Cuando en los próximos años alguien recorra los tribunales de Comodoro Py, es probable que todavía escuche en los pasillos alguna conversación que rememore aquella vez en que Cristina Fernández de Kirchner declaró por primera vez como imputada en un juicio oral. Tal es el destino histórico del alegato de defensa de la vicepresidenta electa en el marco del juicio por presunto direccionamiento de la obra pública en la Provincia de Santa Cruz. Por su potencia política, argumental y de coyuntura -a sólo ocho días de asumir- las palabras de CFK atravesaron las paredes de la sala de audiencias, a pesar de la negativa para que sean transmitidas en vivo y en directo. En un tono vehemente, mirando a los ojos y por momentos señalando a jueces, fiscales y querellantes, la senadora acusó a un sector de la Justicia Federal de haber sido “el auxilio invaluable” del Gobierno de Mauricio Macri, para ejecutar el lawfare y la persecución política de dirigentes, ex funcionarios y empresarios.
“Había que condenar a un gobierno. El de Néstor Kirchner. Había que traer de vuelta al FMI. Y para eso había que convencer que el que nos desendeudó era un chorro. Por eso es que estoy sentada acá, disparó sobre el final . Durante su exposición, desarticuló y respondió los puntos principales de la acusación y denunció que nunca le permitieron presentar pruebas para rebatir “las mentiras” de lo que denunció como un “plan sistemático” en su contra. “Seguramente tienen la condena escrita. No me interesa. Yo he elegido la historia. A mí me va a absolver la historia”, les dijo a los jueces.
Llegó acompañada por dirigentes como Carlos Zannini, Oscar Parrilli, Jorge Taiana, Leopoldo Moreau y Mariano Recalde. Cuando subió al banquillo de los acusados, sacó una carpeta con numerosos papeles y expedientes. Apoyada por jurisprudencia, fallos anteriores y cifras exactas, ejerció su defensa por casi cuatro horas. Sin cuarto intermedio, ante la atención y mirada de una sala repleta y en absoluto silencio, la declaración fue oscilando entre dos andariveles centrales. Por un lado hizo un alegato netamente político, en el que argumentó por qué afirma que ella, sus hijos y el fallecido expresidente Néstor Kirchner fueron y son víctimas del lawfare. Por otra parte, recorrió los argumentos jurídicos con los que rebatió los puntos centrales de la acusación.
Lawfare puro
La ex presidenta recordó que fue por orden de un juez que su mandato tuvo que terminar un día antes de los establecido. “Me tuve que ir el 9 de diciembre a las 12 de la noche, como Cenicienta. Después la prensa decía, Cristina no quiso entregarle los atributos al nuevo Presidente”. Y elevando el tono de voz expresó: “¡No me dejaron! ¡Yo quería ir a la Asamblea Legislativa!”. Esa fue, denunció, la primera evidencia del inicio del lawfare .
Luego hizo referencia al accionar de los organismos que dependen del Poder Ejecutivo y son querellantes en las diferentes causas judiciales. Cuestionó a la Oficina Anticorrupción, en la cual se modificó una normativa para permitir que asumiera Laura Alonso como titular, y a la Unidad de Información Financiera, a cargo de Mariano Federici, “un ex funcionario del FMI” que además “viene del HSBC, una entidad financiera que ha sido investigada mundialmente por lavado de dinero", denunció. También mencionó a la AFI y al espionaje ilegal ventilado en el juzgado de Dolores, donde se demostró que Leonardo Fariña fue entrenado para que declarase en contra de ella y la involucrara en delitos de corrupción.
“Todo esto es una clase magistral del lawfare puro", sintentizó CFK. Al recordar el dictamen del relator para la independencia judicial de la ONU, Diego García Sayán, afirmó que se trató de “un plan sistemático” orquestado por “el actual Gobierno”, y enumeró lo que para ella constituyó parte de ese plan: sorteos dudosos de causas, – “debería jugar a la lotería. ¡Tengo una suerte cuando sortean jueces" Siempre me tocan Bonadío o Ercolini”, ironizó- designaciones a dedo –recordó sin nombrarlos a los camaristas Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi-, maniobras en el Consejo de la Magistratura. “Asistimos en vivo y en directo de la demora de un miembro del Consejo de la Magistratura para destituir a un colega de ustedes”, les recordó a los miembros del tribunal. “Les faltó encerrarlo en el baño", disparó.
