El intendente de Roque Pérez dice que no fue un buen padre porque se dedicó demasiado a la gestión, pero cuando una de sus hijas que nació con un problema congénito estuvo internada tres años, él estuvo muy presente. Y se dio cuenta de que la silla metálica destinada al acompañante le arruinó la espalda. Por eso, decidió remodelar el hospital y como parte de las mejoras compró sillones muy cómodos para los familiares o allegados que van a quedarse con las personas que están internadas. También les dan la comida y si hay camas disponibles, las dejan quedarse a dormir. Y apenas asumió, Gasparini decidió que el director del hospital no fuera médico "para cortar con la corporación". No fue fácil, pero hoy muchas mujeres de Lobos y otros pueblos cercanos van a parir a Roque Pérez porque, según afirma el intendente, el hospital es uno de sus "orgullos".