La teoría circula entre seguidores y allegados: los discos que los Strokes dejaron de sacar (por desgano, por fama temprana, por una mezcla fatal de lo anterior) los empezó a sacar Hojas Secas. La cronología cuadra: en 2006, cuando los Strokes publicaban First Impressions Of Earth, su decepcionante tercer álbum, estos radicados en La Plata registraban su primer demo. Eran jóvenes (lo siguen siendo), eran un poco un vagos (por supuesto que ahora también), les gustaba el rocanrol más que cualquier otro vicio sano (gracias a Dios) y estaban creando --todavía sin demasiada certeza o expectativa; con la ingenuidad de quien se deja llevar por un leve sentimiento y de repente se da cuenta de que está enamorado-- algunos de los temas más emocionantes, más entrañables y más coreables que dio el indie local de guitarras en mucho tiempo.
"¿Cómo me pasó que no me di cuenta? ¿Como me pasó que no lo vi? Estaba muy triste. Estaba muy triste", canta Lucas Jaubet en el primer verso del primer tema del primer disco (Ya no me importa qué dirán en el barrio, de 2009) y ya ahí, en esa intro de guitarra y batería que arrancaba pausada, como dando pasos lentos pero firmes, podía intuirse de qué iría la cosa. Melodías cantadas al límite de la glotis; machaques de guitarra a lo Strokes, 2 Minutos o los Ramones; letras que encuentran belleza en situaciones vulgares o cotidianas; estribillos ideales para cantar en tardes de sol, mate y ojotas.
"Cuando empezamos pensaba que el indie se trataba de no simular nada, de ser honesto, y un poco lo sigo pensando", sonríe Jaubet. "Querer contar una historia y contarla", sostiene quien --como tantos que al final terminan cantando en una banda de rock-- no tenía claro al principio qué hacer con su vida. Había llegado a principios de los 2000 desde Junín a La Plata y trabajaba de colocar vidrios y de vender pastafloras en la calle. "Me anoté en Bellas Artes y me puse a estudiar música", relata.
Como era de esperar, los estudios pasaron sin pena ni gloria. Pero el asunto es que ahí conoció a Lucho Canevaro, futuro guitarrista del grupo, que entonces ya era un prematuro futbolista frustrado de 19 años al que sólo le interesaba escuchar a los Rolling Stones. Su pinta lo delataba: tenía el pelo (lo sigue teniendo) igual que Ron Wood. E hicieron buenas migas porque se quedaban zapando temas de Calamaro (el ex Rodríguez siempre fue afín al gusto stone) después de los trabajos prácticos. Lucho con la criolla, Lucas con su voz. Sin embargo, más allá de eso, no mucho más los conmovía. Se sentían ajenos al rock en boga entonces: Evanescence, el nü-metal, la neurosis deconstruída de Radiohead. Hasta que una tarde de 2001 algo importante sucedió.
"Estaba boludeando con MTV de fondo cuando de repente pasaron 'Last Night' . Me quedé paralizado. Ese look, esas guitarras, ese ritmo. ¿Quiénes eran estos pibes tan modernos como clásicos a la vez? ¿De dónde salieron?". Como Jaubet no llegó a registrar el nombre se quedó viendo la tele con la ilusión de que lo volvieron a pasar. Por suerte MTV repitió el clip y Lucas agarró la campera, fue hasta el cyber y le pidió al que atendía: "Por favor quemame en un cedé el disco de esta banda". Y le entregó un papelito que decía "The Strokes".
Y acá es cuando conviene postular otra teoría: no importa cuán famosa o cuán desconocida sea una banda; cuando se trata de grupos buenos --o sea, cuando generan una genuina reacción físico-química en quienes las escuchan-- casi siempre hay un hecho que las hermana y es la forma fortuita, fatal o sin cálculo en la que sus integrantes se conocieron. No falla. A veces parece intervenir una especie de dedo divino, alguien del exterior que determina su formación. Otras ni siquiera eso. Es simplemente porque sí. En el caso de Hojas Secas está claro que la fascinación por los Strokes fue el insumo inicial ("Cuando le mostré la banda a Lucho, que era un anti todo peor que yo, le gustó. La primera banda de las 'nuevas' que podíamos compartir", recuerda el cantante). Pero la manera en que terminaron de constituirse como grupo tuvo --como se verá-- mucho de esa embriagable sensación de destino y azar. De así tenía que ser.
"A Santiago Fernández, el otro guitarrista, lo conocimos porque una vez estábamos con Lucho en el ascensor de mi casa y sube un flaco con un estuche de guitarra. En el trayecto de un piso al otro le preguntamos si quería tocar con nosotros y nos dijo que ya tenía grupo pero que había un amigo que estaba libre. Nos despedimos y al rato, ese mismo día, nos estaban tocando el timbre. Abrimos y era Santi. Nos dice que le gusta el punk-rock. Le decimos que ya está adentro". Con Lautaro Pugliese, el batero, morocho y entrador, casi como un Fabrizio Moretti del subdesarrollo, la incorporación se dio más tardíamente (a partir de que era amigo de Santiago), aunque una vez que se sumó la impresión fue que había estado desde siempre.
Faltaba el bajista. Habían pasado varios y ninguna quedaba. En uno de esos impases, en 2007, se enteraron de que Gordon Raphael, el "descubridor" de los Strokes --el responsable de no haberles limpiado (todo lo contrario) el sonido sucio y garagero que traían de fábrica y que luego se volvió tendencia en el mundo--, venía al Bafim. Los cuatro Hojas Secas más Franco Jaubet --hermano y roomate de Lucas; allegado a la banda pero nada más que eso-- no lo dudaron y se tomaron el tren para ir a conocerlo. "Llegamos y la primera banda que ve es a nosotros. Lo saludamos re cholulos, nos sacamos una foto, le damos nuestro demo y en un momento Santi no se aguanta más y le dice: 'Queremos sonar como los Strokes'. Le salió del alma", recuerda Lucas. Gordon entonces los observa unos segundos. "No hay problema", empieza a decir dirigiéndose también a Franco. "Ustedes son cinco, ellos son cinco. Ellos usan Converse, ustedes usan Converse. Ellos visten con jean, ustedes visten con jean. Ya está", dictamina. Y al rato, de regreso en el Roca a La PLata, el grupo le confirma a Franco --que al principio protesta porque nunca se había colgado un instrumento en su vida-- que sí, que porque lo había dicho Gordon, era el nuevo bajista. El quinto Hojas Secas.
¿Conclusión? A los pocos días Franco tocó de memoria en un recital, al año compuso su primer canción, y al día de hoy --cuando acaban de sacar Zodíaco y político, su último disco, en el que empezaron a sumar con gracia recursos pop que a sus pares de Nueva York les viene costando un poco más incorporar-- se mantiene como uno de los compositores claves de Hojas Secas, autor de la letra de "La vida que te embrolla", hit mayor del indie local . Y canción que por sí sola bastaría para justificar la existencia de estos cinco amigos unidos porque sí, porque así tenía que ser. Y por la reacción físico-química que generan cada vez que levantan el telón y con alegría la empiezan a rockear.