¿Habrá un episodio irrealizable para Room 104? Hasta la fecha ya entregaron 24 historias con elencos variables y tramas experimentando con una multiplicidad de géneros y estilos dentro de un mismo cuarto de hotel. “Espacio finito, posibilidades ilimitadas”, sentenciaron alguna vez sus creadores. Más allá de esa creencia, los hermanos Jay y Mark Duplass ya confesaron cuál es “ese” capítulo imposible. “Sería un episodio Andy Warhol”, dijeron. Es sobre una pareja que se dedica a desempacar sus valijas. No se sabe si habrá romance, un asesinato o si los protagonistas son extraterrestres. La tensión va en aumento y entonces llega el final. No sucedió nada durante los poco más de veinte minutos. La nueva temporada, compuesta por doce capítulos, estará dispuesta íntegramente en HBO GO desde el próximo sábado.
El mandamiento al que se apega la entrega es tan preciso como juguetón. En esos pocos metros cuadrados puede acontecer lo que sea. El disparador es el susodicho cuarto de hotel (motelucho, a decir verdad) donde personas más bien comunes bucean su identidad y/o se dedican a cometer actos extraños. Del drama desgarrador a la comedia corrosiva, del thriller escalofriante a un episodio donde toda la trama es expresada a través de una canción. En esta temporada, por nombrar algunos argumentos, dos artistas se disponen a charlar de su obra pictórica, una chica hace llamadas telefónicas pecaminosas, una mujer quiere renegociar el contrato de su venta del alma al diablo y otro intenta vender a un gorila en el mercado negro.
Amén de la necesidad de forjar una propia mitología, no hay otro vínculo entre las propuestas, ni personajes, incluso aquí el verosímil y el entramado visual también pueden variar (esta temporada se animan al found footage, el documental apócrifo y las animaciones). Room 104, por otra parte, es otro ejemplo cabal del frenesí creativo de esta era para la tevé y del que sus creadores sacan provecho. A su vez conocen el gusto voyeurístico de la audiencia. “Vos lo empezás a ver y no sabés de qué se va a tratar en los primeros minutos. Entonces, cuando sintonizas cada episodio, estás inmediatamente inquieto porque todavía no tienes rumbo”, planteó su productor ejecutivo, Sydney Fleischmann.
Por momentos Room 104 se parece más a un juego, o un concepto (los Duplass ceden la dirección y los guiones en la mayoría de los casos), que hasta ahora ha dado buenos resultados. Obviamente donde manda la heterogeneidad habrá partidos que salgan mejor que otros. Y bajo su aparente falta de reglas, Room 104 funciona como un Cubo de Rubik audiovisual con una estructura clara. La llegada de un nuevo huésped da lugar a una incógnita, se desarrolla el misterio, generalmente marcado por el aislamiento y el sometimiento, hasta que tras una vuelta de tuerca sobreviene el clímax.
Es una época prodigiosa para el formato de antología (Black Mirror, Love, Death & Robots, Inside No. 9, American Horror Story). Esta serie se suma con el mandato claustrofóbico del entorno, la cohesión del factor sorpresa y en un transcurso no mayor de media hora. En cada visitante, entonces, habrá un problema existencial a resolver, sea de manera terrorífica, graciosa y, en el episodio que abre la temporada, brota uno de esos espíritus que parecen salidos de la mente de David Lynch. Pues si hay un episodio paradigmático dentro de esta nueva docena cabe mencionar a “The Plot”. Por primera vez, la trama no sucede estrictamente en el cuarto sino en un lugar abierto durante una noche. ¿Entonces Room 104 rompió su propio código? No tanto. Aquí se va a los orígenes de este hotel de carretera con el reencuentro de dos hermanos justo en el lugar donde se construirá el complejo. Las cosas se enrarecerán al punto que se puede pensar que todo el hotel está maldito por un hechizo. “Uno de los comentarios más comunes que nos dicen sobre el programa es “¿Qué carajo pasa con esta habitación?”. Así que pensamos que el comienzo de esta historia debería al menos incorporar el tipo de energía que se espera de la habitación. Algo un poco extraño al respecto”, dijo Mark Duplass.