La pobreza trepó al 40,8 por ciento de la población y afecta a 16 millones de personas. También aumentó la indigencia, que saltó al 8,9 por ciento de la población, es decir, 3,6 millones de personas. En ambos casos se trata de los registros más altos de la década, según se desprende del último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), correspondiente al tercer trimestre de 2019. Hace 4 años, la tasa de pobreza era del 28,5 por ciento, con 11 millones de afectados, por lo que en la gestión Cambiemos la pobreza se incrementó en 12 puntos porcentuales y 5 millones de personas. La disparada es mayor en el caso de la indigencia, que casi se duplicó, dado que en 2015 era del 4,5 por ciento.
“Las reiteradas devaluaciones, el aumento de la inflación, el estancamiento, el aumento del desempleo y las medidas de ajuste acordadas con el FMI explican el deterioro”, según detalla la universidad. Las cifras trascienden a 5 días del final del gobierno de Macri, que había pedido que se evaluara su gestión por su capacidad o no de reducir la pobreza.
La pobreza afecta con más intensidad en los niños y adolescentes de 0 a 17 años, ya que asciende al 59,5 por ciento de la población. Esto es, aproximadamente 7 millones de niños en hogares pobres. Hace dos años, antes de la crisis financiera, esa cifra era del 44 por ciento. “Una vez más, las estimaciones reflejan la persistente infantilización de la pobreza en la Argentina urbana”, detalla el informe. El segundo grupo más afectado es el de 18 a 29 años, entre quienes alcanza al 41,3 por ciento, cuando hace dos años no llegaba al 30.
Con respecto a la actividad diaria, la pobreza impacta más en la población de trabajadores informales, donde asciende al 66,4 por ciento. El informe destaca que después de 2017 se registró un aumento importante en la tasa de pobreza para los segmentos de clase media no profesional, que pasó de 4,9 a 14,2 por ciento. En cuanto a la región urbana, la cifra más alta se ubica en el conurbano bonaerense, donde alcanza al 51,1 por ciento. En 2017 era de 36,1 por ciento. “Los ingresos de los sectores medios bajos que quedaron por debajo de los aumentos que experimentaron los precios de consumo básico explica el fuerte aumento de la pobreza”, agrega el documento.
En cuanto a la indigencia, la insuficiencia de ingresos para cubrir la canasta básica alimentaria (tasa de indigencia) se encuentra fuertemente asociada al estrato económico-ocupacional del principal sostén del hogar. La indigencia por ingresos fue más elevada en las unidades domésticas cuyo principal sostén pertenece a la clase trabajadora informal. En estos casos, alcanza el 22,1 por ciento de la población.
Además, la indigencia afecta con más intensidad a niños y adolescentes: mientras a nivel general alcanza al 8,9 por ciento para el tercer trimestre 2019, en el grupo de 0 a 17 años asciende a 14,8 por ciento. Esto es, hay más de 1,5 millones de niños en hogares indigentes. Hace dos años esa cifra no alcanzaba el 10 por ciento. El segundo grupo más afectado es el de jóvenes de 18 a 29 años, donde la indigencia alcanzó el 9 por ciento. Con respecto a la región, el conurbano bonaerense vuelve a ser la más golpeada: la indigencia alcanza el 12 por ciento, cuando hace dos años apenas superaba el 8 por ciento. En el extremo opuesto se encuentra la Ciudad de Buenos Aires, donde la indigencia es del 2,4 por ciento. Sin embargo, casi que se duplicó en un año, ya que en el 2018 era de 1,3 por ciento.
La Encuesta de la Deuda Social Argentina surge de un diseño muestral probabilístico, con una muestra en 5760 hogares en grandes y medianos aglomerados urbanos. La evolución de los datos muestra que los últimos índices de pobreza e indigencia son los más altos de toda la década. El principal mecanismo de transmisión de este deterioro tiene diversas causas, según el informe. La retracción del mercado interno y de las capacidades productivas del sector informal tuvo un efecto regresivo en el ingreso de los hogares, por un deterioro en el poder adquisitivo de los salarios, las jubilaciones y las prestaciones sociales. Además, “el contexto macroeconómico se reveló desfavorable para la creación de empleo”.
Estos graves indicadores se dan pese a que 3 de cada 10 hogares percibió este año algún tipo de programa social. “En un contexto de continuo deterioro de las condiciones económicas, se registra un incremento de hogares pobres cubiertos por políticas asistenciales, en comparación a 2018”, indica el informe. De no destinarse este presupuesto, los índices serían aún peores. De cara al traspaso de gobierno, la universidad asegura que un cambio de rumbo estructural no solo necesita inversiones e impulso a las exportaciones, sino políticas públicas que sean redistributivas y busquen el desarrollo hacia el mercado interno y el sector informal. “La economía vinculada al sector externo no derrama hacia los sectores menos dinámicos”, enfatiza.