Existe una gran incertidumbre con respecto a qué pasa con las cesáreas”, reflexiona el epidemiólogo, que advierte que como el proceso quirúrgico ha mejorado radicalmente en los últimos veinte años la percepción de los médicos es que es “muchos más seguro” indicar la intervención.
“Hay muy pocas herramientas para poder predecir qué le está pasando al recién nacido en el trabajo de parto. Por eso cuando el obstetra se enfrenta a la posibilidad de hacer una cirugía en buenas condiciones a veces la prefiere porque piensa que es más protector. Y en algunos casos no sabemos si lo es”, remarcó en el marco de una entrevista para la jornada de Protección de Derechos del Parto y Nacimiento, convocada por la Oficina de Niñez, Adolescencia y Género de la Defensoría del Pueblo, a cargo de María Elena Naddeo, y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Cesáreas injustificadas
Althabe se refiere específicamente a las cesáreas que no tienen una indicación médica justificada, que se realizan por cuestiones organizativas y que muchas veces hasta no cuentan con el consentimiento informado de la mujer. “Operar a una mujer electivamente sin permitir que ingrese en el trabajo de parto, a las 39 semanas, nada más porque el obstetra piense que ese chico es ‘un poco grande’ es claramente una cesárea innecesaria”, puso de ejemplo el médico.
De acuerdo al especialista, estas “cesáreas innecesarias” ocurren en general en embarazos de bajo riesgo, con una evolución normal y sin antecedentes que limiten el parto. El médico hace una excepción para referirse a las cesáreas que sí están bien indicadas, bajo indicaciones precisas, que considera salvadoras. “Buena parte de las muertes materna ocurren en los países menos desarrollados cuando no hay acceso a cesáreas de emergencia”, remarcó.
Pero ¿cuáles son las consecuencias de esta epidemia de cesáreas injustificadas? Para Althabe, que las tasas de intervención estén tan por arriba de las recomendadas representa un riesgo para los niños del futuro. El especialista explica que no nacer por vía vaginal tiene consecuencias inmunológicas, que pueden condicionar la respuesta del organismo frente a determinados procesos infecciosos. “Estamos cambiando una forma de nacer sin conocer las consecuencias, lo cual es una imprudencia terrible”, advirtió.
Cuatro claves para reducir las cesáreas
El referente de la OMS planteó cuáles son las características que reúnen los países que lograron reducir sus tasas de cesáreas.
1)En primer lugar, la atención y seguimiento del embarazo y parto están en manos de las parteras. Los médicos obstetras sólo intervienen cuándo se está ante un embarazo de riesgo o una situación de emergencia. En estos sistemas existe también una diferencia en la organización del cuidado: hay una menor personalización, no recae toda la decisión en un obstetra. Las mujeres se atienden y confían en equipos e instituciones.
“En Latinoamérica o en el sur de Europa el modelo es más aspiracional porque busca la personalización, basada en los obstetras”, explicó el médico sobre lo que describe como un valor arraigado entre las mujeres. “La continuidad del cuidado nunca puede ser el primer valor porque si eso pasa ponemos en el centro al obstetra, que si genera la confianza y me quiere hacer una cesárea, no importa, que me haga una cesárea”, agregó.
2)“Hay una idea clara entre los profesionales de que el parto esté centrado en la mujer, con un mínimo intervencionismo, algo que es valorado por obstetras y parteras”, indicó Althabe como segunda característica.
3)En tercer lugar, en los países con tasas más bajas de cesáreas las mujeres tienen una mayor conciencia sobre sus derechos reproductivos. “Hay una mayor conciencia de lo que pueden reclamar y lo demandan. Saben que tienen que pretender que el sistema las atienda respetando sus valores y sus preferencias”, remarcó el médico.
4)Por último, en este puñado de países con tasas de cesáreas que se acerca al ideal –los países nórdicos y Reino Unido- el sistema de salud que predomina es el público, de alcance universal. Para Althabe, aquí está la clave para intentar cambiar el paradigma. “Más que tratar de regular el sistema de salud privada, algo que es extremadamente difícil, hay que lograr un modelo exitoso que atraiga la atención de las mujeres” en el sector público, señaló. El ejemplo local vendría a ser la maternidad Estela de Carlotto.
La coordinadora de la mesa de trabajo de parto respetado de la Defensoría del Pueblo, Graciela Stuchlik, y titular de la organización Parir y Nacer, remarcó que hasta que las instituciones no reorganicen los cuidados de la atención del embarazo “es muy difícil que bajen las tasas de cesáreas”. El objetivo de la mesa de trabajo es poder diseñar herramientas concretas para emprender ese camino. “Lo primero es evidenciar que existe esta epidemia de cesáreas. Si las mujeres y la sociedad no lo tomamos como algo prioritario no va a haber una demanda para que el sistema cambie”, agregó.