El rapero Juanito Mc Catalán habla de sus paisanos costureros en el tema Poco pago y les dice que está de su lado, que él entiende lo que están viviendo en esos talleres donde pasan la vida a destajo.  “De quién será la culpa, pero el precio está así/hago camisas, pantalones, telas suaves de jean,/ a veces no tengo fin/tengo que acabar la prenda/ y mi horario de trabajo no espero que te sorprenda/la verdad… poco pago lo real/sea peso, boliviano, dólar, euro, real/es un problema social, lo que vive el inmigrante”, dice la letra del poema urbano que Juanito canta poco antes de decir que está orgulloso de ser boliviano. 

Me senté a escribir esta historia en épocas en que se apunta contra los inmigrantes como foco de todo mal. La voz de Juanito se acercó para ayudarme a encontrar el rumbo. Me acordé de los dos incendios en los talleres textiles clandestinos de Flores que me tocaron cubrir como periodista. La muerte de siete chicos y una mujer embarazada. Uno en 2006, otro hace poco más de un año. Las víctimas eran miembros de la comunidad boliviana que vivían dentro de las fauces de ese monstruo de economía informal que se asemeja mucho a la esclavitud, y que para poder existir necesita de la complicidad del poder político y policial. 

La historia de Carmen y Mario en este relato ficcional se abona con estas tragedias, pero también con la vida cotidiana de miles de inmigrantes, trabajadores textiles, hacedores de muchas de las prendas que nos ponemos a diario y de otras que se lucen en las vidrieras de las grandes marcas.