La FIL Guadalajara es la feria más festiva del mundo. Luisa Valenzuela dijo lo que muchas escritoras sienten sobre este gran festival literario, donde dos mujeres asumen un rol fundamental: Marisol Schulz, como directora; y Laura Niembro, responsable de los contenidos. La edición 33° -que empezó el sábado con las palabras del poeta David Huerta, premio FIL de Literatura en Lenguas Romances- tiene a la escritora argentina como una de sus protagonistas principales. “Hoy vivimos en un mundo en movimiento constante. Detenerse a leer, sumergirse en un libro, no significa perder la marcha sino acercarnos a una comprensión de aquello que de otra forma arrasaría con nosotros”, afirmó Valenzuela durante la apertura del Salón Literario Carlos Fuentes y destacó que leer es una invitación a sopesar opciones para “no dejarnos arrastrar por la nefasta corriente que nos impone esta avasallante era tecnológica”. La autora de El gato eficaz, Cola de lagartija y El mañana, entre otras novelas, pidió que “estemos alertas” para que “nuestra rebeldía esté bien direccionada”.
La escritora y académica mexicana Rosa Beltrán presentó a Valenzuela en el auditorio Juan Rulfo de la Expo Guadalajara, donde estuvo también Silvia Lemus, la viuda de Carlos Fuentes. En anteriores ediciones, inauguraron el Salón Literario de la FIL Jonathan Franzen, Paul Auster, Salman Rushdie, Herta Müller, Sergio Ramírez, Nélida Piñon y Orhan Pamuk, entre otros. “Las noticias falsas llegan a nuestras pantallas con una terminología que apela directamente a nuestros más profundos sentimientos; cortesía de Cambridge Analytica, que robando nuestra información en las redes se valía de complejos algoritmos para descifrar nuestra personalidad -planteó la escritora argentina en un excepcional discurso que amalgamó lo literario y lo político-. Complejos algoritmos ofician de alquimistas, captando la información que colgamos en las redes, y producen la droga verbal que los bots y los trolls nos harán llegar por el ciberespacio para llevarnos a convencimientos espurios valiéndose de nuestras emociones”.
Valenzuela –que escribe y lee con el cuerpo; por eso su escritura es tan literariamente política- invitó a dar rienda suelta a la capacidad indagatoria y a la curiosidad para enfrentar “a las fuerzas reaccionarias y dogmáticas que llegan al extremo de cambiar gobiernos convenciendo a los votantes”, alertó la autora de Novela negra con argentinos. “Hoy es sabido que de esta forma obtuvieron su triunfo (Donald) Trump, (Mauricio) Macri en mi país, (Jair) Bolsonaro en Brasil y varios otros en el mundo entero; manipulaciones de la ideología que no siempre resultan pacíficas. Basta mirar a nuestra pobre América del Sur tan convulsionada hoy en día. El nefasto tecno-neoliberalismo no se rinde. En Bolivia, sin ir más lejos, se detectaron por lo pronto más de 68.000 cuentas falsas en Twitter respaldando el golpe pero negándolo como tal; obra de los algoritmos desencadenados”, precisó la escritora y advirtió que en Chile, “donde la lucha, a la inversa de Bolivia, se ha entablado contra el poder hegemónico y la represión es rampante”, apareció la consigna: “Más ritmo y menos logaritmo”.
El afán de hacer catarsis o expiación no la mueve a Valenzuela a escribir. Ella prefiere ir en busca de “lo que no puede ser dicho, pero que empujará los límites de lo decible”, aclaró la escritora. “Una novela, una serie de cuentos o poemas, nos abren a los mundos más diversos, permitiéndonos obviar obcecadas certidumbres, la falsa seguridad de fundamentalistas y amantes del autoritarismo. Lo que nos enriquece es el placer del conocimiento, de la indagación que nos llevará lejos, mucho más lejos de lo que podemos prever”, explicó la autora de Entrecruzamientos, un ensayo sobre la vida y las obras de Julio Cortázar y Carlos Fuentes. “Alentemos la irreverencia y la trasgresión. Ha llegado el momento de asumirlo plenamente en nuestra habla cotidiana. Las palabras también gozan y exigen transformaciones; por más incómodo que nos resulte, brego por el uso del lenguaje inclusivo –propuso Valenzuela-. El lenguaje es político y los posibles cambios van más allá de una mera formalidad. En español vamos aceptando, no sin reticencias, el uso de la E como vocal neutra, frente a las muy sexualmente cargadas A y O, si bien en lo posible conviene buscar los caminos menos ríspidos para limarle al habla cotidiana su duro estigma patriarcal”.
La escritora resaltó que en estos tiempos mutantes y acelerados “géneros literarios y géneros sexuales se confunden o imbrican” y comentó que en la última Marcha del Orgullo las asociaciones decidieron suprimir la sigla que signaba su comunidad. “Basta de LGBTTTI. Ni el signo + podía ya abarcar la dilatada diversidad en constante expansión. Les implicades alegan que esa taxonomía -travesti, transexual, transgénero, gay, lesbiana, etc.- es una imposición. La identidad puede ser mucho más compleja, el universo es amplio y plural. Y el alfabeto en su calidad de letras individuales, circunscriptas, ya no alcanza”, reflexionó Valenzuela. Antes del aplauso sostenido, con el público de pie, la escritora argentina recordó que las mujeres de los territorios ancestrales de Bolivia “ponen el cuerpo en defensa de quien consideran su líder natural, y alzan la voz y proclaman su ‘palabra florida’, su ‘sentipensar’, porque así de complejas, sutiles y poéticas son sus lenguas de origen”. El eco de una frase de las mujeres bolivianas quedó resonando en la FIL: “Hemos construido no sólo retóricas, sino resistencias, re-existencias”.