“Durante la mayor parte de la historia, ‘Anónimo’ era una mujer”, cuestionaba Virginia Woolf (1882-1941) la invisibilización de las escritoras. El Nobel de Literatura ha premiado a 15 mujeres frente a 101 hombres; el reconocimiento más importante en lengua castellana, el Premio Cervantes, comparte el abismo de género: 5 mujeres y 38 hombres. El trabajo de las escritoras ya no es anónimo ni está en la periferia del sistema, pero la lucha continúa. Ocho escritoras argentinas –que recibieron premios internacionales durante este año- serán homenajeadas en la Cámara de Diputados de la Nación: Claudia Piñeiro, María Moreno, Ángela Pradelli, Luisa Valenzuela, María Gainza, Mariana Enriquez, Selva Almada y Leila Guerriero. El acto, que se realizará este jueves a las 18 en el salón Delia Parodi (Av. Rivadavia 1864) con la participación de Martín Kohan, es una iniciativa del diputado nacional del Frente para la Victoria (FPV) Daniel Filmus, presidente de la Comisión de Cultura.

En mayo, Claudia Piñeiro ganó el premio Blue Metropolis (Canadá) por su labor literaria; en junio, María Moreno fue la ganadora del premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas (Chile); en septiembre, Ángela Pradelli obtuvo el premio a la mejor novela publicada en español en China por La respiración violenta del mundo, otorgado por la editorial People’s Literature; en octubre, Luisa Valenzuela se convirtió en la primera escritora argentina en ganar el Premio Internacional Carlos Fuentes a la creación literaria (México). También en octubre, María Gainza se quedó con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que reconoce la excelencia del trabajo literario de las mujeres en idioma español, otorgado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), por su novela La luz negra.

En noviembre, Mariana Enriquez fue la primera argentina en ganar el premio Herralde de Novela con Nuestra parte de noche (Anagrama); Selva Almada obtuvo el premio First Book Award, otorgado por la Feria Internacional del Libro en Edimburgo por su novela debut, El viento que arrasa, traducida al inglés como The Wind that Lays Waste por Chris Andrews y publicada por Charco Press; y finalmente, Leila Guerriero ganó el Premio Internacional Manuel Vázquez Montalbán en la categoría Periodismo Cultural y Político (España).

“Los premios siempre traen alegría –dice Pradelli a Página/12-. En este caso, por el tema de La respiración violenta del mundo y su contexto, el secuestro y la apropiación de una niña en la última dictadura cívico militar, que la novela haya sido premiada en un país en el que la mayoría de los habitantes no conocen nuestra historia, me alegró especialmente por la posibilidad concreta de que el libro lleve a China una parte, para mí la más traumática, de la historia nacional. A pedido de la editorial People´s Literature Press escribí un breve prólogo para la publicación china explicando lo inexplicable, la existencia de un estado terrorista que secuestró niñas y niños, fraguó documentos y partidas de nacimiento. La novela es por supuesto absolutamente política, por eso, que el diputado Daniel Filmus organice este reconocimiento en el Congreso lo valoro mucho, especialmente en ese sentido, en el sentido político”.

Selva Almada (Foto Sandra Cartasso)

Almada destaca que los reconocimientos “siempre reconfortan” y que lo comparte con escritoras “que aprecio mucho, a algunas sin conocerlas personalmente, pero sí por haber leído sus libros”. Creo que hay algo en lo grupal, en compartir el momento de escritura con esas mujeres que son contemporáneas mías, que lo hace más valioso –precisa la autora de Ladrilleros-. Nunca escribimos realmente en soledad; escribimos y somos también lo que escriben otras alrededor nuestro, las conversaciones a la distancia, el murmullo que nos llega a través de los libros que leemos. Y en un año que fue muy difícil para mí en lo personal y para todes como comunidad es un poco de alegría, de celebración”.

Más allá de la seguidilla de premios internacionales, ¿cómo evalúan la participación de las escritoras en el campo literario argentino? ¿Qué luchas todavía hay que dar y no se están dando? “La ideología machista atraviesa la sociedad toda, todas las instituciones, las disciplinas, los oficios, las profesiones, las clases sociales, nada se salva. El machismo, en sus ominosos movimientos, intenta disolver y castigar los deseos de las mujeres. Contra esa ideología hemos luchado en los distintos campos en los que trabajamos, en mi caso, la docencia y la literatura. Las escritoras argentinas se destacaron siempre, pero recién ahora, la sociedad reconoce su trabajo, sin duda gracias al hermoso avance del feminismo, que es imparable. Desde el feminismo lo revisamos y lo cuestionamos todo, sin embargo, no durmamos, porque es tan cierto que el machismo se cae a pedazos como que intentará aferrarse con todas sus garras para resistir y permanecer operando en los cuerpos de las mujeres”, advierte Pradelli (Buenos Aires, 25 de octubre de 1959).

Almada (Villa Elisa, Entre Ríos, 5 de abril de 1973) plantea que la literatura escrita por mujeres en Argentina tiene “un brillo propio” desde hace varios años. “Hace casi veinte años, cuando yo quería empezar a publicar, la narrativa era un terreno de los varones y ese panorama cambió hace bastante y no como un gesto de corrección política, si no por la calidad y los riesgos que toman muchos de los libros escritos por mujeres”, explica la autora de Chicas muertas. “A mí la lucha que me gustaría dar es siempre la misma: que podamos escribir en mejores condiciones, que la escritura no sea sólo esos momentos que le robamos al resto de las actividades que tenemos que realizar para pagar las cuentas. Las quinientas libras en el bolsillo que reclamaba Virginia Woolf hace casi cien años. Y también espero que la escritura de las mujeres no se convierta en un cúmulo de denuncias ni en un puñado de panfletos –agrega Almada-. Ser escritora feminista no te hace necesariamente una buena escritora. Ser una mujer escritora tampoco. Ojalá la ‘agenda’ no se coma ni la libertad ni el riesgo con el que escribimos todos estos años, cuando no éramos un nicho del mercado”.