El desastre económico generado por la administración Macri se refleja en todas las variables. La actividad económica es casi 5 puntos menos que al asumir, las tasas de inflación más que se duplicaron y el desempleo alcanzó los dos dígitos. Cómo ya nadie se animaba a defender la gestión de Cambiemos en el frente económico, el propio ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, tuvo que salir a fijar posición. Tuvimos “algo de mala suerte”, sostuvo. Indicó que “la cuestión más crítica fue la de la sequía; con 8 mil millones de dólares en abril de 2018, hubiera sido otra la historia”. Luego admitió el mal diseño de la política económica con una metáfora: “Hubo asincronía: se remó más con el remo monetario que con el fiscal y cuando se rema más de un lado, se da vuelta el bote y llegó la sequía y nos agarró desprotegidos”.

La opinión de Lacunza, que atribuye como error principal de la política económica a un asincronía entre la política monetaria y fiscal, reproduce un aparente consenso entre los ortodoxos. Para ellos, la economía de Macri fracasó por no haber hecho un ajuste más duro. El déficit público consecuente obligó a tomar créditos externos, para evitar un financiamiento por el Banco Central supuestamente inflacionario. Esa dependencia del crédito externo terminó generando una elevada sensibilidad a las condiciones internacionales y una serie de hechos fortuitos (mala cosecha, crisis turca) lo pusieron en evidencia.

La tesis parte de una serie de presupuestos que la reciente historia económica muestra errados. En primer lugar, la sustitución del crédito del BCRA por créditos externos para financiar al Estado con la justificación de evitar una emisión supuestamente inflacionaria, no evitó la suba generalizada de precios que, por el contrario, duplicó su velocidad. En ese sentido, si hubieran tenido una explicación de la inflación más acertada (inercia, puja), podrían haber mantenido el financiamiento interno sin endeudar el Estado en moneda extranjera.

Pero eso no es cierto ya que, el endeudamiento externo del Estado no se realizó para cubrir un déficit presupuestario que requería pesos y no dólares, sino que fue realizado para financiar el déficit externo del sector privado tanto comercial como financiero. Es decir, el Estado tomaba créditos en dólares que en buena parte vendía al Banco Central a cambio de pesos para cubrir su exceso de gastos. Luego, el Banco Central vendía esos dólares al sector privado para financiar el exceso de importaciones, el turismo en el exterior y la compra de dólares ahorro de familias y empresas. Tan es así, que cuando el gobierno de Macri vio racionado su acceso a los mercados voluntarios de deuda en el verano de 2018, el Estado tenía resuelto como cerrar sus cuentas públicas apelando a diversas fuentes de financiamiento interno. Pero la corrida cambiaria provocada por las salidas de capitales de diversos fondos del exterior impulsaron al Estado a tomar igualmente un crédito con el FMI, para conseguir así los dólares con que intentar calmar la demanda privada. De manera que el problema de la política económica de Macri no fue la diferente velocidad con que movieron el remo monetario y fiscal, sino la errada dirección en que remaban.

 

@AndresAsiain