El 80 por ciento de niños y niñas con epilepsias refractarias tratados con aceite de cannabis
tuvo una respuesta positiva, con reducción significativa en el número de crisis, según datos preliminares del primer estudio científico en Latinoamérica sobre la efectividad del cannabidiol en epilepsias refractarias realizado en el Hospital Garraham. Los resultaron fueron “más significativos” de lo esperado, afirman los profesionales.
El ensayo clínico se llevó a cabo en pacientes de entre 1 y 17 años con encefalopatologías epilépticas refractarias, que son las más resistentes a los tratamientos, según explicó a este diario Roberto Caraballo, jefe del servicio de Neurología del Hospital e investigador principal del ensayo. El resultado observado luego de un año de estudio “fue más significativo de lo que nos habíamos planteado al inicio pero es similar a lo que la literatura ha publicitado” en otros países, aseguró Caraballo.
Para los profesionales que llevaron adelante el estudio, la tasa de respuesta global a la medicación fue altamente satisfactoria. De los 49 pacientes con seguimiento suficiente, 39, es decir el 80 por ciento, tuvo una respuesta positiva con reducción en el número de crisis. El promedio grupal inicial de 959 crisis por mes (unas 30 diarias) disminuyó a 381 crisis mensuales (13 por día), lo que equivale a una reducción del 60 por ciento. Esto significa que el tratamiento evitó casi dos de cada tres crisis. Además, gracias al tratamiento, cinco pacientes se encuentran libres de crisis en la actualidad.
Los pacientes estudiados tenían a su ingreso al programa entre 9 meses y 17 años de edad. Venían de la provincia de Buenos Aires (58%), la CABA (12%) y del interior del país --de las provincias de Entre Ríos, Salta, Neuquén, Catamarca, Chubut, Misiones, La Pampa y Tucumán-- (30%). Todos tenían diagnóstico de encefalopatía epiléptica refractaria, con crisis que comenzaron entre un día de vida y siete años de edad; y sufrían al momento de ingresar al protocolo de investigación más de diez crisis diarias. En conjunto, este grupo niños, niñas y adolescentes tenía un promedio de 959 crisis por mes (más de 30 por día), con un mínimo de 30 por mes y un máximo de 13.200 por mes (más de 400 crisis diarias). Se trata de pacientes que atravesaron diferentes tratamientos y ninguno de ellos logró ayudarlos.
“Los números son muy positivos y nos permiten ver una gran reducción de cantidad de crisis y mejoras en la calidad de vida. Este estudio debía responder una pregunta: ¿Es efectivo y seguro el aceite de cannabis en dosis farmacológicamente controladas? Hoy sabemos que la respuesta es sí”, dijo Carlos Kambourian, presidente del Hospital Garrahan.
Como beneficio adicional se reportó por parte de la mayoría de los padres una mejora en los aspectos cognitivos, conductuales y motores, lo que repercute en la calidad de vida en los pacientes y su familia.
En Argentina el 1 por ciento de la población padece epilepsia. De esa cifra, el 20 por ciento se trata de casos muy graves. Los chicos y chicas que participan del estudio en el Garrahan tienen la forma más severa de la enfermedad, con crisis repetitivas que llevan a un deterioro cognitivo, conductual y motor.
Originalmente el estudio involucraba a 100 pacientes. “Pero al finalizar la primera etapa el equipo médico realizó un corte de información que arrojó resultados tan categóricos que creímos necesario informarlos. El estudio continúa incorporando pacientes, y para los chicos y chicas que ya ingresaron, el seguimiento se prolonga un año más para corroborar que los resultados se mantengan en el tiempo y para evaluar el impacto sobre el desarrollo neurocognitivo”, dijo Caraballo. Los y las pacientes fueron tratados con cannabis medicinal importado de Canadá validado farmacológicamente para ser aceptado.
El estudio se realiza en el marco de la Ley 27.350, de Investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados, aprobada en 2017, que tiene por objeto “establecer un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, garantizando y promoviendo el cuidado integral de la salud”.
Caraballo hizo hincapié en la necesidad de comunicar estos avances a nivel científico para validar los resultados preliminares observados: “Estamos en etapa de análisis detallado de la información científica para publicarla en una revista científica, a corto plazo. Eso implica un proceso de exponerse a la revisión de los responsables de la revista”.