De jovencito quiso ser boxeador. Sin embargo, acabó siendo un ciclista mundialmente reconocido, con 184 victorias en su historial y una leyenda que lo persiguió toda su vida deportiva como una sombra, ya que nunca vistió el maillot amarillo del Tour de France, certamen que llegó a considerar "como su propia casa". Hace poco más de un mes estuvo hospitalizado en la ciudad de Limoges, con un cuadro de "gran fatiga". La semana pasada, a los 83 años, su cuerpo dijo basta. La nación gala despidió a Raymond "Pou Pou" Poulidor, "rey de los podios" y el más querible de los perdedores.
Se pasó la vida persiguiendo la victoria en la mejor carrera, y no lo consiguió. Nunca vistió la prenda de los campeones en 14 participaciones y jamás ganó el Tour de France (fue segundo en 1964, 1965, 1974; y tercero en 1962, 1966, 1969, 1972, 1976). Pero el palmarés de Poulidor igual es impresionante, con éxitos en siete etapas del mentado Tour, la Vuelta a España, la Milán-San Remo, la París-Niza, la Flecha Valona o el Dauphiné Liberé. "Si hubiera ganado un Tour, jamás se habría hablado de mí", le dijo a un medio con la sonrisa ladeada.
Semanas atrás, el entrañable Poulidor -abuelo de la joven sensación Mathieu van der Poel, quien estuvo cerca de ganar el último Mundial en Yorkshire, Inglaterra- sintió que sus fuerzas disminuían y quedó en observación durante varios días en el hospital con un diagnóstico llamativo: estado de cansancio "muy grande". La ex estrella de las dos ruedas también padecía problemas cardíacos. Pero las alarmas se encendieron cuando de repente sólo se limitó a responder "sí" o "no" a preguntas sencillas, como si habido comido o dormido bien.
En el impresionante currículum de Pou Pou data que participó en el Tour de France durante 57 años: 14 como corredor profesional, luego otros 24 años como comentarista y desde hacía 19 como embajador del maillot amarillo, prenda que designa al líder de la general y que nunca vistió, por lo que forjó su leyenda de segundón.
"El maillot amarillo es el símbolo del éxito, claro. Todo el mundo lo busca en el pelotón, pero a veces pasa tan rápido que no lo ven", afirmó hace poco Poulidor, que estuvo cerca de lucir dicha prenda en 1967, cuando la dejó escapar por seis segundos a manos del vasco José María Errandonea, y seis años más tarde, cuando el holandés Joop Zoetemelk se lo arrebató por 80 centésimas.
No obstante, la estética del perdedor fue rentable para este corredor de origen campesino, cuyos padres granjeros lo educaron entre ovejas, vacas y sólidos valores pegados a la tierra. "Cuanto más desafortunado era, más gustaba al público y más dinero ganaba. Incluso pensé que ganar era inútil", afirmó una vez sin ponerse colorado.
Poulidor, figura intergeneracional, perteneció al ciclismo en blanco y negro, aquel que competía en calles con baches y no en autopistas. Los duelos con Jacques Anquetil, que murió en 1987, trascendieron como grandes rivalidades de la historia del deporte. "El ganaba carreras, yo aplausos", señaló sobre su compatriota el digno Pou Pou, que también cargó con el mote de "rey de los podios". De hecho, el último de ellos lo consiguió a la edad de 40 años.
Por supuesto que Poulidor también compitió con el belga Eddy "El Caníbal" Merckx, a quien hace un mes, paseando en bicicleta con amigos, se le clavaron los frenos y en la caída recibió un fuerte golpe en la cabeza, por lo que el ex campeón de 74 años debió ser atendido en un nosocomio del norte de Bruselas.
La leyenda de Poulidor, verdadero emblema del deporte, el eterno segundo, se fraguó en una curiosa contradicción instalada en la memoria popular. Lo tristemente cierto es que, con la muerte del risueño perdedor, el Tour se quedó sin su honorable embajador. Y el mundo extrañará a este corredor ejemplar, representante de la Francia bucólica y profunda.