El jefe de Gabinete Marcos Peña no tiene nada que envidiarle a Isaac Asimov o Ray Bradbury. El autocelebratorio informe “Ocho puntos de la economía” es un auténtico relato de ciencia ficción. El macrismo empeoró todos los indicadores macroeconómicos, incluyendo las variables preferidas por la ortodoxia: inflación y balance fiscal.

Los datos expuestos en el documento oficial no tienen anclaje con la realidad. Por ejemplo, la jefatura de Gabinete festeja la corrección de los desequilibrios fiscales. En esa línea, el último comunicado del Ministerio de Hacienda informó que “es la primera vez desde 2010 que el sector público nacional no financiero tiene superávit primario en los primeros diez meses del año". En ese período, el superávit fiscal primario ascendió a 31.000 millones de pesos.

“Con este superávit acumulado para el período enero-octubre están dadas las condiciones para que el déficit primario del año se mantenga en el 0,5 por ciento del PBI, en línea con el objetivo de nuestra política fiscal”, aseguró el ministro Hernán Lacunza.

La contracara de esa “mejora” es la muy fuerte contracción de las erogaciones en salarios, jubilaciones y obra pública. En otras palabras, los números “cerraron” (entendiendo como tal al resultado primario) dejando gente afuera.

Más allá de eso, el supuesto equilibrio de las cuentas públicas es un planteo engañoso por varios motivos.

En primer lugar, ese resultado fue consecuencia del cómputo de ingresos extraordinarios: 1) venta de dos centrales térmicas (40.000 millones de pesos); 2) liquidación del Fondo Argentino de Hidrocarburos (8524 millones); y 3) transferencia de activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (41.000 millones). 

En el documento "La trampa fiscal 2020", los investigadores del Instituto de Trabajo y Economía-Germán Abdala (ITE-GA) explican que “si no consideramos todos estos ingresos extraordinarios el resultado fiscal en estos primeros nueve meses pasa de un superávit de 22.800 millones a un déficit de 72.200 millones, superando ampliamente el límite impuesto por el FMI de 2400 millones”.

En segundo lugar, el déficit fiscal total (es decir, el financiero) fue todos los años (2016: 5,8 por ciento del PIB; 2017: 6 por ciento; 2018: 5,3 por ciento) superior al registrado en 2015 (3,7 por ciento o 5,1 por ciento, restando las transferencias de utilidades del Fondo de Garantía de Sustentabilidad y del Banco Central).

¿Qué ocurrirá en 2019? En los diez primeros meses del año, el déficit financiero acumulado es de 520.338 millones de pesos. Las proyecciones indican que ese rojo otra vez será cercano al 5 por ciento del PIB.

El próximo gobierno enfrentará un complicado panorama fiscal en 2020. Los técnicos del ITE-GA advierten que “el compromiso con el FMI es alcanzar un superávit del 1,0 por ciento del PIB para 2020. Aún sin política expansiva, la proyección marca un déficit de 1,6 por ciento del PIB. En consecuencia, habría que hacer sobre ese escenario neutro, un ajuste de 2,6 por ciento del PIB para alcanzar la meta. En el contexto de crisis social que el macrismo dejará el gobierno, un ajuste de esa magnitud está muy lejos de ser políticamente posible”.

"Es mi deber anticiparle (al FMI) que en la situación en la que se encuentra la economía argentina es difícil propiciar un mayor ajuste. No podemos hacer más ajustes fiscales porque la situación es de una complejidad enorme, el nivel de ajustes en la era de Macri ha sido tremendo”, contestó Alberto Fernández. 

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@diegorubinzal