La Marcha de la Gorra, que nació en 2007 en la ciudad de Córdoba para repudiar la violencia institucional ejercida contra los jóvenes por las fuerzas de seguridad, tuvo su tercera edición en la Ciudad de Buenos Aires. Organizada por sectores juveniles de agrupaciones sociales y políticas, miles de manifestantes expresaron su repudio “a la política neoliberal del gobierno de Mauricio Macri”. En el documento que se leyó frente al Congreso, señalaron que “como el ajuste no cierra sin represión, el macrismo nos dejó el saldo alarmante de una persona muerta cada 21 horas como resultado de la represión ejercida por el Estado”.
El mensaje de los jóvenes, procedentes de barrios humildes del conurbano y de las villas de la Ciudad de Buenos Aires, dijeron estar “cansados de que nos encierren, nos golpeen y nos maten”. Afirmaron que el macrismo “vino para arrasar todos nuestros derechos, con la ministra de Seguridad Patricia Bullrich a la cabeza”. En ese sentido, expresaron su rechazo “a la militarización de los barrios populares, a la criminalización de la juventud, a la doctrina Chocobar que premia y reconoce a nuestros asesinos y los consagra como si fueran héroes por haber matado a un joven por la espalda”.
Además de denunciar al Estado como responsable de “la desaparición forzada de Santiago Maldonado” y repudiar la criminalización de los sectores populares con la complicidad “de los medios de comunicación hegemónicos”, expresaron su solidaridad con la lucha de los pueblos de Chile, Ecuador y Colombia, repudiaron el golpe de Estado en Bolivia y la represión en Haití que provocó ya “26 muertos y miles de heridos”. Reclamaron que se condene en Brasil a los asesinos de la Marielle Franco.
La convocatoria fue en la esquina de 9 de Julio y Avenida de Mayo, desde donde marcharon hasta el Congreso. La consigna central fue “los pibes no somos los violentos, el Estado violenta nuestros derechos”. Recalcaron que a las autoridades “no les importa la vida ni el bienestar de los pibes”. Recordaron que “Macri ya fue”, luego de su derrota electoral, pero que eso debe significar que “la yuta (la policía) también ya fue”. Aseguraron que “sin yuta no hay violencia contra los jóvenes y tampoco hay trata de personas”, porque los policías son “los que manejan esos negocios”.
De la manifestación participaron jóvenes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Martín Fierro, Jóvenes de Pie, la Simón Bolívar, el Movimiento Popular La Dignidad, La Cámpora, JP Evita, Frente Popular Darío Santillán, el Movimiento Territorial Libertación (MTL) y Juventud Rebelde Patria Grande. Participaron de la marcha Dolly, la madre de Ezequiel Demonty, asesinado por la Policía Federal, y familiares de otras víctimas de la violencia institucional como Lucas Alves, Lucas Cabello y Diego Avalos.
El único incidente que tuvo la manifestación ocurrió cuando las columnas partían desde Avenida de Mayo al 1100. Desde lo alto de uno de los edificios cayó una taza de porcelana, en un acto que tuvo todas las características de ser intencional. El proyectil golpeó primero en la cabeza de un joven que sólo sufrió una contusión en apariencia leve, pero al romperse la taza, una de sus partes punzantes se clavó en la pierna de otro manifestante que tuvo que ser asistido por el SAME. Lo llevaron en una ambulancia para su atención en un centro asistencial. Unos paramédicos le habían hecho antes un vendaje para frenar la hemorragia que le provocó la herida.
La Marcha de la Gorra tiene, en su origen, una reivindicación de un ateundo popularizado por los pibes de los barrios humildes, estigmatizados muchas veces por su sola apariencia. Por eso la presencia de dos gorras gigantes y una leyenda que lo dice todo: "Debajo de cada gorra hay un pibe con su historia".