En tiempos de redes sociales y omnipresencia de las pantallas de todo tipo, las acciones callejeras en el plano cultural generan un gran impacto en el espacio público. Instalar una bicicleta e imprimir textos durante una marcha o una Feria del Libro es un hecho inusual por su repercusión y por lo que representa de novedoso. Es lo que hace Federico Cimatti con una voluntad que contagia. Una modalidad que también llevó a cabo en Italia. Aquí, cuenta alguna de sus experiencias.

--¿Cómo llegó a este oficio de trabajar en una imprenta antigua donde se hacen libros de poesía y ensayos?

--Me formé en la universidad pública, estudié diseño gráfico y trabajé mucho en imprentas. A partir de esa experiencia, comencé a tener interés en el espacio público y en el último empleo faltó el cadete y tuve que llevar para que hagan el troquelado un trabajo a una imprenta más grande en Merlo. Fue un momento muy revelador, entré a un galpón muy grande y había ruido a máquinas y había olor a tinta, había muebles muy altos, era un taller tipográfico. Ahí chocaron la experiencia laboral y la necesidad de expresarme a través de palabras, collages. Apareció la multiplicidad, la técnica me empujó a ese mundo. Ya no era salir a pegar o pintar diez esténciles, ante todo era imprimir y repartir quinientos. El campo de acción se abrió.

--¿Qué es la impresión con tipos móviles?

--Este sistema es muy antiguo, está atribuida su invención a Gutenberg pero hubo muchas experiencias antes en Oriente que tiene que ver con la impresión por diferencia de altura, es decir un bloque de madera con una zona en relieve, cada bloque tiene un signo, permite armar un título, páginas, libros. Fue el sistema tecnológico hegemónico, hoy en día para la gran industria funciona como un rezago, pero abre una posibilidad interesante por la autonomía que puede generar. Una idea se puede diagramar, lo componés, lo imprimís y comienza a circular.

--Como un libro de poemas...

--O un volante. En estos últimos años comencé a sacar máquinas a la calle para algunas manifestaciones, como en la del reclamo por la legalización del aborto y también contra el 2x1 que intentó otorgar beneficios a los genocidas presos. Sacar el taller a la calle y generar un objeto como es la bici-imprenta permite una movilidad mucho mayor. En Prensa para la libertad hay varios proyectos, ediciones de libros y catálogos de obra. Mi campo de acción es la ciudad, que es donde se amplifican ciertas dinámicas y problemáticas que existen. El de la bicicleta aparece en el espacio público y genera una interferencia. Me mueven a salir causas justas como la marcha del 24 de marzo, cuando hice un cartel con “Memoria, Verdad, Justicia y Poesía”. Elijo el lugar, instalo la bicicleta, saco de mi mochila un balde de tinta, papel y empiezo a imprimir y a volantear...

--Se lo da a la gente.

--Exponer en público cómo se imprime implica que la gente se sorprende ante lo que ve, sorprende que un papel entre blanco y salga con un mensaje. En la última marcha del 24 de marzo llevé para imprimir entre 500 y 1000 y con la velocidad de las horas se terminó el papel y empezó a pasar gente que lo había visto y sacó billetes, se formó una fila de gente con sus billetes, circularon billetes escritos con “Memoria, Verdad, Justicia y Poesía”. Aprendí que no hay un único canal de viralidad, que no es un pixel, que por día puede pasar por un montón de manos. Después la apliqué en otras marchas, fui con un cartel para que la gente ponga su billete en la máquina y se imprimía una leyenda. En una de las marchas se acercó una madre con su hija y me hicieron una entrevista pues era una tarea para el colegio, me pidieron que les imprima una hoja de cuaderno para que esa impresión ilustre la tarea en el aula, fue maravilloso.

--La Bici-imprenta la instaló en la última Feria del Libro Independiente. ¿Cuál es la diferencia al realizar sus acciones entre una marcha política y un evento cultural?

--Es acortar la distancia entre un evento cultural y mi imprenta. En una marcha como por ejemplo contra el 2x1 tengo una implicancia emocional ante el reclamo como el hecho de elegir las cosas que imprimo y cómo desde allí se puede procesar la realidad; mi materia prima para hacer una pieza es lo que sucede en cada coyuntura. Cuando fue lo de Santiago Maldonado hice un panfleto que decía: ”Nunca tendrán a la Poesía de su lado. Justicia por Santiago Maldonado”. Me gusta no solemnizar sobre ciertos hechos y entendí en estos cuatro años la función que tiene la poesía, el arte, la producción visual. Son hechos muy potentes para saltar sobre una pila informativa que tiene herramientas muy aceitadas de implantar un discurso. Y puedo intentar desde la acción artística cuestionar el poder.

--Están por un lado las usinas de desinformación y por otro los actos poéticos.

