Un curador argentino, propietario de una galería de arte de Nueva York, fue deportado por oficiales de migraciones norteamericanos cuando regresaba a Estados Unidos, donde vive. Juan García Mosqueda contó en una carta publicada en la cuenta de Instagram de su galería, Chamber, que fue retenido 14 horas en el aeropuerto JFK, donde padeció un trato “deshumanizante y degradante”, no se le permitió contactar a un abogado, fue interrogado y amenazado con tener la entrada vedada a Estados Unidos durante cinco años, aunque hace diez que vive allá. El procedimiento fue “una pesadilla de 36 horas (...) la evidencia clara de un sistema inmigratorio profundamente dañado en Estados Unidos, llevado adelante por una administración que está más interesada en repeler a las personas que en admitirlas”. El galerista está actualmente en Buenos Aires, desde donde intenta tramitar el regreso a Nueva York, donde hoy su galería tiene agendado el vernissage de una muestra llamada Domestic Appeal.
García Mosqueda convocó a sus amigos a “contactar a sus congresistas y presionar para lograr una reforma migratoria”. “Presionen por un sistema que no aliene, intimide y hostigue a los extranjeros, sino que, por el contrario, de la bienvenida y aliente a ciudadanos de todos los países que quieren seguir invirtiendo y contribuyendo en su maravilloso país”.
El viernes pasado, al bajar del avión en el aeropuerto JFK, García Mosqueda fue escoltado por agentes de migraciones hasta una sala de interrogatorios. Allí, escribió, fue interrogado bajo juramento y amenazado con quedar imposibilitado de ingresar al país por cinco años. “El oficial de fronteras me negó el derecho al asesoramiento legal y clamó con arrogancia que los abogados no tienen jurisdicción en las fronteras.” Poco después “me informaron que no tenía permitido ingresar al país y que, por lo tanto, sería forzado a tomar un vuelo de regreso a Buenos Aires”. Las siguientes “insoportablemente dolorosas” catorce horas “se me prohibió el uso de cualquier modo de comunicación y no tuve acceso a ninguna de mis pertenencias, que fueron ferozmente examinadas sin ningún tipo de permiso”. Al galerista se le negó alimento y fue cacheado las tres veces que pidió ir al baño, “donde no tuve privacidad y estuve bajo la supervisión constante de un oficial”. Dos oficiales armados lo escoltaron hasta el siguiente avión; recuperó sus documentos recién al llegar a Buenos Aires.
García Mosqueda recordó que se formó en Estados Unidos (estudió en la escuela del Instituto de Arte de Chicago), trabajó “en prestigiosas entidades de diseño” y posee actualmente una galería “que emplea a norteamericanos y no norteamericanos” y “apoya a estudios de arquitectura y diseño de Estados Unidos y el extranjero”. “No es necesario decirlo, pagamos un monto considerable de impuestos federales y estatales que ayudan a solventar muchos de los aspectos sociales que abastecen el motor norteamericano”, detalló el galerista, quien advirtió que aunque no es ciudadano estadounidense sí considera que su galería es un producto de ese país. “La galería fue concebida en correspondencia con la misma idea de inclusión que encontramos en las calles del Lower East Side (donde vivo y a donde se me negó el acceso) no hace tanto: una mezcla de nacionalidades y religiones, que importa ideas del exterior a una metrópolis que las abraza culturalmente.”