Mirando a los ojos a los jueces del TOF2, Cristina denunció que es víctima de “una feroz e inédita persecución”. Andrés Basso, Rodrigo Giménez Uriburu y Jorge Gorini fueron apuntados con el dedo de la ex Presidenta que -en tono muy elevado y ante una sala de audiencias perpleja- los responsabilizó de ser el brazo ejecutor de ese ensañamiento. “El gobierno que se va tenía una mesa judicial donde decidía quién iba preso, quién no iba preso y hasta qué empresario había que apretar para sacarle la empresa”, acusó. Luego recordó que por dos años ella no tuvo fueros por elección propia, “pero bastó que fuera electa senadora para que, tres días antes de asumir, me dictaran la prisión preventiva, que obviamente no podían ejecutar porque tenía fueros. ¿Qué decía entonces la construcción mediática? Cristina no va presa porque no tiene fueros", destacó.
Escuchas ilegales
En uno de los pasajes más vehementes, Cristina Kirchner recordó que las esuchas ilegales de las que fue víctima junto a su ex secretario Oscar Parrilli salieron de la Dajudeco, órgano creado durante el actual Gobierno para administrar las intervenciones telefónicas, bajo la responsabilidad de Martín Irurzun. "Irurzun te escucha e Irurzun te mete preso", sintetizó. Y señalando una vez más a los jueces, les dijo: “Y hay programas de televisión que anuncian, cual circo, la difusión de esas conversaciones, sin que a nadie de esta casa se le mueva un pelo, cuando son ustedes los responsables de las escuchas. "Si esto no es lawfare, ¿¡qué es?!", gritó.
Florencia y Máximo
La ex mandataria se quebró cuando recordó a su esposo y describió la situación de sus hijos. “Ni qué hablar de la persecución a mis hijos. Que cometieron un delito terrible. Ser los hijos de Néstor y Cristina kirchner. Mi hija, que le hicieron un fotomontaje con millones de dólares como si los hubiéramos robado. El dinero de la sucesión, de los plazos fijos, no estaba en ningún paraíso fiscal. Estaba en una cuenta de mi hija en el banco Galicia y pudo explicar que nunca se movió de ahí ese dinero”. Y con la voz quebrada, agregó: “mi hija tenía doce años cuando llegó a Olivos. Se fue de Olivos con 25 años, una hija –respiró profundo para poder seguir hablando- y un procesamiento como miembro de asociación ilícita”. Luego, reveló: “Siempre le digo a Florencia, tal vez para consolarla: imaginate lo que hubieran hecho con Perón y Evita si hubieran tenido hijos. Es el unico consuelo que puedo darle, después de todo lo que le han hecho”.
Derecho de defensa
La ex mandataria afirmó que fue violado el ejercicio de su defensa durante el proceso: “Nos encontramos con el rechazo de todos y cada uno de los recursos y planteos, tanto en la instrucción como en la oralidad”, dijo. Y denunció que ninguna de las medidas de prueba solicitadas por su abogado Carlos Beraldi para rebatir las acusaciones fueron aceptadas.
Imputada por "designar funcionarios"
“El hecho de que una persona tenga una empresa y sea amigo de otro, ¿es delito? ¿Cómo le llamarían, entonces, al empresario que se benefició con los tarifazos energéticos?”, preguntó. La vicepresidenta electa criticó que la imputación responda a "la designación de funcionarios" sobre lo que planteó que no es extraño que un presidente que antes fue gobernador traiga a funcionarios de su gestión anterior. Por ejemplo, el director de Vialidad Nacional. “¿Eso es un delito?”, preguntó irónica. “A los jueces y al fiscal les llama la atención que Nelson Periotti, extitular de Vialidad, haya sido designado en Nación. Pero a ningún juez se le ocurrió que fuera raro, por lo menos, que quien fue presidente de Shell pase a ser el nuevo titular de Energía, el que fija las tarifas de combustible”, comparó indignada. Elevando el tono de ironía, preguntó cuál habría sido su maniobra. “Confirmar a los funcionarios y no echarlos. Fallecido Néstor, 'la jefa' era yo”, dijo y reafirmó: “Para el fiscal la prueba de que yo continué la asociación ilícita es que mantuve a los funcionarios”.
