Un grupo de ingenieros, informáticos y médicos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) encabezan el proyecto Impacto de la Tecnología en el Medioambiente (ITMA) que trabaja en mediciones, monitoreo e investigaciones médicas de los niveles de energía que emanan los aparatos de comunicación. Buscan medir si los resultados están bajo las recomendaciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) y de los niveles de potencia establecidos por la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pedro Brisson, director de Infraestructura y Redes de CeSPI, repasó: "El proyecto nació cuando fue la inundación (de La Plata), en el que la ciudad se quedó sin comunicación. Ante la necesidad de instalar nuevas antenas, se decidió, que en lugar de esconderlas, había que controlarlas de acuerdo a los estándares internacionales y se empezó a estudiar este tema que era poco explorado, siendo que en los últimos 20 años estamos expuestos fuertemente a radiaciones electromagnéticas artificiales”.
“Lo que nosotros tratamos de medir siempre es la inmisión -que no es lo mismo que emisión-, que es la suma de toda la energía producida por todos los equipos que están a tu alrededor”, explicó Brisson.
Dicha inmisión se calcula a través de medidores electromagnéticos portátiles y fijos que controlan que la suma de la potencia de las fuentes esté por debajo del rango recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es 0,2 miliWatt por cm2.
Utilizar manos libres, no usar el teléfono en ascensores y evitar en lo posible que los chicos hablen por celular, son algunas de las recomendaciones que el director destaca, pero aclara que “más que acciones de los individuos, lo que se necesita es desarrollo en infraestructura y mayores controles de los organismo de comunicación, tanto a nivel nacional , provincial y municipal, en cuanto a la ubicación, por ejemplo de las antenas”.
Entre los puntos que desmitifica el ingeniero está el de tener una antena de celular cerca. “La gente suele temerle a la antena esa grandota que ve, y la que suele ser más peligrosa es la que está en el mismo celular que no ves. Si las antenas no están bien distribuidas, quizá el aparato tenga que utilizar más potencia para comunicarse a una antena más lejana y eso es más peligroso”.
Entre las fuentes más nocivas está la antena AM/FM, la antena de televisión, el microondas y por supuesto el celular, con la peculiaridad que es el único que solemos tener siempre a mano
“Al momento de comprar un celular uno debería mirar el nivel de absorción de energía en los tejidos humanos que transmite el aparato, que está bajo la sigla SAR; a menor nivel de absorción de energía más seguro es el aparato”, manifestó el referente del CeSPI.