Minutos antes de las 18, la camioneta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo bordeó la pirámide ubicada en el centro de la Plaza de Mayo mientras una multitud se agolpó para recibirlas al grito de “Madres de la plaza, el pueblo las abraza”. La primera en bajar fue Hebe de Bonafini, y junto a otras siete Madres dieron inicio a la 31° Marcha de la Resistencia. Hasta las 18 del sábado, las Madres y otras organizaciones políticas y sociales marcharán “para decirle chau a Macri”. La jornada del viernes incluyó un homenaje al expresidente Néstor Kirchner y un concierto.
Las Madres comenzaron a marchar alrededor de la Pirámide de Mayo cargando una bandera azul con letras blancas, con el lema de la convocatoria: “El amor pudo más que el odio”. Atrás, cientos de personas las acompañaban, algunos con banderas o remeras de organizaciones políticas y sociales y otros con pañuelos azules que tenían la imágen de los históricos pañuelos blancos.
Victoria, de 8 años, estaba subida en los hombros de su madre, Noemí Viera, y se puso su bandera blanca en la cabeza, imitando a las Madres. “Mi mamá me enseñó que ellas perdieron a sus hijos y los están buscando”, dijo a Página|12. Y agregó que es necesario acompañar a la organización y seguir buscando a los desaparecidos “porque los queremos mucho”. Viera es estudiante de la licenciatura en Justicia y Derechos Humanos de la Universidad de las Madres y destacó “la importancia de estar acá”. “Yo intento transmitirle todos los días a mis hijos la importancia de saber nuestra historia, de conocer, de acompañar porque también es responsabilidad nuestra. Las madres tienen más de 90 años, tenemos que transmitir esto, vivirlo, para que puedan seguir acompañando”, destacó.
Contra la reja que divide la Plaza de Mayo se dispuso un escenario, en la parte superior una bandera de Madres levantaba la frase de siempre: “Hasta la victoria, queridos hijos”. A los costados había carpas de distintas agrupaciones y, del lado de Rivadavia, se colgaron las banderas de los países de América latina. La reja de la Pirámide estaba adornada con una guirnalda de pañuelos blancos, banderas de la Asociación y fotos con los rostros de los desaparecidos.
Nelly Bartucci tenía colgada del cuello la foto de su hermano Francisco, desaparecido por la dictadura cívico-militar el 29 de Julio de 1976. “Fue alrededor de las 17:30 horas en la curva de Berraymundo, cerca del Cruce de Varela”, sigue recordando con exactitud. Fue la primera de la familia en empezar a buscar a su hermano. “Yo empecé a frecuentar Familiares (de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas) cuando recién empezaba y nos reuníamos en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre que nos dio un espacio”, recordó Bartucci. Su madre, agregó, “venía todos los jueves a la Plaza de Mayo”.
Nacida en 1981, la Marcha de la Resistencia se extendió en forma ininterrumpida entre ese año y 2006. Ese año se dejó de hacer, dado que para la Asociación, “el enemigo no estaba más en la Casa Rosada”, en referencia a Néstor Kirchner. La marcha se retomó el 10 de diciembre de 2015, cuando comenzó el gobierno de Mauricio Macri.
“Fueron cuatro años de angustia, fue un desastre. Este hombre (el presidente Macri) en materia de políticas de Derechos Humanos fue un espanto”, manifestó a este medio Paula Barachini, quien tenía puestos collares con la imágen del pañuelo blanco. “Las Madres siempre vencieron al odio con amor. Ellas perdieron a sus hijos y ahí las tenés, luchando con alegría", elogió. Graciela Negreira, amiga de Barachini y militante durante los ‘70, dijo que “es muy importante venir porque hay cosas que no pueden repetirse”. “Ellas (las Madres) mantienen prendida la luz, en otro momento tendremos que ser otros”, señaló.
Las Madres esperan que esta sea la última Marcha de la Resistencia. Luego de casi una hora de caminar, algunas fueron a recuperar fuerzas a la carpa de la Asociación. Las personas que pasaban cerca se detenían a sacarles fotos, mostrarles banderas, saludarlas. “¡Son más lindas!”, comentó una mujer emocionada; “Ay, Hebe, cómo te quiero”, suspiró otra. “Te quiero, Hebe”, gritó una mujer con camisa blanca y negra. Hebe, vestida con los mismos colores y calzado deportivo, sonrió.