El primer ministro iraquí, Adil Abdul-Mahdi, anunció que presentará su renuncia después de que más de 40 personas fueran asesinadas por las fuerzas de seguridad en una protesta callejera y tras el llamado del principal clérigo chiita del país para que los legisladores le retiren su apoyo. Tras el anuncio, miles de manifestantes antigubernamentales que han acampado en la céntrica plaza Tahrir de Bagdad durante casi dos meses celebraron con cantos y bailes.
Abdul-Mahdi emitió un comunicado en el que dijo que había "escuchado con gran preocupación" el sermón del Gran Ayatollah Ali al-Sistani y que tomó su decisión luego de oírlo para "facilitar y acelerar su cumplimiento lo antes posible. "Presentaré al Parlamento un memorando oficial renunciando al puesto de primer ministro para que el Parlamento pueda revisar sus opciones", expresó Abdul-Mahdi, que ocupaba el cargo desde hacía poco más un año. El texto no precisa cuándo va a dimitir, pero la Asamblea va a reunirse el domingo para debatir la crisis.
Al Sistani había dicho que el Parlamento "debería reconsiderar sus opciones" en su sermón semanal de los viernes, que fue leído por un representante suyo en la ciudad santa de Najaf. Al Sistani había llamado a los activistas a distinguir entre los manifestantes pacíficos y aquellos que solo buscan generar violencia, después de que el miércoles un grupo de personas incendiara el consulado de Irán en Najaf. Funcionarios gubernamentales han declarado que el ataque al consulado iraní fue perpetrado por saboteadores externos al movimiento ciudadano.
Si bien los manifestantes celebraron el anuncio de Abdul-Mahdi, el reclamo de la calle es en contra de toda la clase política que gobierna Irak desde la caída de Saddam Hussein, en 2003. "No nos detendremos con el primer ministro, tenemos más peleas que dar. Seguiremos adelante hasta que se cumplan nuestras demandas", aseguró a la CNN una mujer que no quiso revelar su identidad por temor a represalias. Los manifestantes piden un cambio del gobierno que consideran corrupto y responsable de la mala gestión de los recursos y problemas económicos del país, sobre todo en el sur rico en petróleo donde la población no se beneficia del oro negro.
Alrededor de 400 personas murieron en la violenta represión que ha habido desde el inicio de las protestas, el 1° de octubre, la mayoría con heridas de munición real o por la explosión de latas de gas lacrimógeno que las fuerzas de seguridad disparan directo contra la multitud. Cuarenta manifestantes murieron baleados el jueves en la capital, Bagdad, y en las sureñas ciudades de Najaf y Nasiriya, en una escalada que continúa en las calles del país. Otros tres manifestantes murieron el viernes y ocho resultaron heridos en Nasiriya cuando intentaron acceder al centro de la ciudad para reanudar su protesta, informaron fuentes de Seguridad y de Salud.
Abdul-Mahdi, de 77 años, ex ministro de petróleo y finanzas y ex vicepresidente, fue visto como un político independiente cuando asumió el cargo en octubre de 2018 y es el primer primer ministro iraquí que no pertenece al partido político Dawa en 12 años. En su primer día de mandato, trasladó sus oficinas afuera de la zona verde fortificada en las que están todas la sedes del gobierno y embajadas con el objetivo de acercarse a la ciudadanía. Pero en seguida se chocó de frente con el desafío de bajar el alto desempleo, eliminar la corrupción y mejorar unos servicios públicos en ruinas.
Los manifestantes también le reprochan la creciente influencia de Irán en el país, después de que Washington redujera el número de militares en el terreno.