Este libro es un compilado de diferentes artículos que ha ido escribiendo Laura Klein en los últimos años sobre distintos temas que derivan en y de la maternidad. Pone en tensión dicotomías, plantea paradojas y cuestiona sobre lo que muchas veces se da por sentado. Escribe sobre ese “entre” la legalidad y el crimen, “entre” el derecho y la moral, “entre” la decisión y la elección, “entre” la vida y la muerte, “entre” el bien y el mal. Es en ese “entre” donde Klein detiene su mirada para cuestionar. ¿Por qué el derecho a la vida se opone al derecho a la libertad?, si una mujer alquila su vientre ¿por qué se contrapone al derecho de tener un cuerpo?, ¿cuándo el embrión es o no humano? Estas y otras preguntas son las que se hace y desarrolla a través de estos artículos que encaran un feminismo imposible.
La filósofa, ensayista y poeta Laura Klein tiene publicado Fornicar y Matar. El problema del aborto en el año 2005 y luego reeditado y ampliado bajo el título Entre el crimen y el derecho en el año 2013. También ha publicado varios libros de poesía.
Sostenidos los discursos sociales en una lógica binaria, Klein se encarga en cada uno de los artículos de este último libro editado, de disolverla. Escribe para entender por qué está prohibido el aborto, separa el derecho de la moral, distingue entre decisión y elección y plantea las posturas contrarias que se ponen en juego al momento de pensar a partir de cuándo tiene valor la vida humana.
Si una mujer decide llevar a cabo un aborto no es una elección libre. Ninguna mujer “elige” abortar. Está en la encrucijada en que no quiere tener un hijo ni tampoco abortar, dice Klein.
Klein pone la mirada y se interroga en ese “entre” en el que se juega el dilema entre la vida y la muerte. Lo hace con el tema del aborto, con la anticoncepción, con la fertilización asistida y con las madres de Plaza de Mayo. Pone sobre la mesa los argumentos de uno y otro lado del asunto haciéndolos dialogar y cuestionar a la vez. Es en ese “entre” desde donde escribe y piensa, para develar eso que muchas veces se afirma de manera casi automática por ideología, pero Klein en ese territorio se pregunta e interpela al lector.
El 14 de junio de 2018, la interrupción voluntaria del embarazo tomó estado parlamentario tras la habilitación a tratarse la Ley de legalización en el Congreso Nacional. La Cámara de Diputados aprobó la media sanción de la Ley con 129 votos a favor, 125 en contra y 1 abstención. El proyecto fue rechazado por el Senado tras una votación donde 38 senadores votaron en contra y 31 a favor; además hubo 2 abstenciones y un ausente. Se debatió “entre” el derecho a la vida del embrión o el derecho a la mujer al cuerpo propio.
Desde el marco de los Derechos Humanos, en la prohibición del aborto no se protege al embrión, sino lo que se sostiene es el mantra: no matarás. Es en ese “entre” donde se presenta el conflicto de pareceres. ¿Cómo legalizar el aborto sin violar los derechos humanos? Si son los derechos humanos justamente los que deben garantizar el cumplimiento de los derechos inherentes a los seres humanos, con el aborto entra a jugar “el derecho a la vida” que van a ser aquellxs que defiendan la vida del embrión, o “el derecho a la libertad” que van a ser aquellxs que velen por la defensa del cuerpo de la mujer. Este es uno de los “entres” en los que Klein se adentra.
La autora aclara que el derecho prohíbe el aborto, pero lo que no prohíbe es el poder que tiene la mujer de hacerlo porque tiene el poder de gestar.
Sostiene que el aborto no es un homicidio. “Ningún Código Penal equipara aborto y homicidio porque ningún Código Civil equipara a la persona por nacer con la persona nacida. Si bien el artículo 19 dice que “la existencia de la persona comienza con la concepción”, inmediatamente el artículo 21 establece que, si el concebido “no nace con vida, se considera que la persona nunca existió”, aclara Klein. Es decir que ni el embrión abortado ni el bebé nacido muerto “valen como herederos a la hora de dividir los bienes”.
No deja de poner la lupa también con los vientres subrogados. Ahí se entra en un campo de conflicto al momento de concebir a la mujer como un vientre con la posibilidad de ser alquilado o concebir el cuerpo de la mujer con la libertad que otorga sentir a su cuerpo como propio. Así las nuevas tecnologías reproductivas pueden llegar a ser “cómplices de lo peor de nuestros deseos: hijxs por encargo”.
Klein hace una comparación interesante entre la vieja y conocida práctica de la prostitución y la nueva modalidad producida por la ciencia, conocida como vientre subrogado. La autora se pregunta: “¿lo sucio es el sexo y no el dinero?”. En ambas prácticas se pone en juego un intercambio entre el cuerpo de la mujer y el dinero. En estas dos circunstancias la mujer pone su cuerpo con el riesgo de perder su vida a cambio de una contraprestación económica, pero Klein distingue una importante diferencia entre ambas situaciones y es lo que se conoce como plusvalía. Dicha plusvalía se genera cuando la mujer que alquila su útero da a luz produciendo un valor excedente y que no vuelve a ella. De esta forma, la mujer que “alquila” su útero entra en el mercado convirtiéndose en una nueva proletaria, a diferencia de la mujer que ejerce la prostitución donde “vende” su cuerpo porque ella misma es una mercancía.
A este panorama se suma la probeta que viene a mostrar la diferencia que hay para la Ley entre los embriones fuera y dentro del útero. Aquellos embriones engendrados en laboratorios que no llegaron a un útero y han sido desechados, la Ley no lo califica como delito porque no han accedido al seno materno. Este es otro de esos “entres” donde Klein también posa la mirada para interrogar.
Mientras en temas como la anticoncepción, práctica originaria que separa la sexualidad de la reproducción, no se dirime “entre” la vida y la muerte, ni “entre” el crimen y la legalidad. La práctica de la anticoncepción es una elección de prevención basada en la libertad del propio cuerpo.
El deseo y el cuerpo exceden el campo del Derecho y de la Ciencia. Por más leyes que haya y más sofisticación en la ciencia es imposible que cubran al ser. Las experiencias y lo vivo del ser quedan por fuera de cualquier representación y no se puede reducir ni al bien ni al mal, sino que están en ese “entre” que es indefinido en sus fronteras y potente por esa misma inadecuación. Es Klein quien se encarga de trazar esas fronteras.
Más acá del bien y del mal por un feminismo imposible
Laura Klein
Editorial 90 Intervenciones