--Todos podemos hacer poesía, como se vio en estos años con tantas luchas, con tantos modos de llevarla a cabo, nuevas dinámicas que se encontraron y uno podría pensarlo como un poema colectivo. Y también sacar del pedestal a la poesía, no tiene que ser un hecho solemne, hay otras formas de ocupar los espacios públicos, de alguna manera no abandonar las calles que en definitiva son nuestras, ejercer nuestro derecho reclamar.

--¿Cómo fue que recuperó 2500 piezas tipográficas a través del vínculo con el poeta surrealista Juan Andralis y su imprenta Archibrazo?

--Uno de los proyectos es recuperar material tipográfico y restaurar, así conocí al hijo de Juan. La historia de Andralis es exótica. En los años 40 se va a Francia y conoce al núcleo fundador del movimiento surrealista, vuelve en los años 60 y abre la Imprenta del Archibrazo y allí se editó el ensayo “La Poesía y los imbéciles”, de Aldo Pellegrini, que es todo un manifiesto provocador en el mejor sentido y un hermoso texto. También el Instituto Di Tella imprimió allí. Muchos jóvenes que comenzaron en el diseño gráfico iban a la imprenta de Juan Andralis. Recuperar ese material fue muy importante. Por ejemplo, el libro que estoy haciendo ahora se llama Manifiesto post Futurista de Franco Berardi y la tapa va a ser un grabado de Juan Carlos Distéfano, gran diseñador y escultor que lo hizo en 1965. Andralis además editó el cuento El Congreso, de Jorge Luis Borges, que integra El libro de arena. Después hizo muchas revistas culturales, en especial de teatro. Lo interesante es que hacían trabajos para laboratorios médicos y ponía Alicia en el país de las maravillas en una marca de analgésicos. El libro La imaginación al poder fue editado en simultáneo porque Andralis traducía al francés y salió pocos meses después de los acontecimientos en París. Decía que no tenía nada que aprender de una máquina, que le daba un golpe a una resma de papel y de pronto todo está impreso. (risas).

--¿Cómo fue realizar una acción poética frente a la Casa de Gobierno?

--Fue imprimir con materia fecal la consigna Esto es Macri, pero la acción tiene varios antecedentes. Cuando estuve trabajando hace tres años en Italia empecé a hacer unas tiras con mensajes largos como Urge Ser Humano y la hice un día que había llegado un barco con inmigrantes y se habían muerto 500 personas en alta mar. Hice otra en el Vaticano que decía La voluntad es únicamente humana. Esto es Macri se inscribe en la realidad de un trabajador independiente y la palabra que encuentro es Asfixia, no sólo por la situación económica donde los rubros gráficos y editorial están sufriendo mucho por el aumento del precio del papel, surge desde ese acto casi brutal que definen la figura presidencial, que es la tinta dorada y la materia fecal, tinta dorada porque brilla pero no es oro. Tiene que ver también con saltar esa pila de información que hay. Necesito difundir un texto donde hago un compendio de estos cuatro años y qué representó: la precarización de la clase trabajadora. El manifiesto apela a esta cuestión de los actos poéticos y termina con un llamamiento invitando a que las personas también realicen otros actos donde se visualicen las problemáticas de cada sector.

--Como un efecto multiplicador.

--Son actos que son necesarios para poder transitar el dolor y las situaciones traumáticas de un pueblo. La documentación, la acción y difusión en sí se hizo un jueves, que es el día de la ronda de las Madres. Me sentí de alguna manera protegido. Empecé a ver la palabra Libertad en muchos lugares y también tuvo que ver con importantes decisiones de vida como cambiar de trabajo. Todo indica que el sonido de las máquinas en la intimidad de mi trabajo me da la posibilidad de imaginar, de pensar.

--¿Qué significa una Acción Poética para la Reforma Agraria?

--Me propuse editar un libro y una amiga poeta Clara España me pasa su libro La Reforma Agraria de la Poesía. Me gustó mucho y ese fue el primer libro que edité ciento por ciento en edición manual, impreso en una máquina de 1980 de carácter tipográfico. Primero apareció una imagen en fondo verde con la hoz y la flor pues son poemas que están inspirados en partisanos de la Segunda Guerra Mundial y a su vez en algún bolero de los 50. Me acuerdo el día que terminé el primer ejemplar, lo encolé, lo cosí y sentí un gran placer. Me hago cargo del riesgo que implica editar cosas nuevas, es el riesgo de difundir algo como la poesía que no está tan instalado y quiero apostar a ciertos autores que conozco.

--¿Cómo fueron las experiencias en el espacio público en el exterior?

