La mujer que Alberto Fernández eligió para crear y conducir el Ministerio de Vivienda y Hábitat dentro del gabinete es conocida en Santa Fe por la firmeza de sus decisiones, que la hicieron recorrer en política un camino con marca propia. La rosarina María Eugenia Bielsa tendrá en el próximo gobierno nacional la tarea de recuperar terreno en políticas de vivienda y urbanismo, incluso como un motor de la economía en el mercado interno. Es arquitecta y docente universitaria, tiene 61 años y es la menor de los hermanos Bielsa: Rafael, el ex canciller de Néstor Kirchner y ex diputado nacional, y Marcelo, el entrenador del Leeds, de Inglaterra, y ex de la Selección. O para sumar a la anécdota, cabe contar que es bisnieta de Rafael Bielsa, jurista fundador del derecho administrativo argentino. Pero su figura trasciende sus vinculos familiares.
Su experiencia en la gestión pública
La ministra ejerció su profesión en el ámbito privado, pero acumula experiencia en la gestión pública desde principios de los '90, cuando dirigió el Servicio Público de la Vivienda de Rosario cuando el intendente era Héctor Cavallero, por entonces del Partido Socialista Popular, antes de cruzar al peronismo. También en el rol parlamentario, como concejal de Rosario entre 2007 y 2011, cuando dio el batacazo político a nivel local en las elecciones legislativas de ese año, al arrebatarle al socialismo la mayoría automática en la Cámara de Diputados y obligar a Antonio Bonfatti a negociar con el PJ durante todo su mandato.
María Eugenia Bielsa cultiva un estilo independiente y rehúsa de "los aparatos" de la práctica política ortodoxa. Siempre mantuvo cierta distancia de la filiación partidaria, incluso aún cuando fue vicegobernadora de Jorge Obeid entre 2003 y 2007 y le tocó presidir el Senado provincial de Santa Fe, ámbito hegemonizado por varones territoriales que la maldecían en privado por su intransigencia administrativa. Esa distancia sostenida, esa falta de disciplina orgánica, ha sido motivo de reproches en el Partido Justicialista. Aunque ha expresado su adhesión y militancia en el Frente para la Victoria, alguna vez llegó a decir: "Yo era peronista pero no lo sabía".
Esa distancia aparente le sirvió para no tener las manos atadas y salir con los tapones de punta en 2013, cuando le avisó a la presidenta Cristina Fernández que renunciaría de manera indeclinable a su banca de diputada provincial. Año y medio antes había encabezado la lista del PJ y aliados, y obtenido 580.000 votos. En las primarias de 2011 había sido más votada incluso que por cualquiera de los candidatos a gobernador. Por esa legitimación de las urnas, consideraba natural que le fuera conferida la presidencia de la Cámara, pero en su lugar resultó elegido Luis Rubeo, del sector de Agustín Rossi. La política los dividió, la política los reúne: de ahora en más se verán en las reuniones de gabinete, ella como ministra de Vivienda, él como ministro de Defensa.
Desde aquella vez, la figura política de la arquitecta continuó “construyendo por abajo” y por fuera del escenario central del PJ santafesino. Así, con el apoyo de algunos gremios, cimentó su precandidatura a gobernadora y enfrentó en las Paso a Omar Perotti y a la estructura del PJ, más los intendentes y otros tantos sindicatos. Perdió la interna, pero gracias a ella el peronismo volvió al poder en Santa Fe porque la mayoría de sus votos fueron luego para el actual gobernador.
Alberto Fernández, que la conoce desde que era vicegobernadora, la sumó a su equipo. Unos días antes de la elección presidencial, en Rosario, se la vio junto a él en un foro sobre hábitat y federalismo, ante intendentes de todo el país, a la par de dos gobernadores electos, Jorge Capitanich y Omar Perotti.