A trece años de su creación con la Ley Nacional 26.150 y la 2.110 de la Ciudad, fuimos a buscar la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas secundarias porteñas y consultamos a estudiantes de 4º y 5º año sobre sus percepciones respecto de su implementación. Los resultados fueron publicados en el último Informe sobre Educación Sexual Integral en Escuelas Secundarias de CABA, del Centro Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (Cesba).
Desde el primer Ni Una Menos, las/os/es estudiantes secundarixs saben cada vez más que existe la ESI como parte de su derecho social a la educación; van derribando preconceptos tradicionales del enfoque médico-biológico que limita la ESI a contenidos de prevención de enfermedades y embarazos, para deconstruir estereotipos y jerarquías de género.
El año pasado hubo comisiones estudiantiles de género que armaron manuales de ESI, centros de estudiantes que participaron en la elaboración del Protocolo contra la violencia de género en secundarias y terciarios, presidentas de centros de estudiantes que hablaron sobre ESI y aborto legal en el Congreso, pibas que se preguntaron si el escrache entre pares no obedecía a una mirada punitivista y a la ausencia de la intervención de las/os adultas/os con las herramientas adecuadas, pibes que inauguraron baños no binarios o que jugaron fútbol mixto. Cientos de docentes que se anotaron para hacer postítulos, diplomaturas, cursos de formación en ESI y se quedaron sin vacantes; ministras/os de Educación de todo el país que acordaron la Resolución 340 para que todas las provincias apliquen la ESI y cada escuela tenga su referente.
Algunos de los principales datos de la investigación sobre la aplicación de ESI en la Ciudad dan cuenta de que mientras aumenta del 2016 al 2019 del 30 al 50 % el conocimiento acerca de que debe ser parte de la currícula escolar por ley, y del 70 % al 90 % quienes reconocen que tienen ESI en la escuela, las/os/es estudiantes siguen planteando que reciben pocas horas de ESI anuales en su secundaria.
Sólo el 10,7 % de las/os/es estudiantes de 4º y 5º año de las secundarias de la Ciudad dijo no haber recibido ESI, sin embargo el 43 % dice que tuvo menos de 5 horas anuales y el 38 % que fueron entre 5 y 10 horas en su ciclo lectivo. Nuestra hipótesis es que las jornadas obligatorias de ESI en un contexto de sensibilización y movilización de estudiantes y comunidad educativa por las temáticas de derechos de mujeres y diversidades amplió el acceso a la Educación Sexual Integral. El problema es que así como las jornadas son un piso interesante, pueden convertirse en un techo muy bajo si es el único momento que las/os/es estudiantes reconocen como su tiempo de ESI.
Cuando la mayoría de las/os/es pibes dicen que reciben menos de 10 horas de ESI al año están ubicándola sólo en las jornadas o talleres obligatorios; los ECEO (espacios curriculares específicos y obligatorios) según la NES (Nueva Escuela Secundaria) son tres talleres anuales de 2 a 4 horas reloj.
Esta percepción se refuerza cuando consultamos acerca de las materias en las que reciben ESI: el 69,5 % respondió en taller específico superando incluso a la materia Biología (46,5 %). Es decir que aún no se percibe la aplicación de la ESI como contenido y perspectiva transversal en todas las materias.
Los resultados de la
indagación en relación con los temas abordados muestran que si bien se sostiene
un sesgo muy biologicista, se avanza progresivamente con otros temas que hacen a
la integralidad de la ESI para avanzar en un cambio cultural que se traduzca en
relaciones más libres e igualitarias: el funcionamiento del “aparato
reproductivo” es reconocido como uno de los temas abordados en un 85 %; métodos
anticonceptivos, 96 %; cuidado y prevención de enfermedades de transmisión
sexual, 94 %; prevención de la violencia hacia las mujeres pasó del 18 % del 2016
al 58 %, prevención de abuso y acoso del 11 % al 51 %, mientras que diversidad
sexual aumentó su tratamiento al 66 % respecto del 43 % del año pasado, e
igualdad de derechos entre los géneros, del 55 % al 66 %.
Por otra parte, en relación con la aplicación del Protocolo de Acción Institucional para la Prevención e Intervención ante Situaciones de Violencia de Género y Discriminación, que fuera una reivindicación del estudiantado, un 82,3 % desconoce que exista el Protocolo en su secundaria y sólo un 19,6 % manifiesta que se haya aplicado, mientras más del 90 % dice que suceden burlas, apodos despectivos, insultos o gestos obscenos con contenido de discriminación por género, y un 48 % reconoce situaciones de acoso o abuso entre pares.
Así como podemos escribir ESI en un titular sin que haga falta explicar la sigla, la ESI está más presente en las secundarias. Sin embargo vamos a un paso muy lento. Hoy existe una Coordinación de ESI, es imprescindible que exista un Programa con presupuesto que garantice formación docente gratuita, obligatoria y en servicio. El impulso del feminismo para el cambio de la cultura patriarcal de nuestras sociedades tiene en la educación sexual integral una herramienta estratégica para que las nuevas generaciones construyan su presente y futuro con relaciones más libres e igualitarias, acordes a la ampliación de los derechos humanos y sociales de nuestro tiempo.
*Maestra, licenciada y profesora en Letras. Directora de Proyectos Especiales Consejo Económico y Social CESBA. Integrante del Frente por la ESI y del Parlamento de Mujeres. Legisladora electa de Somos-Frente de Todos.