El crítico estado del sector cultural, en general, y de la industria editorial, en particular, atravesaron los discursos en el homenaje a ocho escritoras argentinas de parte de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados. También, la “visibilidad social” que adquirieron las autoras en estos tiempos de la mano de la “fuerza imparable del feminismo”, en palabras de Angela Pradelli, una de las homenajeadas presentes, junto a Claudia Piñeiro y Selva Almada. En el acto, que sucedió este jueves en el salón Delia Parodi, estuvieron presentes Daniel Filmus, presidente de la Comisión e impulsor de la iniciativa, y Martín Kohan.
Todas las homenajeadas han recibido premios internacionales durante este año. Ese fue el disparador de este reconocimiento, también dirigido a Mariana Enriquez, Luisa Valenzuela, María Moreno, María Gainza y Leila Guerriero. Piñeiro, quien obtuvo el premio Blue Metropolis (Canadá) por su labor, destacó el hecho de que “la política” dé “espacio” a los escritores. “No es tan común; lo tenemos que cuidar”, instó, ante un público compuesto en su mayoría por colegas y representantes de entidades del ámbito. Tras años de “grandes problemas” para la industria, valoró la posibilidad de “un hecho político diferente”. “Queremos ser un interlocutor más para los temas que tienen que ver con nosotros”, sostuvo. Fue luego de que Filmus destacara la aprobación por parte de la Comisión que preside de la creación del Instituto Nacional del Libro Argentino. Piñeiro celebró, además, que las mujeres estén “siendo leídas”, ya que en general quienes otorgan premios son hombres que terminan alentando y fomentando a sus congéneres.
Premiada en China por su novela La respiración violenta del mundo, Pradelli atribuyó a “la fuerza imparable del feminismo” la causa de la “visibilidad social” que vienen adquiriendo las autoras, ubicadas históricamente en un margen, tópico que abordó Martín Kohan. “Seguiremos tratando de crear en un mundo feminista. Lo lograremos, será un mundo mejor”, concluyó. “Las mujeres seguimos escribiendo en condiciones bien diferentes a los hombres. Tenemos otras dificultades a la hora de publicar y hacer circular nuestro trabajo”, planteó Selva Almada, que obtuvo el premio First Book Award, otorgado por la Feria Internacional del Libro de Edimburgo, por su novela debut, El viento que arrasa. Finalmente, reclamó una mejora en “las condiciones materiales” de producción de escritores y escritoras.
“El Estado tiene un rol importante en el derecho al acceso a la lectura”, sostuvo Filmus, al referirse a la necesidad de la creación de un organismo que fomente la actividad editorial argentina. El proyecto, que se presentó en Diputados en abril, debe estar “por encima del gobierno de turno”, sugirió el legislador. Kohan, por su parte, leyó un extenso texto en torno a la “exclusión e invisibilización” de las autoras. “La disparidad que hay que revertir fue potente y prolongada. Obturó demasiadas obras”, aseguró. “Hubo mucho segundo plano o fuera de escena para muchas escritoras de primer nivel, y formas de inclusión que complementaron la exclusión”, amplió. Es que la “literatura de mercado” reservó “lugares centrales” a un puñado de artistas creadoras de best-sellers, lo que resultó "funcional al estado de las cosas”. Básicamente, un “gueto”. La exclusión en la inclusión.
Mediante un video, Mariana Enriquez --primera argentina en ganar el Herralde de Novela con Nuestra parte de noche (Anagrama)-- dijo que actualmente los libros “son un lujo” y que el Estado debería impulsar “una reactivación que ayude a todos, especialmente a la gente que tiene más necesidades”, lo que tendría sus implicancias en el rubro. Desde México, Valenzuela agradeció “la luz” del reconocimiento en tiempos de “apagón cultural”, idea presente también en una nota enviada por Sergio Massa, diputado nacional electo por el Frente de Todos. En la nueva etapa política, sentenció, “todas las expresiones culturales volverán a ocupar el lugar que les corresponde”.