Publicados por el sello local ediciones Danke, los tres libros que integran la saga de Corazón, de Agustín González (Rosario, 1983) forman una trilogía de autoficción anti-especista que se enmarca en lo real maravilloso y se expande hacia otros formatos. Tanto El libro de cuentos de Corazón (2014) como La novela histórica de Corazón (2016) y La película de Corazón (2019) son protagonizados por una gata escritora de cuentos para humanos, que tiene firmado un contrato con una editorial de literatura aviaria (integrada por palomas, gallinas y demás). Corazón, una robusta gata blanca y negra llamada así por el dibujo de su pelaje, habita el mismo departamento luminoso de empapelado florido en Corrientes y Urquiza que perteneció a una tía del autor. 

Aquella tía, Susana o Susy, inspiró la novela epistolar experimental Arrivederci, amor mío, que González publicó en 2017 por Iván Rosado. Artista contemporáneo reconocido, psicoanalista, coleccionista de arte animalista, músico aficionado y jardinero profesional además de escritor y tallerista, y cultor de un arte de vivir, Agustín González defiende una literatura capaz de hacer "ver maravillas en cualquier cosa" y considera al humano como un animal entre otros. Le gusta sorprender a sus amistades poetas y artistas con bellas producciones donde se desdibujan los bordes entre entre realidad y fantasía a la vez que se cruzan el arte y la ficción. Su exposición individual La muestra de Corazón, en Gabelich Contemporáneo, cerró el sábado pasado con la proyección de un video de 6 minutos realizado especialmente por Virginia Molinari para el cierre de la muestra. Esta consistió (cuenta Agustín) en una ficción de casa-museo de la gata escritora, con su colección de arte anti-especista y sus espacios de trabajo. En una de las salas tuvo lugar una lectura-performance a varias voces del primer libro de la saga en su totalidad. 

Al oírlo narrar a viva voz, se hace patente su pertenencia a la tradición del relato enmarcado. Esta estructura es común a ciertas narrativas orales orientales, a las sagas medievales europeas y a innovadoras literaturas contemporáneas como la de Pablo Katchadjian, quien en libros tales como Gracias trabaja con eficacia, al igual que Agustín González, el relato enmarcado inconcluso (en Gracias, de Katchadjian, la inconclusividad y el absurdo se deben al horror inenarrable del genocidio armenio; en la saga de Corazón, a las interrupciones de la escritura de la gata por sus revoltosas congéneres: Chaparrón, Melitón y Fantasía). La presentación del tercer libro tuvo lugar en el cine público El Cairo y consistió en el estreno de una falsa película, gafas 3D incluidas.

Dicho todo esto no está de más agregar que La película de Corazón, al igual que sus dos libros hermanos, es muy divertido. Pocos autores como Agustín González (y su alter ego Corazón) saben conciliar el espíritu lúdico y fantasioso de la literatura para chicos (que se expresa aquí, entre otras cosas, en cómicas cantilenas de frases y epítetos que se repiten musicalmente) con temas adultos como el erotismo zafado del primer volumen. 

Los tres libros se nutren de una investigación sobre la historia de Rosario. Se destaca entre sus fuentes El mito Francisco de Godoy (1958), de Fausto Hernández (Rosario, 1897‑1959), reeditado recientemente por el sello local Baltasara. A partir de allí, González le inventa un funeral calchaquí al fundador mítico de la ciudad. También convierte el nombre del edificio de Corrientes y Urquiza, Gricón (setentoso neologismo ingenieril que condensa la razón social Grimblat Construcciones) en el del gato del arquitecto, arquitecto él también al frente de gatos obreros que construyen pasadizos que se bifurcan al modo gatuno y que permiten viajar en el espacio y/o en el tiempo.

Estos pasadizos abren el libro a la ficción especulativa, que tiene su tradición nacional en la literatura fantástica rioplatense de Borges, Cortázar y Silvina Ocampo. En cuanto al costado realista documentalista, muchos vecinos de esa esquina son personajes de la trilogía y sólo una de ellas lo sabe. Existe el piano que constituye uno de los personajes del tercer tomo, lo mismo que su afinador, Maranzana. También existió el teatro Colón que se menciona, demolido en 1959. Fue real el circo Tihany que ocupó esa esquina, baldía hasta que Grimblat construyó el Gricón ("¿no es como el nombre de un animal mitológico?", inquiere Agustín en la entrevista). Regocijo no menor son los casi cien nombres de gatos incluidos en La película de Corazón, invento similar a las listas que hacía Nabokov en su novela Lolita y acaso futura inspiración para bautismos felinos. 

Como escribe el autor, "el mundo alberga otros pequeños mundos dentro de sí" y "la literatura nos permite acceder a nuevas experiencias, a otras realidades". Esta última frase, al final del último libro, se la dice una torcaza editora a una gallina llamada Magda. Toda esta fantasía se despliega en un ritmo cadencioso y un tono amable con el lector.