Asociación Ilícita
Con más ironía, Cristina se refirió en varias oportunidades a la acusación de ser “la jefa de la banda” y cuestionó la figura de asociación ilícita, que permite el dictado de la prisión preventiva: “cuando no se puede probar ninguno de los tipos penales de defraudación, incumplimientos, etc, te meten la asociación ilícita”. En este sentido, desarticuló uno de los principales absurdos de la investigación, que apunta a que la designación de partidas presupuestarias constituyó un delito cometido por “la banda”. En pleno momento de tensión en su declaración, dejó casi sin respirar al fiscal de juicio Diego Luciani, cuando lo miró y ren tono muy elevado le recordó la crisis institucional que provocó la resolución 125. “¿A donde estaban estos fiscales? ¿En un tupper? ¿En un frasco de mayonesa? ¿En dónde vivían?”, preguntó casi gritando. “Como si yo pudiera obligar a legisladores a votar tal o cual cosa”, agregó. Y señaló que con ese argumento, todos los diputados y senadores también deberían estar imputados.
Van a tener que llamar al Presidente
Al leer el inciso 8 del articulo 75 de la Constitución, recordó que las leyes de Presupuesto deben ser aprobadas por ambas Cámaras y que el máximo responsable de las partidas de dinero es el jefe de Gabinete. Y puso de manifiesto que ningún jefe de Gabinete de entonces fue llamado a declarar en la causa. “Van a tener un problema, porque si lo citan a quien fue el Jefe de Gabinete de 2003 a 2008, van a tener que citar al Presidente”, dijo, lo que generó un murmullo entre los presentes.
"El auxilio invaluable de Comodoro Py"
En el tramo más jurídico de su indagatoria, CFK recordó que “las obras no eran ejecutadas, ni licitadas a través de Vialidad Nacional. Eran con convenios con las administraciones provinciales y ejecutadas por los organismos provinciales de Vialidad”. Al dementir su amistad con Lázaro Báez, afirmó que la auditoría ordenada por el funcionario macrista Javier Iguacel determinó que no hubo sobreprecios en favor del empresario patagónico.
La futura vicepresidenta remarcó que cada vez que fue citada a declarar se presentó, incluso cuando fue citada para prestar ocho indagatorias en una misma mañana. Indignada, lo comparó con la postura tomada por el fiscal Carlos Stornelli que pasó nueve meses en rebeldía.“Hasta eso tuvimos que soportar. Utilizan la función como fiscales o jueces para cometer delitos”, afirmó. En este sentido CFK remarcó que Cambiemos llegó al gobierno “con el auxilio invaluable de Comodoro Py”.
Persecución contra los gobiernos populares
Hacia el final de su declaración, CFK se enfocó en el análisis político: “Esto pasa sólo con los gobierno peronistas”, evaluó. Visiblemente conmovida, agregó: “En el pasado, y en estos cuatro años”. En esta misma línea, planteó que a todo peronista con plata se lo considera corrupto. “Ahora, si no sos peronista pero sos multimillonario se te presume honesto”, cerró.
En el último tramo de su defensa, el clima intenso que dominó toda la delcaración llegó a su punto máximo: “La verdadera 'grieta' son “los intereses de millones de argentinos trabajadores, gente que duerme en la calle y las minorías que se empoderaron”, definió la ex presidenta. Y concluyó: “Había que condenar un Gobierno. El de Néstor Kirchner. Había que traer de vuelta al FMI. Y para eso había que convencer que el que les pagó, el que nos desendeudó, era un chorro. Por eso es que estoy sentada acá”.
Antes de finalizar, miró a los ojos a los jueces una vez más: “Este tribunal es el tribunal del lawfare y seguramente tiene la condena escrita. ¡No me interesa! Yo he elegido la Historia. A mí me absolvió la historia. Y a ustedes, seguramente los va a condenar la historia”. Una explosión inusual de apalusos rompió entonces el protocolo de la sala de audiencias. Cristina se levantó enérgica, juntó sus carpetas y caminó unos metros para irse. El presidente del Tribunal le dijo que tenía la opción de responder preguntas. Entonces, ella volvió sobre sus pasos y, sin sentarse nuevamente en el banquillo, tomó el micrófono y lanzó: “¿Preguntas? Preguntas van a tener que contestar ustedes”. Los aplausos volvieron y la acompañaron hasta salida.