En agosto de 1830, una pequeña Charlotte Brontë de 14 años imaginó un manojo de relatos que transcurrían en la ficticia ciudad de Glass Town, en África Occidental; entre ellas, la de un asesino atormentado por los fantasmas de sus víctimas, que volvían y despertaban “un fuego incontrolable” en su cabeza. Las escribió a mano en pequeñísimo formato: un librillo del tamaño de una caja de cerillas que tituló The Young Men’s Magazine, completadas las historias con anuncios fantasiosos de su puño y letra. Al parecer, tenía un público en mente para esta revista de 35 por 61 milímetros, que cuidadosamente dobló y cosió, y llenó con más de cuatro mil palabras: el ejército de soldaditos de plomo de su hermano menor, Branwell, que junto a Emily y Anne ayudaron a Charlotte a producir otras ediciones. Un total de seis ediciones, para más precisiones: una de paradero desconocido, a la que se le perdió la pista en 1930; cuatro que se exhiben en el Brontë Parsonage Museum -casa de la familia Brönte, en el condado de West Yorkshire, convertida en museo-, y una sexta, la mentada, que recientemente fue subastada en París.

 

¿Quién ganó la pulseada por tan anhelado manuscrito? Pues, el susodicho museo, gestionado por la Brontë Society, que completa ¡por fin! la colección, tras seguir el rastro del ejemplar durante años, sin poder adquirirlo hasta la actualidad. Temían desde la fundación que el libro volviera a caer en manos privadas, pero gracias a una campaña de cuatro semanas -pidiendo que aficionados a la autora del inoxidable clásico Jane Eyre aportaran unos mangos a la causa- juntaron suficiente cash para hacerse de esta “gema literaria”. Respaldados por figurones como Judi Dench, dicho sea de paso, que había solícitamente pedido al público que arrimase el hombro para “traer al librito de vuelta a Yorkshire, donde pertenece”. “Estos pequeños manuscritos son como una puerta mágica a los mundos imaginarios que habitaban en Charlotte, y también insinúan su ambición de convertirse en una escritora publicada”, destacaba el pasado mes la gran actriz brit. Y la gente se hizo eco, también instituciones gubernamentales: entre todxs lograron reunir los 777 mil dólares que acabó costando el ejemplar. Un tesorito que ahora reposa en el Brontë Parsonage Museum, el mismo sitio donde Charlotte lo creó 189 años atrás.