“La Semana de Cannes, que desde tantos años hacemos en Buenos Aires y ahora también en Hong Kong, sirve para visibilizar y poner en valor aquellas películas que ya tienen distribuidor local pero necesitan quizás de un empujón. Y también para que aquellas otras películas que no han sido adquiridas puedan ser vistas por el público de la ciudad y que ello estimule a que algún distribuidor se anime luego a comprarlas y estrenarlas”. Quien habla es Thierry Frémaux, responsable del Festival de Cannes desde 2001 y visitante habitual de la ciudad en estas fechas, cuando viene a presentar personalmente un puñado de películas de la selección oficial, que este año se verán 2 al 8 de diciembre, como siempre en las salas del Incaa-Gaumont (ver aparte).
En un buen castellano, que aprendió de su padre, un ingeniero francés que trabajó en la Fundación Bariloche, Frémaux tiene una relación muy cercana con la Argentina y aunque venga en plan de trabajo siempre se lo ve distendido como si viniera de vacaciones, a conversar con amigos. Y eso que además de la Semana de Cannes, Frémaux viene también a participar de Ventana Sur, el mercado de cine latinoamericano creado en 2009 por el Incaa en sociedad con el Marché du Film del Festival de Cannes, que se desarrollará también la semana próxima en Puerto Madero. Y adelanta una primicia: “El año que viene quizás vuelva antes, en junio. Me gustaría hacer aquí en Buenos Aires lo que hacemos en el Institut Lumière de Lyon: un festival de clásicos restaurados, con films de patrimonio”.
--Hablemos de Parasite, la película de Bong Joon-ho, que ganó la Palma de Oro en mayo pasado y es la estrella de esta Semana de Cannes…
--Lo primero que hay que decir de Parasite es que se trata de una película coreana, con todo lo que ello implica. El cine coreano es uno de los más creativos, pujantes y populares del mundo. Hay toda una generación de cineastas que es increíble y que se nutre de una tradición muy rica y diversa: los coreanos saben hacer muy bien cine de autor, pero también cine popular, cine de género, melodramas, films de acción. De todo. Y Bong Joon-ho, el director de Parasite, trabaja magníficamente con todas estas vertientes: es un autor que además es capaz de llevar más de 10 millones de espectadores a las salas de su país, como sucedió con Parasite. Y se trata además de una película fuertemente política.
--¿Por qué?
--Parasite es la mejor demostración de que el cine sigue siendo capaz de hacer un retrato muy preciso de la sociedad de donde proviene. Es una película que da cuenta de las diferencias de clase, de las aspiraciones y los sueños de una sociedad, de la idea que se tiene de familia. Es una película de una gran riqueza en todos los órdenes. Que es fuertemente local y a la vez universal. En Francia también fue un éxito cuando se estrenó y las funciones terminaban con aplausos.
--Cuando Bong recibió la Palma de Oro mencionó a dos grandes directores franceses del pasado, que influyeron en su formación: Henri-Georges Clouzot y Claude Chabrol. ¿Cómo recibió esas palabras?
--Como francés que soy, fue música para mis oídos. Además del orgullo de que mencionara esos nombres, indica que en el cine se puede innovar a través de la tradición y que hay un diálogo entre las generaciones. Yo dirijo también el Festival Lumière de Lyon y convoqué a Bong a que nos presentara, junto a una retrospectiva de su propia obra, una carta blanca con una selección de sus films coreanos predilectos. Y propuso títulos casi desconocidos fuera de su país, como La mujer insecto (1972), de Kim Ki-young. Y fue muy revelador, porque se advertía allí que en su propio cine latía toda una tradición.
--¿Y la brasileña Bacurau, de Kleber Mendonça Filho?
--También es una película muy política, pero por otros motivos. Se podría decir que es una película de ciencia-ficción, pero sobre un futuro tan cercano que uno casi pensaría que se trata del presente. Es increíble lo de Kleber, porque empezó a hacer esta película hace más de dos años y está hablando de lo que sucede en Brasil hoy: la libertad de matar, la libertad de manipular a la opinión pública… Y como la película de Bong, también está planteada de algún modo como un juego, pero en el fondo muy serio. Por momentos, parece una película clase B, pero de lujo.
