El presidente brasileño, Michel Temer, nombró ayer como nuevo canciller al senador Aloysio Nunes, un asiduo crítico del gobierno venezolano que en su juventud militó en el Partido Comunista y tomó las armas contra la dictadura en la década de 1960.
“El presidente de la República designó esta tarde al senador Aloysio Nunes Ferreira, de Sao Paulo, al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores”, informó el portavoz de Temer, Alexandre Parola. “Nunes tiene una larga trayectoria de compromiso con las causas de la diplomacia brasileña”, agregó Parola.
Nunes, de 71 años, estudió Derecho en Sao Paulo y realizó posgrados de Economía Política y de Ciencias Políticas en las Universidades de Paris VIII y París I. Fue diputado, vicegobernador del Estado de Sao Paulo y ministro de Justicia de Cardoso (2001-2002). En 2014, integró la fórmula para la campaña presidencial junto a Aecio Neves, derrotada por la formada por Rousseff y Temer. Nunes, que desde hace dos décadas, forma parte del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), fue designado por Temer para cubrir la vacante dejada por la renuncia de José Serra, también de esa formación y quien dejó el cargo hace diez días por problemas de salud.
En la elección de Nunes pesó su larga experiencia en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, pero también las imposiciones de lo que en Brasil califican de “presidencialismo de coalición”, que no es más que una forma de repartición de cargos en el gabinete entre varios partidos a cambio de apoyo parlamentario al gobierno.
Desde que Temer asumió el poder en mayo del año pasado, primero de forma interina y luego definitiva a partir de agosto una vez que se concretó la destitución de Dilma Rousseff, la Cancillería fue una “cuota” del PSDB en su gobierno y, de hecho, fue esa formación la que sugirió a Nunes para cubrir la vacante dejada por Serra.
El nuevo canciller, al igual que su antecesor, es un permanente y duro crítico de los gobiernos bolivarianos, con los que Serra se ocupó de romper todos los puentes construidos durante los trece años en que Brasil fue gobernado por Rousseff y por Luiz Inácio Lula da Silva. Durante su breve gestión, Serra fue la imagen fiel del talante conservador del actual gobierno brasileño y mantuvo duras posiciones contra los países del “eje bolivariano” y en especial con Venezuela, que acabó suspendida del Mercosur tras las presiones ejercidas por Brasil, Argentina y Paraguay.
Con Nunes en la Cancillería, todo apunta a que se mantendrá esa misma línea, puesto que el nuevo ministro denunció en muchas ocasiones ante el Senado brasileño lo que califica de “escalada autoritaria” del gobierno de Nicolás Maduro. En junio del 2015, junto con otros miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Nunes viajó a Venezuela para intentar visitar a algunos presos políticos, pero el grupo no logró salir del aeropuerto, pues el vehículo que los llevaría a Caracas fue rodeado por manifestantes chavistas que le bloquearon el paso. Tras ese incidente, sus críticas a Venezuela se acentuaron, al punto de que desde entonces defiende la aplicación a ese país de las llamadas “cartas democráticas” del Mercosur y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Serra también le imprimió a la diplomacia un acento más económico y volcado a la búsqueda de nuevos mercados, trabajo que quedó truncado y deberá ser retomado por el nuevo canciller, que durante su vida pública estuvo más volcado a la actividad parlamentaria.
A pesar de su talante conservador de hoy, Nunes dio sus primeros pasos en la política en el marco del golpe militar de 1964, cuando era estudiante de derecho y a modo de reacción se afilió al Partido Comunista Brasileño (PCB). En esos tiempos, adhirió a la lucha armada contra el régimen y se alistó como guerrillero en el grupo Acción Libertadora Nacional, con el que actuó en varios asaltos y operaciones armadas. Optó luego por el exilio y pasó unos años en París, desde donde regresó a Brasil en 1979, después de la promulgación de una amnistía dictada por la dictadura, que benefició tanto a guerrilleros como a militares que habían actuado en la represión.
Dos años después se afilió al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al que pertenece el presidente Temer, hasta que en 1997 rompió con esa formación y pasó a engrosar las filas del PSDB. Nunes no esconde su pasado guerrillero, aunque tampoco se ufana de ello y las pocas veces que acepta recordarlo considera que fue un “error”, tanto por el fracaso de los alzados en armas como por la falta de “perspectiva democrática de esas luchas”.
En una entrevista concedida en julio del 2014 a la revista Carta Capital, Nunes evoca su participación en agosto de 1968 en el asalto al tren de transporte de fondos Santos-Jiundaí, una de las acciones con mayor repercusión de los grupos armados. “No diría que me siento orgulloso, pero siempre he actuado de acuerdo con las cosas que considero correctas. Fue lo que hice en esa época. La experiencia demostró que estaba equivocado, no solamente por el fracaso de esa forma de lucha, sino también porque ella no fue encarada desde una perspectiva democrática”, declaró.