--Hice una acción en una fábrica ocupada por migrantes en Roma, donde se vive una emergencia social muy fuerte y se imprimió la consigna “El migrar es un derecho”. Creo que lo mío es activismo político que requiere vincularse, informarse, hablar, leer y sobre todo creo que me interesa esa visión internacionalista de las causas, me interesé mucho sobre la guerra y el conflicto en Siria. Siempre leí sobre el proceso en Kurdistán, empecé a ir a las manifestaciones de los kurdos en Roma y ver que nos poníamos de acuerdo en la idea de socialismo de avanzada para Medio Oriente y para Latinoamérica y me enteré a fondo sobre ese conflicto. Un texto mío circuló en las redes sociales de una Unidad Feminista Kurda y fue así como tendimos un puente impensado. Los viajes se relacionan con la aventura de apagar mi vida acá y ver de qué se trataba estar lejos de mi casa. También me enseñó mucho conocer la teoría del psicoanalista italiano Máximo Falloli que se llama Teoría del nacimiento, que sostiene que al nacer cuando entra la luz por los ojos activa una proteína en el cerebro que activa el raciocinio y termina de formar la capacidad de pensamiento y da el ejemplo de cuando los recién nacidos se identifican frente al espejo, determina su figura y eso tiene mucho que ver con la identidad y las fronteras. El proviene de los movimientos del 68 y habla de cómo construir el deseo entre lo colectivo y lo individual, también lo asocia con el movimiento del mar que es incesante.

--Una teoría más que original.

--Y más en mi caso, que crecí en una familia militar ligada a la Fuerza Aérea con ideas absolutamente diferente a las mías. Quizás lo que me ayudó a distanciarme de eso eran los momentos en que mi abuela me leía poemas, me leía a Cortázar y me sorprendía verle los ojos al leer. Una mujer que me enseñó a encontrar lo fuerte en lo frágil, eso siempre lo llevo conmigo y me reafirma el poder transformador que tiene la poesía y la escritura de verdad.

--¿Como trabajador de la cultura, cuáles son los próximos pasos a seguir y qué balance hace sobre la resistencia cultural al proyecto de Macri?

--Me interesó siempre atacar el imaginario macrista. Cuando empezó a instalarse el discurso del éxito, ahí me di cuenta de lo que querían hacer, llevará mucho tiempo elaborar qué nos llevó al macrismo. Pero también entendí que no iban a tener pausa y que había que mantenerse en esa ola del impacto y todo el tiempo estar produciendo, haciendo y luchando. Nunca pensé que iba a ver estas cosas, es mi primera crisis en un ajuste neoliberal pues era muy chico en el 2001 y aprendí mucho de cómo son las dinámicas sociales. Entre los trabajadores de la cultura hubo reacciones muy diversas, creo que muchos no lo supieron entender, una parte de la ofensiva cultural era “Amor sí Macri no”. A la vez, en los momentos de mayor crisis se ven las producciones que a mi juicio son banalidades de clase, pero trabajar con mis máquinas que son de otro tiempo implica también ver otro futuro. El arte tiene que ver con lo que se está viviendo hoy, esa es su potencia. También el gobierno logró una gran dispersión para hacer un ajuste brutal, pero lo que ahora toca es desmontar todo un imaginario. Fue muy interesante el rol de los jóvenes en las luchas, me llamó la atención la presencia de los estudiantes secundarios, ahí hay una potencia que me sorprendió.


¿Por qué Federico Cimatti?

Nació en Río Cuarto, Córdoba, en 1986 y se instala en la vía pública con su bici-imprenta al servicio del público lector. Imprimió textos-afiche como el poema 23 de Alejandra Pizarnik Extrayendo el pigmento de una rosa. Empezó el proyecto Prensa para la Libertad en el 2008 y en 2018 editó su primer libro Acción Poética para la Reforma Agraria, de Clara España, y vendió toda la edición. También saldrá una edición del Manifiesto Post Futurista, del ensayista italiano Franco Berardi, un texto que asegura servirá para la discusión sobre varios paradigmas actuales que atraviesan la sociología y las ciencias políticas. 

Estudió con el gran artista plástico Juan Carlos Romero y no oculta su admiración por Aldo Pellegrini, uno de los primeros difusores y traductores de la poesía surrealista de la década del 20. En su taller ubicado en el barrio del Once se respira el olor de las viejas imprentas y las paredes están cubiertas de afiches que expuso en diversos actos políticos y culturales como “Insista en reconstruir la Idea del Amor”, “Hoy Te Espero Siempre”. Su segunda casa es la calle, allí instala su bicicleta e imprime textos, se los da a la gente y comienza una suerte de ida y vuelta que asombra y divierte a la vez. 

En pleno auge de las redes sociales, Cimatti, con 33 años, echa mano al viejo oficio de editar a pulmón, con tracción a sangre, haciendo honor a una historia de imprenteros que se niegan a desaparecer como el arte, los volantes y las bicicletas.