Cada vez hace más calor. No es la sensación térmica, es la pura realidad. El mes pasado fue el tercer enero más caluroso desde que se iniciaron los registros en 1880, según el monitoreo climático global que hace la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y se puede considerar a 2016 el año más caluroso de la historia de la meteorología. La NASA, además, advierte que se siguen derritiendo lo polos, lenta, pero inexorablemente.
“El calentamiento global es un concepto inventado por y para los chinos para volver la manufactura norteamericana no competitiva”, dijo Donal Trump, presidente de los Estados Unidos, segundos emisores de gases de efecto invernadero que afectan la atmósfera. Las declaraciones, además de pendencieras, son un cambio radical de postura de la potencia económica mundial con respecto al tema. Quedó lejos aquella época en 2014 cuando Barack Obama reconocía ante la ONU que los Estados Unidos contribuía con el impacto del cambio climático en el planeta y anunciaba que tomaría medidas al respecto. La nueva gestión, da un volantazo que va a afectar al planeta entero.
En un nuevo hito mundial, los científicos reportaron que la Tierra alcanzó una temperatura récord durante 2016, superando la de 2015, que había superado a la de 2014, entonces inédita. Es la primera vez desde que hay registros de calentamiento global que sucede algo así por tres años consecutivos. Myron Ebell, el asesor de Trump que dirigió la transición de la administración para la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos, dijo que los ambientalistas son “la mayor amenaza a la libertad y a la prosperidad en el mundo moderno”. El nuevo plan, claramente, apunta a seguir aumentando sus emisiones de gases tóxicos.
"Dos de las tres principales anomalías de la temperatura de enero fueron durante los últimos dos años. 2016 fue el más caluroso registrado, con 1,12 grados centígrados más que la temperatura media”, determinaron científicos del Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) en Nueva York en un informe en el que, además, anuncian que enero de 2017 quedó en el tercer lugar de la lista de los más candentes. Los datos muestran que la Tierra se está calentando a niveles que muchos expertos creen causará una amenaza severa tanto al mundo natural como a la civilización humana.
“Hay evidencias, a través de investigaciones hechas por paleoclimatólogos, de que hace miles de años la Tierra pudo haber tenido un calentamiento similar a este. Pero desde que existen estaciones meteorológicas que registran la temperatura nunca se había visto una como la actual ni tantos años consecutivos con clima tan caluroso”, comenta a Página/12 la licenciada en Ciencias de la Atmósfera Marisol Osman desde el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), de CONICET-UBA.
La última vez que el planeta estuvo así de caliente fue hace 125 mil años, según los datos paleoclimáticos de los anillos de los árboles, los núcleos de hielo, sedimentos y otras formas de examinar la historia de la Tierra. Era de los extintos dinosaurios. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) concluyó que la temperatura subió este año más de un grado con respecto al anterior y desde la NASA señalan que la temperatura media de la superficie del planeta se elevó desde finales del siglo XIX y que la tendencia de calentamiento a largo plazo es clara.
Para que un planeta sea habitable por humanos hace falta una temperatura acorde a la corporal, una atmósfera que provea oxígeno y agua, que hace posible los procesos biológicos. Bastaría con que las condiciones ambientales variaran algunas decenas de grados o que la composición de la atmósfera se enriqueciera de algún elemento tóxico para que todo deje de funcionar. La misma humanidad que está en riesgo es, paradoja mediante, la que propicia -con sus emisiones constantes de dióxido de carbono- las condiciones para su propia extinción.
Con respecto a esta parte del mundo, el período que va entre 2015 y principios de 2016 estuvo influenciado por un evento El Niño, que provoca tal liberación de calor almacenado en el océano que repercute en la temperatura global, dice la licenciada Osman, que explica que la Argentina fue la excepción mundial de calor durante el año pasado, pero aclara: “Nuestro país no se calentó tanto y, de hecho, hubo meses más fríos que los típicos, como abril. Esto no quiere decir que el cambio climático no nos afecte, sino que la variabilidad natural de la atmósfera jugó a nuestro favor, pero no hay por qué esperar que esto sea así siempre”.
Las investigaciones locales y mundiales muestran que, como consecuencia del cambio climático, sobre la Argentina subieron las temperaturas promedio durante los últimos años, de forma más marcada en la región cordillerana de la Patagonia. Además, en la zona este del país, aumentaron la intensidad y cantidad de lluvias en verano. “Es muy difícil que mientras ocurre un evento podamos atribuirlo al cambio climático, pero esta ola de calor es, en términos dinámicos, diferente a la del 2013”, dice Osman, en referencia al fenómeno puramente meteorológico que afectó durante casi un mes, entre diciembre y enero hace cuatro años, un mínimo 52 ciudades en todo el país.