--Y como la de Bong, se entronca también en una tradición, en este caso la de Glauber Rocha…
--Sí, es una película nordestina, como las de Glauber. Me impresionó mucho la emoción de Udo Kier, el gran actor alemán, que tiene un papel importante en la película y que al finalizar la proyección oficial y ante el aplauso sostenido del público no podía parar de llorar. Es algo que no hubiera imaginado en él, por la experiencia que tiene, pero que logró Bacurau en Cannes. Es una película de una gran libertad y audacia formal: Kleber se siente libre de inventar.
--¿Y Les Misérables, de Ladj Ly? Los franceses, en general, la defienden mucho, pero sin embargo no convenció a la crítica internacional.
--A mí es una película que me entusiasma mucho, porque yo crecí en un barrio muy parecido al que retrata Les Misérables, en un banlieu, pero de Lyon, no de París. Y lo que cuenta la película es algo que sucede hace más de treinta años. Ahora tenemos a los “chalecos amarillos”, una clase media que siente que está en una pendiente, que no es escuchada y que busca visibilizar su situación. Pero también está hace muchos años el caso de la juventud de los suburbios de las grandes ciudades, de donde proviene también el director. Por algo eligió como título de la película el de la novela de Victor Hugo. Pero la película también podría llamarse como la que Buñuel hizo en México: Los olvidados. Estamos en un momento en el que en todo el mundo hay conflictos. Ahora también aquí cerca, en Chile, en Colombia. Y está película da cuenta de las tensiones sociales en Francia.
--Pero el punto de vista que elige la película es el de un policía, que es el protagonista…
--Pero es que el policía también es de ese mismo barrio, salió de esas mismas calles y conoce a todos. No es un policía del centro de París contra la población del banlieu. Es alguien que vive en el barrio y tiene los mismos problemas.
--¿Vio El irlandés?
--Sí, claro, la proyectamos en Lyon, con Martin Scorsese en la sala. Tres funciones a sala llena.
--Ah, pero entonces en Lyon se pueden ver las películas de Netflix que no se pueden ver en Cannes…
--Bueno, en primer lugar, The Irishman no estaba lista en mayo. Pero además en Cannes hemos decidido, como todos ya saben, defender a las salas de cine. Y por lo tanto, una película que luego se verá solamente en streaming no puede estrenarse nuestra competencia oficial. Yo respeto a Netflix, pero creo que no es un buen modelo. Hay un público para algunas de sus películas que valora la sala de cine. En Lyon vendimos 1.800 entradas online para El irlandés ¡en 29 segundos! Y esa gente sabía que luego podía ver esa misma película en su casa, pero prefirió verla en pantalla grande. Yo pude ver en el Festival de Venecia Historia de un matrimonio, de Noah Baumbach, con Scarlett Johansson y Adam Driver. Es para ver en pantalla grande, pero en todo el mundo se verá en un televisor. Alberto Barbera, el director de la Mostra de Venecia, es mi amigo, pero ya se lo he dicho, creo que se equivoca al poner estas películas en competencia. Tenemos que tener una misma posición. El año que viene se va a poner muy interesante, porque además de Netflix y Amazon aparecerán con fuerza otras plataformas: Warner, Disney, Apple… Es un momento muy particular, veremos qué sucede. Pero confío en el público. En Lyon hace dos años compramos tres salas, que suman diez pantallas. Al comienzo teníamos 20.000 espectadores y ahora ya superamos los 240.000.
Seis películas y una clase magistral
Del lunes 2 al 8 de diciembre tendrá lugar la Semana de Cine del Festival de Cannes en el Espacio Incaa-Cine Gaumont, en coincidencia con el mercado Ventana Sur. En su transcurso se verán seis títulos en carácter de pre-estreno, empezando por Parásitos, de Bong Joon-Ho, Palma de Oro a la mejor película de la edición 2019. También se proyectarán Les Misérables, de Ladj Ly, y Bacurau, de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, que compartieron el Premio del Jurado; Matthias & Maxime, de Xavier Dolan; Una vida oculta, de Terrence Malick; Chambre 212, de Christophe Honoré, que recibió el premio a Mejor Actuación a Chiara Mastroianni en la sección Una cierta mirada. También se exhibirá el mediometraje Lux Aeterna, con Charlotte Gainsbourg y Béatrice Dalle, dirigida por Gaspar Noé, quien el 5 de diciembre, día de la proyección, ofrecerá una clase magistral en diálogo con el director Lisandro Alonso. Días y horarios aquí .