El crecimiento explosivo de la deuda pública es el principal problema que le dejará el gobierno actual al futuro presidente Alberto Fernández. En el 2015 el endeudamiento equivalía al 52 por ciento del PBI, pero el segundo trimestre de este año ya había trepado al 81 por ciento. No sólo el stock ha crecido vertiginosamente sino que lo ha hecho con un importante cambio de su composición a favor de deuda nominada en moneda extranjera, de corto plazo, protegida por tribunales extranjeros y con tenedores no residentes. El dato más acuciante son los pagos que se debe afrontar en el corto plazo. Según un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), entre enero y junio de 2020 el Tesoro Nacional deberá cancelar vencimientos por la friolera de 45 mil millones de dólares. De ese total, 26 mil millones están nominados en moneda nacional (57 por ciento) y 19 mil millones en moneda extranjera (42 por ciento). Excluyendo la deuda intra Estado, los vencimientos ascienden a 24 mil millones de dólares, con la mitad nominada en moneda dura.
Si se pone la mirada en el mediano plazo la situación no mejora. Los vencimientos de la deuda alcanzan los 200 mil millones de dólares entre 2020 y 2023. Durante los primeros dos años se observan vencimientos en moneda extranjera por 30 mil millones por año y en los últimos dos por más de 40 mil millones de dólares anuales (47 mil millones en 2022 y 43 mil millones en 2023). En resumen, el 75 por ciento de los desembolsos a realizarse entre 2020 y 2023 están nominados en moneda extranjera, unos USD 152 mil millones. Con este escenario por delante, queda claro que la reestructuración es inevitable.
En lo que refiere a la composición de la deuda, se puede ver que los pasivos nominados en moneda extranjera se incrementaron en 87 mil millones de dólares (+54 por ciento) mientras que los nominados en pesos cayeron en 13 mil millones (-18 por ciento) entre 2015 y el 2019. Este dato supone una complicación adicional por las dificultades estructurales que padece la Argentina para acceder a los dólares.
De la misma forma, la deuda protegida por tribunales extranjeros creció en 76.500 millones de dólares (+116 por ciento) desde 2015, según detalla la Undav. En cambio, la deuda protegida por tribunales locales se mantuvo constante. Apenas retrocedió un 0,1 por ciento, una caída de 300 millones de dólares. Si se toma en cuenta la experiencia traumática que vivió la Argentina en los tribunales del juez Thomas Griesa por la presión de los fondos buitres queda claro que no pudo aprender de sus errores.
Por otro lado, el aumento del stock de la deuda en moneda extranjera y protegida por legislación extranjera trajo aparejado paralelamente un aumento exponencial de la deuda en manos de tenedores privados, dejando de lado la posibilidad del endeudamiento intra sector público (que cayó un 9 por ciento desde 2015).
La deuda con privados creció un 95 por ciento, es decir, se duplicó. En 2015 rondaban los 74 mil millones de dólares y en el segundo trimestre del 2019 ya sumaba unos 144 mil millones. El crecimiento de la deuda con organismos financieros internacionales también encendió las alarmas. El aumento con organismos como el FMI y el BID fue de unos 39 mil millones de dólares, un 135 por ciento más que en 2015. En dicho año la deuda con dichos organismos alcanzaba los 29 mil millones de dólares y ascendió a 68 mil millones en junio del 2019. A su vez, la deuda con no residentes (deuda externa) creció 163 por ciento en estos últimos 4 años, nada menos que 104 mil millones de dólares. En cambio, la deuda interna apenas creció en 8 mil millones de dólares, un alza del 5 por ciento.
Además, el ratio deuda pública sobre exportaciones no dejó de crecer desde el 2015 a la fecha, evidenciando que el aumento de las exportaciones no logró compensar el crecimiento exponencial de la deuda; el cual paso de ser el 212 por ciento en 2015 hasta situarse en 335 por ciento en el 2019, 122 puntos porcentuales en apenas 4 años, otro indicador que deja en evidencia la dificultad para pagar.
Por otro lado, mientras el gasto primario cayó un 30 por ciento desde 2015, dato que fue celebrado en reiteradas ocasiones por el gobierno de Mauricio Macri, el peso de los intereses de la deuda pasó del 5,5 por ciento sobre dicho gasto a representar el 20 por ciento en 2019. “En el 2020 de no existir un reperfilamiento de los mismos podrían incluso continuar escalando. Aquí es donde se pone claramente en evidencia la disyuntiva entre deuda y capacidad del Estado para hacer política pública”, advierte la Undav.