La Orquesta Sinfónica Nacional, en esta oportunidad bajo la dirección de Natalia Salinas, será protagonista en el Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del San Martín. El viernes 6 a las 20, en el Centro Cultural Kirchner, la orquesta de bandera ofrecerá un programa atractivo, que conjugará obras de Alberto Ginastera, Kaija Saariaho y George Benjamin. Participará además el contratenor español Flavio Olivere integrantes femeninas del Coro Nacional de Jóvenes que dirige Pablo Banchi.
Será el segundo concierto del tradicional ciclo dedicado a la música de este tiempo. El último antes de enero, cuando reanude la serie absorbida en el cocoliche veraniego del FIBA, ya que fue suspendida la presentación del Cuarteto Makrokosmos, que había sido anunciada para mañana sábado. Según informaron los organizadores del ciclo, los suizos, que llegaban con el apoyo de Pro Helvetia y la Embajada de Suiza en Argentina, se vieron forzados a postergar su gira por Latinoamérica, atemorizados por la situación en Chile.
La participación de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea que dirige Diego Fischerman es una estrategia ya afianzada, que amplió el horizonte expresivo de la propuesta hacia la posibilidad de escuchar en vivo obras poco frecuentes de la producción musical para orquesta de las últimas décadas, en este caso combinadas de manera particularmente sensible. Popol Vuh. La creación del mundo maya, Op. 44 de Ginastera, y los estrenos en la Argentina de Orion de Saariaho y Dream of the Song de Benjamin, dan cuenta de una variedad posible, temperada con varios puntos de contacto. Algo así como tres formas de la noche.
Popol Vuh se basa en el Libro Sagrado de los kíche, una de las mitologías redivivas de la América precolombina, traducido por Fray Francisco Ximénez en1722. Se trata de una obra inconclusa, o más bien inacabable, sobre la que el compositor argentino trabajó desde 1975 hasta su muerte, en 1983. Orion, trabajo de gran respiro orquestal, se inspira en el mito del hijo mortal de Poseidón que como cazador soportó un destino humano antes de ser ascendido a constelación por los dioses.También en Dream of the song, abundan reflejos luna y brillos estelares. La obra que Benjamin estrenó en 2015 está compuesta sobre versiones en inglés de poemas de Solomon Ibn Gabirol y Samuel Ha Nagid, además de Federico García Lorca en su propia lengua. “Son composiciones que se combinan muy bien es un mismo programa. Por el lenguaje que utilizan y también por la temática, que sin ser la misma presenta afinidades. La creación del mundo y de las cosas, podría ser el gran tema de este concierto”, comenta Natalia Salinas al comenzar la charla con Página/12.
“Benjamin es un compositor que me atrae. Fui asistente de dirección cuando en 2016 en el Teatro Argentino de La Plata se puso en escena su Written on Skin, que es inmediatamente anterior a Dream of the Song, una serie de canciones que de alguna manera mantienen el mismo lenguaje. En aquella oportunidad, Flavio Oliver fue uno de los solistas y por eso me pareció oportuno convocarlo para este concierto”, cuenta Salinas, que fue además la encargada de elegir las obras para este programa.
“La idea básica para la elección fue poner a la orquesta en primer plano. Elegí entonces tres obras que están muy bien escritas, de compositores que conozco bien. En Orion, Sahariajo, por ejemplo, involucra a la orquesta completa, con todos los cornos, todos los trombones, tuba, y a pesar de que construye sonoridades muy originales. Lo hace con una gran economía, tomando lo más natural a cada instrumento”, comenta la directora.
“También quería poner una obra grande de un compositor argentino, que dicho sea de paso se programan muy poco. El Popol vuh me venía resonando desde hacía mucho tiempo. No es el Ginastera más conocido, el nacionalista. Es el último Ginastera, con un lenguaje más duro y búsquedas tímbricas muy sutiles. En esta obra va detrás de un texto y en ese sentido crea una gran cantidad de climas”, agrega.
Salinas nació y comenzó sus estudios de piano en Comodoro Rivadavia. Estudió más tarde dirección de orquesta en la Universidad Nacional de La Plata y actualmente cursa un master en música contemporánea en la Haute École des Arts du Rhin, en Estrasburgo. Dirigió numerosas orquestas en la Argentina y América, y su trabajo en torno a compositores actuales se combina con los repertorios tradicionales. No obstante, su compromiso como intérprete pasa por la música contemporánea y sus vicisitudes.
“Las orquestas tienen que abrirse a nuevas músicas. Es importante que un organismo orquestal abra la posibilidad a los compositores, no podemos quedarnos encerrados en el museo clásico-romántico. No es sólo una cuestión presupuestaria, pasa más bien por decisiones artísticas. Hoy es necesario replantear qué representa una orquesta sinfónica, qué función cumple en la sociedad. El repertorio universal es fundamental, pero dentro de ese universo tiene que estar la nueva música”, enfatiza.
Directora de orquesta, joven y especializada en música contemporánea: Salinas es una especie de subversiva en un universo como el de las orquestas, marcado por la tradición del machismo y la gerontocracia, además del proverbial conservadurismo. “No es un mundo fácil. Tuve que aprender mucho en cuanto a cómo comportarme. Esta profesión no es sólo dirigir, también hay que saber pararse ante un grupo de profesionales, desactivar ciertos prejuicios, y encontrar la concentración del músico y el foco del trabajo. Una mujer dirigiendo rompe paradigmas, todavía es así, y eso me demanda un esfuerzo mayor. Porque se que cuando subo al podio no puedo equivocarme”, concluye Salinas.