(Desde Santa Fe) 

El 17 de marzo de 2020, Otilia Acuña cumplirá 100 años. Eligió para vivir el barrio Santa Rosa de Lima, hace muchos años, en los tiempos de Juan Domingo Perón. Es madre de Plaza de Mayo desde el 11 de abril de 1977, cuando un grupo de tareas copó su casa y ejecutó a su hija, Nilda Elías, militante peronista. Ella y sus tres nietos, Marcelo de 6 años, Valeria de 3 y Nicolás de 4 meses sobrevivieron al fusilamiento. En 2009 se puso en el pecho la foto de Nilda frente al Tribunal Oral de Santa Fe, en el primer juicio a los genocidas, entre ellos el ex juez Víctor Brusa y el policía agregado al Destacamento de Inteligencia Militar 122, Héctor “Pollo” Colombini, a quien identificó entre los ejecutores de su hija. Esta semana, la Cámara de Diputados le entregó la “Distinción a los Valores Democráticos” por “su compromiso y su obra”. “Nuestra querida Otilia”, la llamó el diputado del PJ Leandro Busatto, promotor del premio que se entrega desde hace dos años y se llama Raúl Alfonsín. “Luchadora por una sociedad más justa”, le dijo su colega y ahora senador nacional Roberto Mirabella, quien la propuso para recibir ese reconocimiento de la Legislatura. “Ejemplo de vida”, sintetizó el titular de la Cámara, Antonio Bonfatti, que presidió el acto.

Su nieta Valeria Silva, militante histórica de Hijos, la ayudó a llegar hasta el hemiciclo de la Cámara. Al lado, se sentó Mirabella, quien después le entregó la “distinción” por su compromiso con la democracia, junto con Busatto y Bonfatti. Cuando el locutor del acto pronunció su nombre se produjo la ovación. Desde una de las barras aplaudía la abogada y militante de Hijos, Lucila Puyol, quien el 11 de diciembre asumirá como secretaria de Derechos Humanos de la provincia. Y sus compañeros del Foro contra la Impunidad y por la Justicia de Santa Fe.

“La Cámara de Diputados reconoció a quienes se destacaron en la defensa de los valores democráticos en conmemoración del 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, pero también el día que recuperamos nuestra democracia en 1983”, escribió Puyol. “Nuestra referente en derechos humanos en Santa Fe Otilia Acuña, madre de Plaza de Mayo, fue reconocida con la ‘Distinción a los Valores Democráticos Raúl Ricardo Alfonsín’. Le agradecemos al diputado Mirabella haberla propuesto para el homenaje. ¡Gracias Oti, querida!”, se emocionó Lucila.

Mirabella dijo que él propuso a Otilia porque “en sus 99 años de vida, supo convertir el dolor en valor y lucha por una sociedad más justa”. En su discurso, Busatto reivindicó el “legado de los homenajeados”, entre ellos “nuestra querida Otillia” -como la llamó- "marca el camino”. “¡Viva la democracia!”, celebró el legislador.

Bonfatti compartió la alegría. “Reconozco a Otilia por todas sus luchas, por todo lo que sabemos de su sufrimiento, pero sigue adelante y nos da un ejemplo”, expresó. Ya en mayo de 2012, cuando era gobernador, Bonfatti le abrió las puertas de su despacho en la Casa Gris, donde recibió a Otilia y a otras madres de Plaza de Mayo, al cumplirse 35 años de las rondas. “Queremos agradecerles en nombre de todos los santafesinos”, les dijo. Lo escuchaban Otilia Acuña, Ramonita Escobedo de Maldonado, la Negrita Alejandra Ravelo, Hurí Nigro de Tornay, Celina Kofman, Olga Barrera, el hijo de Elsa Ramos, Marcelo Villar, la nieta de Hilda Beatriz Roberto y “Cuqui”, como llamaban a Irma Bruzzone, quien falleció el año pasado.

El director de Ceremonial recordó aquel 11 de abril de 1977, cuando “la dictadura” atacó la casa de Otilia y “asesinó a su hija Nilda, militante, peronista y madre de Marcelo, Valeria y Nicolás Silva. Desde entonces, ella transformó su dolor en lucha, resistencia y reclamo de justicia. Empezó a reunirse con otras madres militantes en Buenos Aires que hacían todos los jueves una ronda alrededor de la Plaza de Mayo.

En 1983, “cuando llegó la democracia, lejos de retirarse, Otilia continuó su trabajo por una sociedad más justa: colaboró con las entidades del barrio” y hasta abrió una escuelita en su propia casa: un "centro de alfabetización” y “constituyó la Asociación Civil Ley 5110”. En las calles “acompañó todas las luchas de los ’90”, al lado de desocupados y sindicatos. Y marchó a la cabeza del movimiento de derechos humanos en demanda de juicio y castigo y derogación de las leyes de impunidad”.

En 2009, “en el primer juicio a los genocidas, entre ellos Brusa y Colombini, fue la primera en sentarse en la sala del Tribunal Oral de Santa Fe”. Desde ese día, ella no faltó a ninguna audiencia, a pesar del frío, el calor o la lluvia. Supo convertir sus pérdidas en lucha por una sociedad más justa y democrática”.